Sociedad y Justicia
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En Santa Clara del Cobre cerraron 60% de los talleres de escultura de pasta de caña

Copias chinas, migración e inseguridad colocan en riesgo la artesanía de maque
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No hay una estadística del número de artesanos que hay en el país, pero es un hecho que cada día son menos quienes plasman sus saberes, destrezas y creatividad. En la imagen, un artesano de la comunidad purépecha de Patambán, MichoacánFoto Cuartoscuro.com
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de septiembre de 2015, p. 41

En la artesanía está escrita la historia de los pueblos, sólo hay que saber leerla, dice Mario Agustín Gaspar, reconocido artesano de Michoacán por sus trabajos de maque y esculturas de pasta de caña. Pero esa riqueza y las técnicas preservadas desde la época prehispánica –como el caso del maque– están en grave riesgo por las copias chinas, la migración y la inseguridad.

En Santa Clara del Cobre se ha dejado de escuchar el golpe del martillo contra el cobre: 60 por ciento de los talleres cerraron; en Pátzcuaro, son escasos los artesanos que trabajan la laca perfilada en oro, pues los jóvenes no quieren continuar con ese trabajo.

La técnica del maque es tan antigua que se pierde en la noche de los tiempos; la pasta de caña es esencia del ceremonial del pueblo purépecha; la laca perfilada en oro es producto de la enseñanza de don Vasco de Quiroga. Si no hacemos algo todo se perderá, advierte Mario Agustín.

A su voz de alerta también se une J. Manuel Hernández, artesano del pueblo mágico de Metepec, estado de México, conocido por las figuras de barro denominadas árboles de la vida.

Es una tradición que se hereda. La búsqueda de la tierra adecuada y su preparación junto con el amor por las piezas, cada una distinta porque están hechas a mano, son reflejo de nuestra diversidad cultural, expresa.

Ambos sostienen que los mexicanos todavía tenemos la oportunidad de difundir la historia y cultura por medio de las artesanías, pero si no se atiende la voz de los artesanos su arte sólo será conocido en los museos.

No hay una estadística del número de artesanos que hay en el país, en lo que hay coincidencia es que cada día son menos quienes en Oaxaca, Guerrero, Jalisco, Yucatán, Michoacán, estado de México, Hidalgo, Tlaxcala, Morelos o Chiapas plasman sus saberes, destrezas y creatividad en la diversidad de piezas de múltiples materiales, textiles, dulces y comidas tradicionales.

“Los artesanos enfrentan muchos obstáculos. El primero es la falta de definición de las dependencias que trabajan con la artesanía.

No hay políticas públicas que favorezcan el desarrollo social, cultural y laboral de los artesanos con una visión incluyente; tampoco hay canales de comercialización directa con los grandes consumidores.

El mercado global propicia que la sociedad privilegie lo extranjero sobre lo propio”, asienta Socorro Oropeza Morales, presidenta de la Unión Nacional de Productores Artesanales Coyolxauhqui, y promotora de la Feria Internacional Las Manos del Mundo.

Ejemplo de esa competencia que desplaza las artesanías mexicanas son las famosas guitarras de Paracho. Mario Agustín Gaspar refiere que en la región se venden guitarras de origen chino en 200 pesos, mientras las elaboradas por artesanos cuestan entre 750 y mil 100 pesos.

El artesano que pone su esfuerzo para hacer una guitarra de buena calidad, que puede ser reparada en caso de una rajadura, está desplazado. La gente prefiere un costo bajo, aunque la calidad sea muy baja, afirma.

La gente tiene que saber que la artesanía es la historia de los pueblos, que hay piezas que, como el maque, se trabajan con técnicas prehispánicas que tienen más de 2 mil 500 años, insiste Gaspar, a quien Fomento Cultural Banamex nombró el gran maestro en 2001; en 2010 recibió el premio Vasco de Quiroga; este año el premio estatal (Michoacán) de las artes Eréndira.