Jornaleros binacionales
"hemos decidido salir de las sombras"

Reportaje Gráfico de David Bacon


Filemón Piñeda y su esposa Francisca Mendoza en su cabaña en el Campo 2 durante la huelga en Sakuma Farms, Washington

Aunque la más dramática protesta en 2015 ocurrió en Baja California, la misma rabia crece entre los jornaleros agrícolas indígenas a todo lo largo de la costa del Pacífico, de San Quintín en México a Burlington, una hora al sur de la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Hace dos años, los trabajadores mixtecos y triquis se fueron a huelga en los campos de fresas en Skagit County en el estado de Washington. Dos años antes de eso, los jornaleros triquis que pizcaban chícharos en Salinas Valley se rebelaron contra las inhumanas cuotas laborales, y contra las redadas de inmigrantes en el poblado de Greenfield.

Driscoll’s y sus socios en Baja California, BerryMex y MoraMex, controlan una gran tajada de la cosecha de moras en México, con un valor de 550 millones de dólares anuales. El año pasado México embarcó 25 millones de charolas de fresa a Estados Unidos. Los embarques de 16 millones de charolas de frambuesas y los 22 millones de charolas de zarzamoras representan más que la producción interna estadunidense. La compañía, con sede en Watsonville, California, es socia de los productores a lo largo de toda la Costa Pacífico. Las distribuidoras globales y los grandes productores mantienen un enorme poder político y económico. Pero los jornaleros agrícolas comienzan a desafiarlos, organizando movimientos militantes independientes en ambos lados de la frontera.


El barrio de Santa María de los Pinos, en Baja California, donde viven jornaleros mixtecos y triquis migrantes de Oaxaca

Fue el agua lo que condujo a la organización que montó la huelga que estalló en la primavera. Hace dos años, los comités comunitarios en los poblados del valle formaron la Alianza —Alianza de Organizaciones Nacionales, Estatales y Municipales por la Justicia Social— para luchar por una mejor agua. Y obtuvieron la promesa gubernamental de que se extenderían las horas de servicio y se mejoraría su calidad.

Según cuenta Bonifacio Martínez, un líder de la Alianza, “por años hemos estado confiando en algún tipo de cambio, pero nunca ha ocurrido”. Antes de comenzar la huelga del 16 de marzo, los activistas fueron de colonia en colonia, reuniéndose con las familias después del trabajo. “Y les preguntábamos: ¿van a seguir viviendo así como ahora?”, recuerda. “Detrás de este movimiento lo que hay es hambre y necesidad. Para los poderosos de por acá somos tan sólo máquinas que hacemos el trabajo. Nos tienen que ver como seres humanos plenos, y respetar nuestros derechos y cultura indígena”.

La temporada de pizca dura solamente seis meses, así que los jornaleros deben sobrevivir durante los meses que no tienen trabajo. Los jornaleros mixtecos y triquis de San Quintín vinieron originalmente como migrantes estacionales, regresando a Oaxaca cuando terminaba la pizca. Pero ahora la mayoría vive en el valle de manera permanente. Los campos de labor de BerryMex aloja a 550 migrantes temporales, pero el resto de sus 4 mil-5mil pizcadores vive en los poblados a lo largo de la carretera. El gobierno mexicano subsidia algunos de los costos de vida de la temporada de desempleo, mediante un subsidio en efectivo conocido como IMSS-Oportunidades (que rebautizaron recientemente como IMSS-Prospera). Pero la mayoría de familias necesita conseguir cualquier empleo que encuentren o pedirle prestado a sus amistades.

Es cada vez más frecuente que las grandes corporaciones organicen la migración. Sierra Cascade, que cultiva esquejes para las plantas de fresa en Tulelake, California, tiene una oficina de reclutamiento en San Quintín. La compañía fue llevada a juicio por California Rural Legal Assistance en 2006 por estafar a los jornaleros huéspedes contratados bajo el programa de visado H2A. En 2007, Sierra Cascade reclutó 340 jornaleros huéspedes de San Quintín, 550 en 2010 y más año con año desde entonces. Según Laura Velasco, Christian Zlolniski y Marie-Laure Coubes, autores de From laborers to settlers, “El Valle de San Quintín se ha vuelto un importante centro de reclutamiento de trabajadores migratorios para Estados Unidos”.


