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Nosotros ya no somos los mismos

La histórica primera Junta de Gobierno de la UNAM

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Manuel Gómez Morín fue uno de los destacados miembros de la primera Junta de Gobierno de la UNAMFoto Fondo de Cultura Económica
A

hora sí que, directo al grano, o el futuro nos alcanza. Abreviemos el pasado a fin de tener el tiempo de formular propuestas para el mañana, que ya llegó. Situémonos una vez más en 1944: resultado de la Ley Orgánica de 1933, la universidad, enterita y sin INE de por medio, nombraba a sus autoridades en una elección universal y directa, lo que provocaba permanentes broncas en escuelas y facultades. Nunca, sin embargo, se había dado una situación como la que provocó la violenta salida de Rodulfo Brito Foucher. De entrada, suplió a éste el secretario general Samuel Ramírez y luego, se dio la escisión nunca vista antes, ni después: dos consejos universitarios: el antiguo y el constituyente. Dos rectores: José Aguilar Álvarez y Manuel Güal Vidal.

La universidad era ya formalmente autónoma, pero la realidad es necia como ella sola. El presidente Manuel Ávila Camacho hubo, para poner fin al desbarajuste que esta bendita idea de la democracia implica, de convocar a los dos rectores surgidos del río revuelto, y hacerles ver su responsabilidad frente a la institución, a la que juraban ofrendar todos sus afanes. Y por supuesto insinuarles, así de pasadita, el ligero riesgo que podía provocar que el Ejecutivo a su cargo tuviera que intervenir directamente en la resolución, de no darse la noble disposición que de ellos se esperaba. En términos estrictamente académicos: chipote con sangre sea chico o sea grande. Y como la raza es bien comprensiva, ambos rectores acataron las instrucciones del espíritu de presentar su común renuncia.

¿Quién fue el asesor que con esta genial idea seguramente se mereció el ascenso al gabinete, aunque fuera ampliado? ¡Respetemos la autonomía! –supongo que dijo– y luego fundamentó: regresemos la papa caliente a los universitarios y que ellos contesten la pregunta: ¿Quién debe ser el rector/bombero que controle el incendio que amenaza extenderse? Pues los universitarios, lo más granado de ellos, se hicieron cargo: aceptaron la responsabilidad y con el ingenio atribuido a Colón, fueron capaces de mantener erguido un huevo sobre uno de sus extremos (ya no el de Colón, por supuesto). Los ex rectores vivos (la discriminación siempre se cuela en todos lados), se reunieron y, como el gran Sanedrín, emitieron una decisión inapelable (y acertadísima en este caso), pues la distinción favoreció a don Alfonso... Caso. Vean ustedes la prestancia de los electores: Ignacio García Téllez, Manuel Gómez Morín, Fernando Ocaranza, Luis Chico Goerne, Gustavo Baz y Mario de la Cueva.

El 15 de agosto, el abogado, arqueólogo, miembro de la generación conocida como la de los siete sabios, fundador de El Colegio Nacional, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, de la Academia Mexicana de Historia, Premio Nacional de Ciencias y Artes y autor de cientos de publicaciones, don Alfonso Caso, fue designado rector de la UNAM.

Los ex rectores citados fueron los responsables de sentar las bases, provisionales, pero inmediatas, para el funcionamiento de la institución. El doctor Caso duró al frente de la UNAM, tan sólo siete meses, pero en ese tan breve lapso, se instaló el nuevo Consejo Universitario Constituyente (23 de agosto), cuya Comisión de Estatutos, en un mes, elaboró el proyecto de reforma legislativa, que fue entregado el 21 de diciembre al presidente de la República.

Paso a comentarles un acontecido que yo doy como inédito y también como irrepetible (al menos de entonces a la fecha). El artículo 71 constitucional, establece de manera puntual a quiénes compete el derecho de iniciar leyes o decretos: presidente, diputados, senadores, Legislaturas de los estados y a los ciudadanos que sumen por lo menos el cero punto 13 de la lista nominal de electores. Por supuesto que el precepto se refiere al acto formal que lleva a cabo cualquiera de los sujetos facultados por la norma citada para iniciar el proceso legislativo, a su derecho intransferible a firmar y presentar una iniciativa, no a su contenido. Ya sabemos, por ejemplo, que la telebancada asume como propias las iniciativas que pergeña el legislador permanente don Javier Tejado Dondé. Bueno, pues lo que deseo dar a conocer es lo ocurrido a finales de 1944. El presidente Manuel Ávila Camacho llevó a cabo la primera acción política que hizo ver que la autonomía de la universidad no fuera una simple expresión virtual. El Ejecutivo decidió una subrogación, no formal, pero sí de hecho: la formulación de la normatividad que debería regir la vida de la universidad, sería elaborada por la propia institución. El 23 de agosto se instaló el nuevo Consejo Universitario Constituyente, cuya Comisión de Estatuto elaboró, en un mes, el proyecto de reforma legislativa de la UNAM. Aprobada que fue por el Consejo Universitario, el 21 de diciembre se le presentó al Presidente de la República quien, (a 71 años de distancia expreso mi reconocimiento), la asumió en todos sus términos y, de acuerdo al precepto constitucional, la presentó con su firma al Congreso de la Unión. La ley se publicó el 6 de enero de 1945 (detallito para un coahuilense de cepa: exactamente 30 años antes 1915, se promulgó la Ley Agraria del presidente Carranza, en Veracruz).

