Opinión
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México SA

Tsunami migratorio

Miseria globalizada

Uno entre millones

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Migrantes que salieron de Turquía y cuya embarcación colapsó, tratan de acercarse a nado a las costas de la isla griega de Lesbos. Un barco con 46 personas que huían de Siria se hundió ayer domingo en aguas griegasFoto Ap
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a impactante historia de Aylan, el niño sirio que murió ahogado en la costa turca, es uno de los millones de casos que cotidianamente registra este mundo en el que todo se globaliza y comparte, siempre que ello implique pingües ganancias para los de siempre y sin importar las terribles consecuencias sociales.

Pero en la crudeza de todo esto Aylan fue una de las millones de víctimas de la cruenta guerra en su país de origen y formó parte del mayor tsunami migratorio (por razones económicas, sociales, políticas y militares) que registra Europa desde la segunda Guerra Mundial, lo que da idea de la magnitud. La respuesta de los gobiernos europeos ha sido extremadamente evasiva y lenta, en una crisis que exige solución inmediata.

Los gobiernos europeos se echan la pelota entre sí, al tiempo que como medida disuasiva se han abocado a construir muros de contención similares a los que tanto criticaron en los tiempos de la Alemania dividida. Pero no sólo en Europa: allí está el caso más cercano, el de la franja fronteriza mexicano-estadunidense, con su insultante muro de tortilla el cual, con todo, no ha sido capaz de contener el flujo de emigrantes nacionales y centroamericanos. Más poderosa y efectiva ha sido la crisis económica en el norte que el kilométrico muro.

Y también están el de la franja de Gaza, Ceuta, Melilla, Marruecos y tantos otros que ofenden a la raza humana. El de Berlín cayó y fue festejado por todos, pero ahora se vive en un planeta rodeado de muros en medio de un discurso que pregona la globalización como fundamento para el desarrollo.

Como en este espacio se ha comentado, durante décadas gobierno y Congreso estadunidense denunciaron la vergüenza del Muro de Berlín (115 kilómetros de extensión); gritaron a los cuatro vientos que aquel fue un horror, y por lo mismo exigieron su demolición en aras de la libertad. Y mientras eso sucedía, en su territorio comenzaron a planear y construir el muro más largo (más de 3 mil kilómetros de largo) e ignominioso del mundo, justo en la frontera con México, un horror y una vergüenza para el mundo libre.

Y la misma vergüenza y horror causó en los gobiernos y congresos de la Europa libre, los mismos que hoy (26 años después de la caída de Berlín) por todas partes construyen muros –reales o virtuales– para impedir que el tsunami migratorio llegue a sus respectivas fronteras, mientras la ONU gasta saliva, como siempre, para resolver el problema.

Entre lo más reciente, La Jornada informa que “Hungría erigió ayer una puerta de acero y postes de valla en un paso fronterizo con Croacia, intentando sellar así una ruta utilizada por su vecino del sur para hacer llegar a miles de migrantes. Croacia ha enviado docenas de autobuses repletos de migrantes a través del paso entre Baranjsko Petrovo Selo y Beremend desde que comenzaron a llegar inmigrantes a través de su frontera oriental con Serbia hace cinco días.

“Aún más inmigrantes han cruzado en tren, dando lugar a cientos de escenas caóticas que se repitieron el domingo, cuando inmigrantes empapados por la lluvia treparon por las ventanas de un vagón en la estación croata fronteriza de Tovarnik. Hungría ha prohibido su entrada en la Unión Europea a través de su frontera con Serbia al construir una valla metálica e imponer estrictas normas de asilo, lo que obligó a los inmigrantes a dirigirse al oeste hacia Croacia. Hungría, que dice estar defendiendo la identidad cristiana de Europa frente a la llegada de cientos de miles de migrantes, principalmente musulmanes, anunció que está completando otra valla en un tramo de 41 kilómetros de su frontera con Croacia para mantenerlos fuera.

“El canciller húngaro dice que su país planea erigir una cerca rematada en alambres de púa en parte de su frontera con Rumania para impedir el paso de migrantes por el país, ahora que ha completado una cerca sobre la frontera con Serbia. Peter Szijjarto afirmó que la cerca será levantada a una distancia razonable y no a todo lo largo de la frontera de 450 kilómetros.

Se trata de los mismos húngaros que años atrás exigían la caída del muro de Berlín y el muro soviético, porque atentaban contra los derechos fundamentales de la humanidad. Ahora son ellos quienes los construyen, como hace el gobierno mexicano, en su frontera sur, con su barda virtual de contención de la emigración centroamericana, que busca el dorado norte como tabla de salvación.

Como bien apunta la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la reciente pérdida de vidas en el mar Mediterráneo nos recuerda una vez más el impacto humano de los conflictos que no han sido resueltos y de los fracasos en el desarrollo en todo el mundo. La aparente parálisis mundial frente a esta continua tragedia humana es muy alarmante. Las medidas provisionales para frenar el flujo de migrantes abordan sólo la superficie del problema. Es necesario profundizar en las causas que obligan a las personas a arriesgar sus vidas para encontrar trabajo y seguridad en otros países.

Y la información estadística de la propia OIT da cuenta de que el fracaso del modelo económico y social ha incrementado sustancialmente la expulsión de seres humanos de sus respectivos países de origen, en este mundo supuestamente globalizado (en pérdidas), pues sólo en lo que va del nuevo siglo el número de emigrantes internacionales (por razones económicas, sociales, políticas y militares) se incrementó en cerca de 40 por ciento, al pasar de 175 millones de personas en el año 2000 a alrededor de 240 millones en 2015. La mayoría de los migrantes internacionales están en edad laboral (20 a 64 años) y representan 74 por ciento del total. A nivel mundial, las mujeres representan el 48 por ciento de todos los migrantes internacionales.

La OIT detalla que los asiáticos y latinoamericanos que viven fuera de sus regiones de origen constituyen los grupos más numerosos de la diáspora a nivel mundial. En 2013 los asiáticos representan el grupo más numeroso y suman cerca de 19 millones de los migrantes que viven en Europa, unos 16 millones en Norteamérica y cerca de 3 millones en Oceanía. Los migrantes nacidos en América Latina y el Caribe representan el segundo gran grupo que en su mayoría, 26 millones, vive en América del Norte. De estos, alrededor de la mitad son mexicanos.

Las rebanadas del pastel

He allí una muestra clara de cómo el modelito político-económico globaliza la miseria y privatiza las ganancias.

Twitter: @cafevega