Lorena Hernández, 20 años, madre soltera de una niña de cuatro años, cosecha moras en un campo. Los trabajadores reciben 8 dólares por cada 10 kilos que recogen. Valle de San Joaquín, California

Durante los últimos años, los jornaleros mixtecos y triquis en California también han organizado paros laborales. Una huelga de mixtecos paralizó a los productores de fresas en Santa María en 1999. Hace cuatro años una huelga de triquis golpeó la cosecha de chícharo de Salinas Valley tras de la cual fueron despedidos los trabajadores por no cumplir con las exigencias de una alta producción. “Sus manos estaban hinchadas”, recuerda Andrés Cruz, un organizador comunitario triqui en el poblado de Greenfield. “Usas tu uña para cortar la vaina del tallo y la uña que no aguanta a veces se arranca. Organizamos esa huelga en un solo día”. Los trabajadores despedidos ganaron la reinstalación y un recorte en la cuota, pero los líderes fueron puestos en una lista negra para la siguiente temporada.

Conforme creció la población triqui y mixteca de Greenfield, comenzaron las redadas de inmigrantes. “La policía comenzó a perrear a cualquiera que tuviera pinta indígena”, recuerda Eulogio Solanoa, un trabajador agrícola mixteco que después fue contratado por United Farm Workers. Cuando el jefe de la policía puso un alto al hostigamiento y comenzó a reunirse con la comunidad indígena, el consejo de la ciudad lo despidió.

Los jornaleros agrícolas triquis y mixtecos en Estados Unidos y México comparten una historia común de organización laboral. Muchos son veteranos de tres décadas de huelgas y luchas agrarias en Baja California. Los líderes indígenas en ambos países recuerdan las primeras rebeliones en San Quintín, encabezadas por La Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC). A mediados de la década de 1980 la CIOAC envió organizadores al norte de México a montar huelgas. Después, conforme los jornaleros comenzaron a abandonar los campos de labor y construir hogares permanentes, la CIOAC organizó movimientos de toma de tierras y para forzar al gobierno a proporcionarles agua, electricidad y servicios básicos. Dos de los lideres, Beatriz Chávez y Julio Sandoval, fueron enviados a una prisión federal tras encabezar invasiones de tierras. otro, Maclovio Rojas, fue asesinado.


Jornaleros en huelga en Sakuma Farms, a las puertas del campo donde viven en la granja misma. Burlington, Washington

Un grupo más con raíces en toda la región es el Frente Indígena Organizaciones Binacionales  (FIOB), organizado por activistas que encabezaron las huelgas de jornaleros agrícolas en Baja California y el norte de México en la década de 1980. Sus primeros miembros fueron migrantes en California, pero después se organizaron capítulos en Oaxaca y Baja California. Hoy el FIOB tiene miembros en casi todos los poblados a lo largo de la carretera en el Valle de San Quintín. Fueron activos en la huelga reciente y uno, Faustino Hernández, fue herido por la policía en Camalu, durante los eventos del 9 de mayo. Esta primavera los capítulos locales realizaron talleres para enseñar los rudimentos de la organización. Los capítulos del FIOB en California reunieron miles de dólares para los huelguistas, y una caravana de activistas procedente de Los Ángeles les llevó tres toneladas de alimentos.

“La violación de los derechos humanos y laborales en San Quintín ha continuado por años”, explica Rogelio Méndez, coordinador del FIOB en Baja California. “La gente tiene el derecho a mejores salarios, y han estado luchando más de treinta años por conseguirlos. Pero las autoridades han abandonado cualquier esfuerzo por proteger los derechos laborales. Los jornaleros tienen que hacerlo por sí mismos”.

Dado que los mixtecos, los triquis y otra gente indígena ha tenido que abandonar su hogar y ahora intenta asentarse en comunidades a lo largo de la Costa Pacífico, también busca obtener derechos como migrantes con un status económico mejor. En tanto luchan por conseguirlos, se vinculan con las raíces indígenas comunes y con su trabajo para empleadores en común. “ Si las compañías como Driscoll’s ahora se volvieron internacionales, también los jornaleros deben volverse internacionales”, insiste Bonifacio Martínez. “Quiero decir a nuestros hermanos en Estados Unidos: también estamos alzando la voz por ustedes en este lado de la frontera. Así en Estados Unidos o en San Quintín, hemos decidido salir de las sombras a la luz del mundo”.

Traducción: RVH