Si alguien tiene noticia de que en alguna ocasión se haya otorgado a otra institución prerrogativa semejante, le rogaría abstenerse de hacerlo de mi conocimiento. A mi longeva existencia quiero seguir teniendo como ciertos algunos aconteceres que me provocan satisfacción, ufanía, admiración y hasta envidiecita de la buena. La distinción, el respeto y la confianza que a los gobernantes de ese momento le mereció la universidad, los honra. Quiero comentarles que inicialmente escribí UNAM, pero rectifiqué porque sentí que en ese momento, hace ya 70 años, con estas cuatro letras se integraba un acrónimo que hacía referencia a la universidad pública del país, fuera cualquiera el lugar en que sus sedes comenzaban a surgir y multiplicarse. Pero la comunidad universitaria correspondió desde el primer momento en que entró en vigor la reforma legislativa que dio nacimiento a la Ley Orgánica vigente. Juzguen ustedes a partir de una de las primeras y más importantes decisiones tomadas por los universitarios (alumnos, maestros, investigadores y trabajadores): la elección de la primera Junta de Gobierno. Ésta estuvo integrada por Abraham Ayala González, Ricardo Caturegli, Ignacio Chávez, Mario de la Cueva, Manuel Gómez Morín, Gabino Fraga, Mario Hernández, Federico Mariscal, Antonio Martínez Báez, Fernando Ocaranza, Alejandro Quijano, Alfonso Reyes, Manuel Sandoval Vallarta, Jesús Silva Herzog y José Torres Torija.

¡Qué sueños!: guajiros, de la bella durmiente, de la mujer dormida, de opio o de diputado trasnochado en plena sesión, imaginar un gabinete presidencial ampliado, o al menos legal, por si no alcanza, con mexicanos de esta talla. Y lo digo no sólo por sus amplios saberes profesionales, su vasto acervo cultural, su probada proclividad al humanismo cotidiano, o simplemente por su CI, sino por su esencia patriótica, nacionalista, por su acendrado interés por la casa mexicana, que no se agota en el jolgorio (que me fascina) de cada septiembre. En la próxima entrega conoceremos los nombres de los herederos de los 15 distinguidos universitarios mencionados renglones arriba, acompañados de breves datos de las razones que soportan su pertenencia en el privilegiado cenáculo al que corresponderá, en días, designar al nuevo rector de la UNAM. Por favor, para entendernos mejor, les solicitaría mientras tanto, consultar el significado de estos términos: discrecionalidad, exploración y prudencia. Nos serán de gran utilidad para analizar los alcances de la responsabilidad a la que ellos habrán de enfrentarse antes que cante el gallo (eso hubiera querido el falaz San Pedro).

Mientras tanto dos breves trailers o avances de columnetas por llegar. A) El PRD obtuvo en la elección pasada casi 4 millones y medio de votos. ¿Esta cantidad de sufragios, y su capacidad de convocatoria en torno a diferentes causas y en muchos lugares del país, no le permite conseguir un dirigente que no proceda de la más aceda clerecía y de los rumbos ideológicos que, según su propio dicho, le ha causado una inmensa pérdida de vidas de aguerridos militantes? B) Hoy, domingo 13 de septiembre escribo: hace 54 años un grupo de universitarios decidimos recordar la gesta de los alumnos del Colegio Militar en 1847, arrancando de la bandera estadunidense las estrellas que correspondían a cada uno de los estados que, por la fuerza bruta, nos habían sido arrebatados. Un pequeño grupo de cadetes se nos enfrentó en el hemiciclo a los Niños Héroes del Bosque de Chapultepec. Entre ellos y nosotros había evidentes diferencias y una semejanza: la edad. Pero existía también una absoluta identidad: el amor y la dolencia por la historia común. Les cronicaré qué pasó.

Twitter: ortiztejeda