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Transplante de útero, ¿nueva realidad reproductiva?
E

l pasado jueves se difundió la noticia sobre la aprobación para realizar trasplantes de útero en el Reino Unido, luego de que una comisión de ética del Imperial College de Londres dio luz verde para efectuar este procedimiento quirúrgico. La nota aparecida oportunamente en esta sección de ciencias, señala además que en los próximos meses se practicará esta operación a 10 mujeres, lo que significa que probablemente pronto tendremos noticias sobre nacimientos de bebés en esa nación mediante esta técnica.

Pero lo anterior no sería posible si no se contara con los antecedentes del proyecto de investigación iniciado por el doctor Mats Brännström, en la Universidad de Gotemburgo, Suecia, hace ya 16 años. Esta historia tiene varios episodios, los cuales, desde luego, incluyen experimentos en diversas especies animales, entre ellas ratones, ovejas y primates no humanos, que permitieron diseñar las técnicas quirúrgicas más apropiadas y enfrentar los problemas que pudieran presentarse, hasta que, en septiembre de 2012, se realizaron los primeros dos trasplantes en humanos y para 2013 había ya nueve mujeres receptoras y medio centenar de artículos científicos en los que se evaluaba la nueva tecnología de reproducción asistida.

Pero una cosa es lograr un trasplante exitoso, desde el punto de vista quirúrgico, y otra muy distinta es demostrar la capacidad funcional del órgano; dicho en otras palabras: se tiene que mostrar el nacimiento exitoso de un bebé sano y además del bienestar de los participantes. El equipo sueco decidió que había que esperar por lo menos un año antes de intentar la transferencia de un embrión al útero trasplantado.

En 2013 una mujer de 35 años que había nacido sin útero (con una condición conocida como síndrome de Rokitansky), recibió el transplante en el hospital universitario Sahlgrenska, en Gotemburgo, el órgano lo recibió de una donante de 61 años de edad. Mediante la técnica de fertilización in vitro realizada a ella y su pareja, se obtuvieron embriones que fueron mantenidos a bajas temperaturas (criopreservación).

La técnica operatoria fue un éxito, pues tanto la donadora como la receptora tuvieron recuperaciones sin incidentes. La primera prueba de funcionamiento normal fue la aparición de la primera menstruación en la receptora 43 días después de realizado el trasplante, lo cual continuó de manera regular por intervalos promedio de 32 días. Como se sabe, una de las principales complicaciones en un trasplante es el rechazo y en este caso hubo dos episodios, los cuales fueron controlados con la administración de sustancias inmunodepresoras.

Un año después del trasplante, recibió la transferencia de uno de los embriones criopreservados, la cual resultó en un embarazo, que transcurrió dentro de parámetros normales (evaluado por el crecimiento fetal y flujo sanguíneo), aunque con un nuevo episodio de rechazo que fue controlado.

Después de 31 semanas y cinco días de gestación se decidió realizar una operación cesárea pues la madre fue diagnosticada con preclampsia (una condición que se acompaña de hipertensión) y signos de estrés en el bebé, el cual nació con un peso de 1.775 gramos (bajo, pero considerado normal de acuerdo con la edad gestacional) y un índice de Apgar (que muestra el estado del bebé en los primeros minutos después del nacimiento) muy alto, entre nueve y 10 puntos.

He explicado con algún detalle estos datos que aparecieron publicados en febrero de 2015 en la revista Lancet, por tratarse del primer reporte de un nacimiento exitoso, luego de un transplante uterino, pero además para argumentar que desde mi punto de vista, el embarazo no estuvo exento de problemas y hay que actuar con mucha prudencia pues en mi opinión hay un camino todavía largo que recorrer antes de convertirlo en una práctica generalizada.

Uno puede preguntarse por qué los trasplantes de corazón, riñón e hígado –para citar algunos ejemplos– son ya parte de la práctica médica, digamos convencional en casi todos los países del mundo incluyendo México, mientras los trasplantes de útero no.

La respuesta es que el útero es un órgano muy complejo (considerado un universo desde la medicina renacentista) y el proceso reproductivo es también de una gran complejidad, pues involucra en este caso a la donadora, la madre y el nacido por esta técnica, cuyo bienestar no puede limitarse sólo a una evaluación de corto plazo.