Opinión
Ver día anteriorLunes 14 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Melón

Silvestre Méndez

E

ncontré una nota donde me enteré que el gobierno cubano busca declarar la rumba como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, por lo que impulsará su candidatura ante la Unesco, con la realización de La Ruta de la Rumba, itinerario musical que recorrió la isla del 21 al 31 de agosto. Arrancó en Guanabacoa, una tradicional plaza habanera, y terminó en Santiago de Cuba.

La Ruta de la Rumba fue parte de la edición 7 del Encuentro Internacional de la Rumba Cubana y fue inspirado por Fernando Ortiz, reconocido intelectual cubano. Incluyó Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos, Trinidad, Camagüey y Guantánamo.

Según información de agencias, el gobierno cubano presentó la postulación de la rumba ante el organismo internacional a principios de año, al sustentarla en un expediente de nombre Rumba cubana, una combinación festiva de música y danzas, y todas sus prácticas asociadas.

Aprovecho que me llegó un emilio de una damita desde Francia, donde me dice que escucha un disco de Silvestre Méndez, gozando de manera espantosa. El disco tiene el título de Silvestre y su Tribu. También me pide datos sobre los músicos que acompañaron a Silvestre en esa grabación.

Permítame, monina, complacer a Helene. Empezaré por decirle que Silvestre llegó a México en los años 40 del siglo pasado, pero ya era conocido por sus composiciones. Recuerdo El telefonito y Me voy a Sibanicú, que aquí a esta última se le cambió el título por Me voy a Chapultepec.

Al estar ya en nuestro país, grabó con Kilo Mendive varios números, entre ellos, Negro bonito, de su autoría. Más tarde Benny Moré le grabó Yiri yiri bon; Machito, El as de la rumba; Tito Puente, Margarito; Tito Rodríguez, Merengue pa’ ti. Hubo muchas más que no recuerdo.

Trabajó en películas y acompañó a Tongolele. Formó pareja con Tabaquito, pero destacó de rumbero. El disco que cautivó a Helene reunió a cubanos y mexicanos. Entre los primeros colaboraron Manolo Berrío, trompetista; Chocolate, bongocero; Yeyito Iglesias también en los bongóes, quien estaba de visita en nuestro país; Juan José Gárciga, tumbador; el Gallego de Matanzas, coro, y Andresito López Montenegro, quien fue el conducto para que Silvestre invitara al grupo mexicano Sensación Combo a participar en la grabación.

Hernández es el apellido de Pepe El Amarillo y Esquivel de Edmundo El Chino, de la sección rítmica del Combo. Pepe Bustos y Álvaro Gómora, pianistas, Andresito, contrabajo y el que esto escribe, coro. En ese disco aparecen números en los que otro conjunto acompañó a Silvestre. Es fácil distinguirlo, su dotación es diferente.

Aquí van los números que grabó el Sensación Combo: Soy rumbero, Elube changó, Rompiendo la rutina, El as de la rumba, Drum akuyí, Clotilde, Son de Mayarí y Cha cha güere cha cha. Dejé al último a Pablo Zamora Peregrino, sobrino de Toña La Negra, que ejecutó el tres, y en mi opinión merece un párrafo aparte por su calidad y don de gentes. También mi agradecimiento para Gilda, hijita de Silvestre Méndez por la copia del disco que está entre mis más gratos y preciados recuerdos.

Me tocó vivir un lapso bastante largo de incomprensión hacia la música cubana, así que me da mucho gusto la idea del gobierno cubano acerca de la rumba.

Entre los intérpretes, viene a mi memoria Alberto Zayas, apodado El Melodioso, cantando El vive bien, que recibió réplica por Celia Cruz con Sopita en botella; El Guaguancó Matancero, grupo que dejó huella con Los muñequitos del sábado, así como Mongo Santamaría y Silvestre con Changó, grabado en Nueva York.

Patato y Totico con Dilo como yo y, antes de que se me olvide, Girarldo Rodríguez, Adriano, su hermano, Gabino Fellove y Chucho, del que no recuerdo su apellido, que eran parte de la revista de Luis Trápaga, Obakosó batá, y grabaron con Chicho O’Farril.

Me despido con un saludo para Felipe Sánchez Cámara, conocido como Pipo, rumbero práctico, sólo para utilizar la expresión taurina. Me piro echando un pie, canturreando un coro con jícamo y saoco. “Dilo como yo, asereco, ahí na’más”. ¡Vale!