Opinión
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Astillero

Homeopatía egipcia

Allá matan igual que acá

Acarreo y Grito burocrático

Camisetas y secuestro

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INFORME. La titular de la Procuraduría General de la República, Arely Gómez, durante la conferencia de prensa donde dio a conocer resultados de los estudios realizados por expertos de la Universidad de Innsbruck sobre la identidad de uno de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidosFoto Guillermo Sologuren
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l gobierno de la República Árabe de Egipto ha asestado al de México una respuesta de tipo homeopático respecto a la ejecución policiaca y militar de civiles, en este caso, turistas que fueron asesinados o heridos por error o confusión. Con un pragmatismo provocativo, disfrazado de diplomacia comprensiva, El Cairo hizo saber a través de su canciller, en una Carta abierta, que la guerra contra las drogas en México ha causado la muerte de decenas de miles de personas inocentes.

No entró en detalles ese ministro de relaciones exteriores, Sameh Shoukry, ni mencionó los rojos puntos de la mexicana geografía criminal completa, donde fuerzas gubernamentales han actuado con enjundia mortal contra presuntos delincuentes organizados, normalistas, autodefensas, líderes sociales, periodistas, disidentes y ciudadanos, jóvenes y niños absolutamente inocentes de cualquier cargo o sospecha, daños colaterales según la gramática funeraria de Felipe Calderón o cifras e historias informativamente diluidas por medio de la nueva narrativa peñista, amordazada y amordazante (también) en esos temas.

El osado intento de explicación del país transcontinental (una parte en Asia, otra en África), equivalente a un mal de muchos, consuelo de nosotros, generó de manera natural un respingo en la secretaría de Gobernación, donde Miguel Ángel Osorio Chong apretó el gesto, pero sólo dijo que son dos contextos totalmente distintos (Perogrullo aplaudió, convencido de que cada una de las palmas de sus manos tenía un contexto totalmente distinto) y que hoy, lo que nos debe de ocupar es la investigación a fondo de lo que ocurrió (al escuchar tales palabras de 8ng, el reloj de Bucareli se estremeció hasta las manecillas, al darse cuenta de que llevaba años escuchando exigencias sociales, casi nunca resueltas, de investigaciones a fondo).

Por su parte, la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas (quien ha arrancado su posicionamiento futurista de manera insólita: en avión presidencial y en viaje transoceánico) ha exigido en aquellos dominios del río Nilo lo que muchos mexicanos demandan en México: la instrumentación de una investigación expedita, completa, profunda, transparente, que revele lo que verdaderamente sucedió, nos brinde una explicación clara de los hechos y deslinde responsabilidades. Oh, ¿dónde se firma para apoyar que tan justicieras palabras se apliquen en México respecto a problemas mexicanos relacionados con gobiernos y fuerzas armadas de México? Anótese a una astilla tecleadora en la lista de entusiastas abajofirmantes.

La secretaria R.M. Salinas cerró el capítulo de ayer de las historias homeopáticas con un sugestivo toque de suspenso: dependiendo del movimiento de tablero que hagan en el país de las pirámides y la esfinge, se podrá pensar en el paso siguiente. ¿Agudizará Los Pinos el conflicto con El Cairo por los hechos en que murieron ocho mexicanos y seis fueron heridos? ¿Amago de enfriamiento o ruptura de relaciones si la respuesta de allá no es la que esperan acá? ¿Desatar furores patrioteros de encandilamientos egipcios y oscuridad en Ayotzinapa y otros episodios locales? ¿Con banderitas de tres colores gritar al ladrón en el desierto del Sahara mientras en casa los pillos se pasean libremente?

En la ciudad de México se cumplía con un Grito burocrático, desangelado y con una concurrencia popular por voluntad propia más reducida que nunca. Como en las anteriores celebraciones patrias del peñismo en el poder federal, se echó mano del estado de México (establo, dicen, en sentido figurado) para proveer de personal confiable y afable la plancha de la Plaza de la Constitución. Un ciudadano, Luis Montoya (@highland180, en Twitter), tomó gráficas constantes de la llegada de contingentes con su correspondiente etiquetación individual por municipio, su bono gastronómico y la condescendencia de los vigilantes al paso de esos grupos aliados. También hubo registro filmado de las filas de autobuses utilizados para el magno acarreo que según diversos testimonios habría sido incentivado con centenares de pesos en mano por asistente, en un despilfarro con dinero de procedencia desconocida que contrastó aparatosamente con la pretendida austeridad que se aludió para cancelar la cena de gala en Palacio.

La planicie escenográfica fue rota por la aparición de camisetas blancas sostenidas en alto por manos de un puñado de universitarios que en esas prendas habían escrito grandes y coloridas letras aparentemente sueltas que al ser puestas una junto a la otra formaron dos palabras, una con un apellido de cuatro letras y otra con una acusación criminal contra el ocupante actual del poder ejecutivo federal. La ruptura de la presunta uniformidad apaciguada (también hubo gritos, coros y rechiflas, convenientemente puestos fuera de registro de la difusión televisiva mediante el control censor de sistemas de sonido: falseamiento tecnológico) alcanzó a ser tomada por camarógrafos de la propia Presidencia de la República y así fue difundido el mensaje acusatorio en las televisoras que repetían la señal oficial.

El pequeño grupo de jóvenes fue encarado por policías federales y militares sin uniforme y replegado mediante acciones físicas. Julio Marcel, estudiante de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Azcapotzalco, desapareció en esa batahola y duró varias horas secuestrado, hasta que apareció en un tramo de la carretera México-Lechería, a las 3:30 am. Una confusión en una comunicación telefónica muy rápida hizo entender que junto con él iban mujeres también secuestradas, lo cual no fue cierto. Grave ese secuestro exprés del estudiante y grave que en redes sociales se hubiera alentado una etiqueta de Caos en el Zócalo, con imágenes e información falsas que pretendían justificar oportunamente la mano dura. Signos preocupantes.

Y, mientras el embajador de México en Reino Unido, Diego Gómez Pickering, vitoreaba en Londres a Porfirio Díaz y a Emiliano Zapata (https://goo.gl/Js8MfR), y Rosario Robles hacía historia feminista en Dolores Hidalgo, ¡hasta mañana!

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