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Número Especial octubre noviembre 2015 No 201

Chiapas: dimensiones invisibles
de la conflictividad socioambiental

Daniel Murillo Licea
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)
Correo-e: [email protected]


Día de muertos en los Altos de Chiapas

Cuando hablamos de conflictos socioambientales en Chiapas se tendría que reconocer una serie de dimensiones que muchas veces se pasan por alto porque son invisibles. Algunas de esas dimensiones son la de identidad, la territorialidad y la comunalidad de las localidades indígenas, hasta cierto punto manejable cuando se trata de conflictos locales, porque las localidades suelen contar con sus propios mecanismos de negociación insertos en otra dimensión prácticamente invisible. Me refiero a la cosmovisión indígena: las formas que adoptan los conflictos pueden rastrearse a través de las estructuras sociales, de mitos y de ritos.

Para dirimir conflictos locales, los pueblos indígenas tzotziles acuden a un mecanismo de resolución práctica basado en un esquema gradual y ascendente que permite resolver una situación conflictiva en un círculo pequeño de personas como primera instancia. Si ese mecanismo no funciona, se amplía el círculo hasta que los conflictos más difíciles de dirimir se encauzan hacia las autoridades tradicionales de los ayuntamientos regionales. Y si no se encuentra una solución, son encauzados a los ayuntamientos constitucionales.

Esto habla de los mecanismos de respuesta social y de interacción que están instalados entre los pobladores y a los cuales acuden ante una situación social dada. En varias comunidades tzotziles y tzeltales, el poder político y de resolución de conflictos pasa a las manos de las autoridades religiosas.


Tortillas troqueladas para alguna ceremonia ritual

Un ejemplo particular de resolución de conflicto de recursos naturales lo encontramos en el caso del volcán Huitepec, en donde algunos pobladores al no encontrar una solución a la afectación del área natural del volcán y al haber agotado los mecanismos graduales para resolver el conflicto mencionado, acudieron a una autoridad distinta: el caracol zapatista de Oventic. Solo con la custodia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el volcán Huitepec se pudo dirimir este desacuerdo socioambiental, aunque actualmente ya no está la presencia del EZLN.

Para los tzotziles y los tzeltales, el agua y la tierra se encuentran indisolublemente asociados; de ahí se desprende un desencuentro entre dos lógicas completamente distintas: una, la indígena, que es más integral porque reconoce las relaciones entre el ser humano, la naturaleza y la sobrenaturaleza: los dioses, santos y ancestros. Y la otra que suele burocratizar la propia naturaleza; es la visión occidental-moderna. Ello también puede observarse en los dos sistemas normativos distintos, el propio de los indígenas, a través de lo que se ha llamado “usos y costumbres” y el de la invisibilidad de los indígenas en el contexto jurídico federal. Sobre todo en la Ley de Aguas Nacionales y en la aplicación de programas gubernamentales específicos.

Gran parte de los conflictos socioambientales en la región indígena tzotzil parten, de principio, de este desencuentro entre lógicas diferenciadas. Mientras una visión extractivista gana terreno (la construcción de megaobras hidráulicas, la minería, la extracción de madera y materiales pétreos), la visión indígena del ambiente y del territorio se enfoca más en la negociación y a respetar la integralidad del territorio como sistema de resolución de conflictos.


Tienda zapatista en Oventic

Los acuerdos logrados entre pobladores indígenas para que se puedan colocar tuberías que van desde el volcán Tzontehuitz hasta ciertos parajes (y que puede funcionar como un circuito simbólico de conexión directa entre los parajes con el volcán sagrado) es otra relación que muchas veces pasa desapercibida. Pero ello, contrae compromisos no solo con el apoyo para las fiestas patronales o a través de un pago anual por “derecho de paso”, sino que también forma relaciones de reciprocidad, cooperación, negociación e identidad. Estas relaciones permiten ampliar y conjuntar territorios simbólicos.

En los parajes indígenas hay un conocimiento sobre las relaciones existentes entre las actividades humanas y las esferas de la naturaleza y de la sobrenaturaleza: una disrupción en estas relaciones puede provocar la falta de agua o el exceso de ella. Y los ritos y ofrendas indígenas (la petición y agradecimiento de agua, generalmente llevada a cabo a principios del mes de mayo) sirven como lazos comunicativos que permiten una homeostasis en los parajes.

Cabe agregar que los mecanismos de reciprocidad y de negociación de conflictos no solo se dan entre los humanos, también entre la naturaleza; los manantiales se mantienen limpios y con vegetación alrededor, y a los seres sobrenaturales se les ofrenda “comida”, por ejemplo, a través de procesos rituales.


Ritual chamula

Podemos decir que las relaciones entre las tres esferas de vida (humana, natural y sobrenatural) y las que tienen lugar a través del Tzontehuitz como centro sagrado de la región son invisibles. Son relaciones de manejo del agua y de recursos naturales más allá de los propios parajes o de la delimitación municipal. Y no tienden a evitar conflictos (que aparecen también en el contexto local, como se ha señalado), sino a tener mecanismos de negociación de los mismos.

La conflictividad socioambiental en las localidades indígenas de Chiapas no solo debería ser abordada desde una óptica social y ambiental, sino también simbólica. En una dimensión que guarda conexiones profundas con la cosmovisión de las diversas etnias que pueblan esta entidad federativa. Algo que generalmente ignoran quienes desde las instancias oficiales toman decisiones de tipo ambiental, social o económico en Chiapas y otras entidades con población indígena predominante.

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