Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 27 de septiembre de 2015 Num: 1073

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

¿Doble o triple
Caravaggio?

Vilma Fuentes

Pequeña guía idiomática
para ser cronista
de futbol

Marco Antonio Campos

Ciudad de México 1985:
lecciones y memoria

Miguel Ángel Adame Cerón

Ayotzinapa en la
caricatura política

Javier Galindo Ulloa

Ayotzinapa: olvido
forzado y justicia

Gustavo Ogarrio

Ayotzinapa

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Ricardo Guzmán Wolfer
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
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Twitter: @mquemain

Rossana Filomarino: 50 años,
las raíces y las ramas

Rossana Filomarino cumplirá cincuenta años de vivir el rigor y la pasión de la creación artística. La danza es el eje de esa trayectoria que celebrará también siete décadas de vida y el logro de sostener en los últimos veinticinco años una de las compañías latinoamericanas de danza más importantes y sugerentes: Drama Danza.

Como corresponde, una celebración es una fiesta de la memoria, una forma de ser y de vivir que no ha cesado, porque Rossana Filomarino es una artista que sabe que la gratitud es un don de la personalidad, que es multidireccional y se expresa de diversas maneras, incluso muchas de ellas desconocidas para quien sabe vivir agradecido, como ella.

Estos cincuenta años de creación artística se celebrarán con la mirada fija en los maestros que todo lo han dado: la confianza, el amor, el rigor, la conducción de esa yegua insumisa que es la pasión; también en los alumnos, que permiten construir el legado recibido y creado como una lección compartida, una estafeta, una carta que al recibirla notamos la multiplicidad de remitentes; y con la mirada atenta también en los cómplices en cuyo cuerpo se escribe, aprende y enseña una manera de pensar el movimiento y hacer inmortales algunos pasos que ya se bailarán para siempre.


Foto: Archivo La Jornada

Rossana Filomarino ha logrado que las raíces y las ramas del árbol coincidan en un solo momento: el origen y el blanco de la flecha forman parte de una espiral que anula el tiempo y al mismo tiempo lo enfrenta. Alumna, intérprete, maestra, coreógrafa, pionera, fundadora, continuidad... son parte de las dimensiones múltiples de esta mujer que conserva su Italia profunda y bucea en los piélagos mexicanos, comprometida, asimismoprofundamente conocedora y sensible a lo que somos, y a todo lo que la ha modificado y modelado.

En esta celebración habrá que distinguir todas esas dimensiones, todas esas capas y conciertos que Rossana Filomarino propone como una manera de vivir para siempre en la danza.

Cinco décadas que en lo historiográfico podrían admitir tres momentos creativos fundamentales: el paso por Ballet Nacional de México, que fue la experiencia formativa fundamental; su tránsito en la dirección en la Universidad Veracruzana, en uno de los mejores momentos para las artes escénicas, y la fundación propiamente de Drama Danza, hace veinticinco años.

Se trata de una compañía que en sus inicios se acompañó con los recursos de lo teatral, que ha abandonado episódicamente, como lo muestran las reposiciones y el estreno que presentó bajo el titulo Danza al filo, este guiño que coloca la danza siempre al riesgo, en el filo de la navaja y al filo de los géneros, actitud que define el compromiso y la estética de la otra Filo, la Filomarino, como amorosamente le dicen quienes la conocen de mucho o reciben la confianza de esta poderosa maestra que conserva en su “ejército” a una de sus primeras bailarinas, Amada Domínguez.

Desde hace casi veinte años. Domínguez, una de las bailarinas más potentes, precisas, diversas e interesantes en el panorama dancístico nacional, posee la memoria escénica y corporal de una enorme trayectoria que recoge lo más rico y novedoso de los últimos años de Drama Danza, dotándolo de originalidad y riesgo, en una definición y redefinición permanente del movimiento y todo lo que lo acompaña: la música, el vestuario y la desnudez (que también es un ropaje) de una escena poblada de luces, de negros y los objetos ocasionales que la conforman.

Rossana dice que cumple ciclos, pero disiento porque en lo artístico hay una continuidad y complejidad asombrosa, que no es lineal ni cíclica: es asimilación de la experiencia, continuidad del paso, exigencia radical al cuerpo que encabrita y del que también se apiada con serenos oleajes, en un llegar y llegar del mar que sin dificultad se encrespa sin tragarse al ejecutante. Con esos cuerpos fieles que regresan y regresan a Drama Danza, con la convicción excitante de que amanecerán distintos con cada trabajo, algo que no suele pasar entre las compañías independientes, que con frecuencia se quiebran con la resaca que les producen los primeros logros.

Hace unos días se realizó una función para estudiantes y maestros en el Teatro Flores Canelo, “inolvidable” por la enorme energía que despliega en un espacio dancístico un cuerpo creador capaz de sobrevivir casi tres décadas, y por lo que significa ser testigos del impulso creador de medio siglo. Hay algo tribal en el logro. Nos pertenece, aunque sólo seamos testigos.

¿En qué consistió este festejo que puso en escena dos reposiciones y un estreno?