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Vigencia de Noticias del Imperio
L

os premios que se han otorgado a Fernando del Paso me llevaron a releer Noticias del Imperio y recuperar algunas notas publicadas en este diario a las que agrego otras.

La historia, la imaginación poética y la locura son máscaras de una y la misma cosa, según se desprende del libro mencionado, narrado en el mejor estilo sicoanalítico, es decir, en asociación libre, hasta perder los límites de la realidad, ¿o es que existe? Tanto que hube de recurrir a la hermeneuta Gloria Prado para que me descifrara, en el libro, la fantasía de la realidad, lo soñado y lo vivido, lo sucedido y lo imaginado por Carlota y Maximiliano y ¡oh sorpresa! Me llevó aún más lejos: a la locura primaria, al árbol con miles de raíces que es la historia, nuestra historia, la del yo grandioso, vanidoso.

Noticias del Imperio es un fantástico cuadro, imaginativo, que promueve variadas líneas, políticas, sociales, personales, religiosas, económicas y afectivas, producto del prestigio de la poesía; rítmica, armoniosa de Del Paso que es su realidad fantasiosa que atrae a la memoria los recuerdos confusos, de la estancia de Carlota y Maximiliano en México; en donde sea mexicana, obedeciendo a su historia europea monárquica, y chocan con la historia exterior, mexicana; al grado de que Carlota le hace jurar a Maximiliano que nunca abdicará y éste muere en el cerro de las Campanas, gritando ¡Viva México! Sin entender qué pasó, rodeados de armoniosos conjuntos de líneas, vajillas, encajes, joyas, pinturas, vestidos y casas; las más elegantes y airosas, con gran profusión de perfumes y jardines llenos de delicados trazos, por cuyos huecos se divisaban confusamente, los vidrios enriquecidos por el paisaje mexicano, las imágenes de los títulos europeos, las hojas llenas de nuestro color, y los blasones heráldicos.

Por eso Noticias del Imperio es la sinrazón, son las noticias del imperio de la locura, de la imaginación, de la historia; una y la misma cosa; estrenada en el sueño, vestida por la fantasía de la casa de muñecas que es el mundo éste; éste, pretendidamente real, verdadero, estructurado.

Apego obsesivo a la historia: ¿A cuál? ¿A la de los juaristas, a la de los conservadores, a la de los Austrias, a la de los Borbones, a la de los Napoleones o a la de los mestizos coloreados de indio, de español, de francés, de italiano, de anglosajón?¿A cuál historia?, ¿la de los vencidos por los vencedores?, ¿la de los monárquicos o los liberales, los europeos o los mexicanos?

¿Cuál historia? La que forja la loca de la casa, sus sueños y asociaciones, o el discurso monologal de Carlota, con las noticias del imperio: una caja de Olinalá en Versalles; una chirimoya en Venecia; un rebozo de ser en Inglaterra; una flor de Nochebuena en Bélgica; un sarape de Saltillo en Miramar o un guante de piel de venado junto al barril de espuma oscura y caliente del chocolate de Soconusco en Viena.

Vestida de china poblana, abrazada a su caja de cedro y palo de rosa, Carlota, muerta de sed, guarda y recuenta la historia de la locura o la locura de la historia desde el corazón de Maximiliano en pedazos, ahuecándole la memoria. Recuerdo, ensueño, simultaneidad, devenir inacabable que es la historia, la verdadera historia, arraigada en el sueño y la fantasía, la loca de la casa.

Y de pronto, ¿qué es más real: lo que la emperatriz de México ve desde sus ojos ciegos –como los del oráculo griego– la muerte de todos y cada uno de los hombres y mujeres europeos y mexicanos que detentan el poder entre máscaras, crinolinas, bailes y patés de ganso, esa feria de vanidades que como en las Danzas de la muerte medievales van entrando en la comparsa, a ritmo de vals, para ir muriendo en la miseria, en la vejez, en el descrédito y ayunos de poder, una mirada lúcida, pragmática y calculadora, pero miope de quienes hoy son los que escriben la historia oficial y creen que será para siempre?