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El fotorreportero de La Jornada reúne en Mermoria viva.... 206 placas del terremoto de 1985

Si olvidamos nuestro pasado, estamos perdidos: Jesús Villaseca

Tras la tragedia entendí que deseaba que mi trabajo sirviera de testimonio, afirma en entrevista

La imagen de una mujer a la que le cortaron las piernas con una sierra, sin anestesia, me persiguió mucho tiempo, recuerda

El libro será presentado hoy por Luis Hernández Navarro en el Club de Periodistas

Foto
Lo que quedó del hotel Regis, en una de las gráficas incluidas en el libro. En el ángulo superior derecho, Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de septiembre de 2015, p. a12

El 19 de septiembre de 1985, el joven fotógrafo de sociales Jesús Villaseca salía de su domicilio en la delegación Iztapalapa rumbo a la Torre de Pemex en la calle de Marina Nacional. El reloj marcaba las 6 horas. Villaseca conducía un Volkswagen sedán. Después de 50 minutos de recorrido, dejó a su esposa, Luz, en su trabajo y se enfiló hacia el diario Novedades, donde laboraba, ubicado en la calle de Balderas, en el Centro Histórico, tenía que entregar las fotografías del acto al que había asistido la noche anterior.

A unas calles de llegar a su destino, cuando el reloj marcaba las 7:19 horas, Villaseca se dio cuenta del agitado movimiento del semáforo que había frenado su curso. Posteriormente, sintió que su automóvil comenzó a moverse como lancha en altamar. En busca de una explicación echó un vistazo a su alrededor y vio que el hotel Regis se desmoronaba.

Cuando se dio cuenta de lo evidente sacó su cámara fotográfica. Hizo 10 disparos del rollo de película que le sobraban de su orden de trabajo. Durante el tiempo restante de los dos minutos que duró el movimiento telúrico tiró dos rollos más. El resto de ese jueves y días después de la tragedia, Villaseca reunió 3 mil imágenes de la devastación que sufrió la ciudad de México a causa del terremoto.

Prioridad a los edificios devastados

A tres décadas de aquel 19 de septiembre, el hoy fotógrafo de La Jornada presenta el libro Memoria viva: a 30 años del terremoto de 1985, selección de 206 fotografías, en la que doy prioridad a los edificios devastados más emblemáticos, como el hotel Regis, el edificio Nuevo León, el restaurante La Súper Leche y los hoteles Romano y De Carlo, por ejemplo. En general, la curaduría fue complicada, dijo en entrevista.

Contó: “La idea (de hacer este libro) me la propuso el editor Gerardo Moctezuma Barragán, porque conocía el que hice en los años 90, el cual lamentablemente no se pudo editar. Seguí haciéndolo de manera independiente con la intención de que sirviera para preservar nuestra memoria. Para que no se nos olvidara este hecho tan determinante en la historia de México, por eso lo titulé Memoria viva: a 30 años del terremoto de 1985, pues lo relaciono con la fotografía, que nos remite recordar un instante. Es un esfuerzo independiente y esperemos que guste”.

Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2004 por su fotografía Muerte en Cancún, afirmó: “Para mí, hacer Memoria viva: a 30 años del terremoto de 1985 fue un lujo, porque pude editar y seleccionar mi trabajo. El resultado fue este libro de 200 páginas que lanzamos en dos versiones: una rústica con 200 volúmenes y otra de lujo, con 500”.

Respecto de lo que sintió al revisitar sus imágenes –que en 1993 el director editorial del periódico Novedades, José Antonio O’Farrill, le autorizó a quedarse con la totalidad de su archivo–, el fotógrafo confesó: “Fue muy fuerte volver a verlas. Creí que ya había superado un poco todo el impacto que viví ese 19 de septiembre. Sin embargo, me di cuenta que no. Los recuerdos volvieron a tomarme por asalto y reviví cada instante. Por eso ratifico el título del libro, Memoria viva..., porque parece que sucedió apenas hace una semana. Al volver a ver las placas me di cuenta de que el momento sigue presente. Me movió muy fuerte. Los recuerdos regresaron de inmediato a mi mente. Una imagen que me atormentó al grado de recurrir a ayuda sicológica fue la de una mujer que tenía las piernas atrapadas en los escombros del hotel Romano. Sin anestesía le cortaron las extremidades con una sierra. Posteriormente, la mujer murió. Esa imagen me persiguió mucho tiempo y, junto con muchas otras, volvió a mi mente”.

El también maestro de fotografía en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente, refirió: “La tragedia cambió mi vida completamente, como persona y fotógrafo, porque venía de un barrio bravo y mi juventud fue sumamente violenta: vivía como chavo banda. No tenía idea de lo que era la palabra solidaridad. Hasta después fue que comencé a escucharla y lo que significaba. Por tanto, este libro está dedicado a todos los voluntarios anónimos. Es un homenaje a todos ellos: a la señoras que llevaban café y cobijas, a los sepultureros, a los piperos que repartieron agua, al grupo de Los Topos y a Marcos Efrén, La Pulga, quien a pesar de su baja estatura rescató él solo a 23 personas con vida”.

Agregó: Un libro como el mío es importante por esta razón: si olvidamos nuestro pasado, estamos perdidos, pues estamos condenados a repetir los errores. Ahora vemos rascacielos en Paseo de la Reforma, cuando después del terremoto se prohibió hacer edificios de más de cinco pisos.

Villaseca agregó: “Otra cosa importante es que cambió la mirada que tenía a los 21 años como fotógrafo, en 1985, cuando trabajaba en el diario Novedades retratando celebridades del país, cubriendo cenas de gala en las Lomas de Chapultepec o en el Pedregal de San Ángel... al enfrentarme a esos dos minutos de terremoto entendí mi labor de fotoperiodista. Eso era lo que quería hacer, que mi trabajo sirviera para testimoniar, informar y denunciar; que repercutiera. Esos dos minutos frente al hotel Regis transformaron mi percepción del mundo, me di cuenta de mi fragilidad y de lo vulnerables que somos ante la naturaleza. Las fotografías las tomé con una mirada fresca, inocente, sin ninguna carga ideológica; fue sólo lo que vio un fotógrafo inexperto en aquel entonces. Viví de lleno la tragedia, antes de que terminara de temblar ya había tomado dos rollos de película. Lo que viví los días posteriores al terremoto fue más fuerte, porque sacudió mi conciencia, me enfrentó ontológicamente, Aprendí cuál era mi labor de fotógrafo y de ser humano; también me sensibilizó: a partir de ese momento me importó mucho lo que la gente podía sufrir, porque vi el dolor de las personas al encontrar a sus parientes destrozados, muertos, mutilados, en los escombros”.

El libro Memoria viva. A 30 años del terremoto de 1985 se presentará este lunes a las 12 horas, en el Salón Francisco Zarco del Club de Periodistas, localizado en Filomeno Mata 8, Centro Histórico, con la participación de Luis Hernández Navarro, John Mraz y el autor.