Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 13 de septiembre de 2015 Num: 1071

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El Haití preelectoral y
los derechos humanos

Fabrizio Lorusso y Romina Vinci
entrevista con Evel Fanfan

Dos Poetas

La colección Barnes
Anitzel Díaz

Animalia
Gustavo Ogarrio

Tres instantes
Adolfo Castañón

Adolfo Sánchez
Vázquez a cien años
de su nacimiento

Gabriel Vargas Lozano

El puma y su
presa celeste

Norma Ávila Jiménez

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Resurrección
Kriton Athanasoúlis
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Jair Cortés
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Twitter: @jaircortes

Las correspondencias, de Alí Calderón:
una cartografía de la memoria poética

La memoria poética no se limita a recuperar el pasado. El poeta busca, por medio de una operación que involucra la razón y las emociones, revelar y comprender el lenguaje que le dicta su entorno, como en el famoso poema de Baudelaire, “Correspondencias”: “La Natura es un templo donde vividos pilares/ Dejan, a veces, brotar confusas palabras;/ el hombre pasa a través de bosques de símbolos/ que lo observan con miradas familiares […]”.  Ese “bosque de símbolos” es el que explora el poeta y crítico Alí Calderón (nacido en México, en 1982) en su libro Las correspondencias (publicado por la editorial española Visor). Su poesía es resultado de una atenta lectura del universo: las ciudades, la naturaleza, la amistad, los lazos de sangre, el erotismo, la escritura, la celebración por la vida y el horror que provocan los crímenes de la historia.

Alí Calderón asimila diferentes tradiciones, tanto a nivel formal como temático: retoma del haikú su breve intensidad, como en el poema “Central Park”: “Suenan mis pasos/ La hojarasca/ es mi tristeza”. En otro poema, “Qué digo cuando digo…” busca, en la composición de un tanka moderno, los instantes que le permitan contar una historia sentimental colectiva. Siguiendo su ruta, nutrida por el asombro y el desasosiego, nos enfrentamos a un poema desgarrador, “Democracia mexicana”, en el que confluyen diferentes momentos del tiempo histórico: la guerra que vive México desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, mezclando el verso libre con el tono de la crónica de los conquistadores españoles: “[…] y el viento de las madrugadas desbravó sus fauces/ envueltas en bolsas negras/ allí vienen los retenes/ Oydo he decir que millones de hematíes/ y también normocromáticos derraman/ las testas cercenadas que se apilan […]”. En “Postscriptum” se interna en la densidad del poema en prosa a través de un monólogo interior en donde nombres de amigos y lugares se alternan en un resumen de experiencias bajo el frenético ritmo del pensamiento fragmentado por los recuerdos: “El exterior es la metáfora del interior, los demás son extensión de uno mismo. Son las tres de la mañana. Acabo de girar y destrozar el coche. Es el segundo que sobreviene al desastre. No sé si estoy bien pero sólo puedo pensar en la cruz atrial de este convento, y en cómo los relámpagos azotan esta piedra, su corona de espinas y las llagas de Cristo […]”

Dice Marco Antonio Campos, con justa razón, que este es “un libro de espléndida madurez, una bitácora de viaje y un diario del alma”. En Las correspondencias el mapa es la memoria y la brújula es la intuición poética. Los caminos con los que Alí Calderón, expedicionario poeta de poderosa voz, transita su realidad son los poemas con los que responde las preguntas de un verdadero viajero, ése que recorre el mundo para llegar a sí mismo.