Opinión
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Penultimátum

Valorar el grafiti

E

l cine y los documentales de la televisión muestran los inicios del movimiento a principios de los años 70 del siglo pasado. La forma despiadada de perseguir a sus integrantes la policía y los responsables de mantener limpios los vagones de los trenes que comunicaban Manhattan con el Bronx, Queens, Coney Island, Brooklyn y New Jersey. Con honrosas excepciones, la prensa calificó de vándalos a estos jóvenes por ensuciar con pintura el mobiliario urbano.

Algunos de ellos se autodenominaron escritores por dejar sus mensajes en las paredes. Algunos también pagaron con su vida llenar de colores los vagones de los trenes o las paredes de edificios abandonados pero que la gente podía ver, pues estaban en la calle, hogar de muchos de los que conformaron lo que la crítica llamó Pressionist Art, por utilizar el contenido de los envases de aerosol, entonces el más revolucionario aporte de la industria de la pintura. Expresión artística netamente urbana, popularmente se le denominó grafiti y se extendió por el mundo. No faltó quien la calificara heredera de los artistas del Medioevo y el Renacimiento que pintaron el interior de iglesias y palacios. Pero ahora se hacía en la calle.

La mayor parte de ese arte tan auténtico y popular fue borrado de muros y trenes. Sin embargo, por su calidad y expresar una cruda e inocultable realidad social, la revista Time lo dio a conocer en 1971. Por su parte, varios galeristas acogieron a algunos de sus autores para exhibir y vender sus obras a coleccionistas. De todos los jóvenes que entre 1970 y 1990 desafiaron el orden establecido, apenas unos cuantos alcanzaron la fama. Los tres más destacados: Basquiat, Keith Haring y el italiano Rammellzee, al lado de Bando, Toxic, Zephyr, Dondi, Phase 2 o Futura. Aunque en Nueva York en varias ocasiones se exhibieron sus cuadros en museos y galerías (existe ya un sitio dedicado al grafiti), la consagración del movimiento fue en París en 1991, cuando el ministro de Cultura, Jack Lang, inauguró una gran muestra en el emblemático Palacio de Chaillot.

A 45 años de distancia de aparecer esta expresión pictórica y social, la Pinacoteca de París reunió 100 obras de 22 de los más destacados artistas del grafiti, hoy en manos de museos y coleccionistas. Sin faltar el disco de larga duración con la música de Rammellzee. Inconseguible por su calidad y por el dibujo de la carátula, obra de su amigo Basquiat.

Influenciados por los grafiteros chicanos, fueron los cholos en Tijuana los primeros en expresar tan revolucionaria técnica pictórica. Luego se extendió a Guadalajara y la ciudad de México. Marginados, generalmente incomprendidos y hasta combatidos por las autoridades, es hora de valorar el papel de estos artistas en la vida cultural y social del país.