Opinión
Ver día anteriorDomingo 4 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Puntos sobre las íes

Recuerdos XIII

P

rimera ocasión…

Estábamos ya instalados en el palco 44 de la Monumental Plaza México, vecinos de la autoridad, y ahí estaría por muchos años el palco de El Redondel y desde el cual transmitiría don Alfonso de Icaza, Ojo, a la redacción todo lo acontecido, ya fueran corridas, novilladas y alguno que otro festival. Escribo que por vez primera lo ocupamos, aunque no se transmitió en directo, porque el festejo inaugural tuvo lugar el martes 5 de febrero y las transmisiones dieron inicio hasta el domingo 26 de marzo de 1946, inauguración de la temporada de novilladas, ya que los domingos anteriores el coso que funcionaba era El Toreo de la Condesa, que fuera despedido con un festival el 19 de mayo de ese mismo año, y en el que don Rodolfo Gaona recorrió el embudo en medio de una sonora ovación.

El cartel para esa festejo chico lo formaron Manuel Jiménez Chicuelín, Gabriel Soto y Raúl Iglesias, con ganado de Santín.

Por cierto que entre semana eran por demás abundantes las corridas en El Toreo e Insurgentes, figurando en casi todas ellas Manuel Rodríguez Manolete, por lo que un buen número de aficionados se ausentaban de sus labores y ante el clamor de empresarios y comerciantes el 22 de abril de 1946 se publicó en El Diario Oficial un decreto presidencial que indicaba que únicamente podrían celebrarse dos corridas a la semana en el Distrito Federal.

Imagínese el amable lector el arrastre de Manolete

* * *

Mil sucesos.

Más o menos tendría yo unos 10 años de edad cuando Manolete al regresar a España declaró que ese año no torearía más y que si algo deseaba era volver a México, donde había estado más que contento, feliz con la entendida y entusiasta afición mexicana y con aquel ganado maravilloso, tan bravo y encastado como el de las mejores dehesas de su tierra.

Y la que se armó.

Aún recuerdo, entre soles y sombras, los artículos al respecto en El Redondel, en otras publicaciones especializadas y en la prensa diaria, que señalaban que el público hispano no había visto con buenos ojos aquellas declaraciones.

Y lo cumplió.

Por única vez durante la temporada 1946 sólo vistió de luces el 19 de septiembre, en Madrid.

De ese calibre era.

La tv.

En México se hablaba ya de las maravillas de la televisión y tan así las cosas que el viernes 4 de octubre se transmitió por vez primera en el mundo un festejo taurino. Se instalaron unos voluminosos aparatos receptores en el vestíbulo del hotel del Prado y una numerosa concurrencia pudo ver la novillada nocturna que se celebraba en la Plaza México, con seis novillos de Milpillas, para Saúl Guaso, Roberto Muñoz Ledo y José Ríos.

Cómo recuerdo aquella noche con mi padre y mis hermanos, Elisa y Marcelo, que no podíamos dar crédito ante tal maravilla.

Y llegó el 25 de octubre.

En esa fecha comenzaron a darse los primeros brotes de la fiebre aftosa, una terrible epidemia y que iba a perjudicar –y mucho– a la fiesta de los toros.

¿Qué la causó?

Lo de siempre, la irresponsabilidad y la maldita y nefasta corrupción, según se supo poco después.

Algunos hombres de campo adquirieron unos cebús brasileños que fueron confinados en varios corrales en la isla de Sacrificios, en cuarentena sanitaria.

Mediante algunas mordidas y no pocas francachelas se permitió salieran antes de tiempo y en menos de dos meses estaban ya infectados Veracruz, Puebla, México y Tlaxcala, y para evitar su propagación, se decretó el llamado rifle sanitario que consistía en fusilar a los animales enfermos.

Y esto, además, cobró muchas vidas, ya que campesinos, criadores de ganado, introductores y comerciantes le declararon la guerra a las tropas encargadas de cumplir lo dispuesto y las cifras de los uniformados caídos en acción fueron innumerables.

Y entre ellos, aún recuerdo a mis padres y a varios parientes y amigos de la familia Bacha, en el funeral, misa y sepelio del mayor Bacha, a quien venadeareon por los rumbos de Tlaxcala.

Fue horrible.

* * *

En lo que regresa Manolete a México, habremos de referirnos a tres hombres que, de una u otra forma, forman parte importantísima de estos recuerdos: don Neguib Simon, don Moisés Cosío y don Tomás Valles.

Continuará...

(AAB) [email protected]