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El escritor presentó ayer su libro Poesía visual, en el Palacio de Bellas Artes

Alberto Blanco propone belleza y traza imágenes con el lenguaje

Mi trabajo como artista es meter orden, dar una alternativa, no mentarle la madre al respetable, apuntó

Para el investigador Rodolfo Mata, los textos se quedan en la mente reverberando

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La palabra amor no es el amor, la palabra democracia no es la democracia, expresó el poeta ayer en el Palacio de Bellas ArtesFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de octubre de 2015, p. 7

El lenguaje es un mundo paralelo, magia pura, según el poeta Alberto Blanco.

Durante la presentación realizada ayer en el Palacio de Bellas Artes de su libro Poesía visual, y ante un público en su mayoría joven, explicó que en un país como el nuestro, tan espantosamente desordenado, mi trabajo como artista es meter orden, proponer belleza, una alternativa diferente. Eso entiendo por contracultura, no ir a mentarle la madre al respetable, eso se lo dejamos a los políticos, que lo hacen de manera constante.

El autor dijo que siempre le preguntan por qué no escribe un poema sobre Ayotzinapa, o por qué en su obra no aparecen las matanzas, los ataques, tristemente lo de siempre, a lo que responde: “Si viviéramos en un país decente, otra cosa sería, pero vivimos en un país que es un desastre y en una ciudad con un caos restante; entonces lo más fácil sería escribir cosas terribles, violentas y agresivas que reflejen la realidad de todos los días, pero esa no es mi actitud con mi trabajo.

“Como dice John Cage: ‘donde hay mucho orden un artista debe meter desorden, y donde hay mucho desorden hay que poner orden’. En un país como el nuestro mi trabajo es meter orden. Contracultura es hacer propuestas a contracorriente.”

Respecto de Poesía visual (coedición entre Ediciones Del Lirio y la Dirección General de publicaciones del Consejo Nacional de las Culturas y las Artes; incluye obras publicadas en otros de sus libros), Blanco señaló que “la palabra suena, la palabra evoca imágenes; oído y vista son fundamentales en ellas, pero existe un tercer elemento, misterioso, que es en el que pocos ponen atención, pero que es una de las materias primas de los poetas: la forma en la que el lenguaje representa al mundo.

Es inverosímil que la palabra árbol represente un árbol, sin saber cuál, y la usamos todo el tiempo de la manera más inconsciente. Es decir, la palabra amor no es el amor, la palabra democracia no es la democracia; damos por sentado que las palabras son del mundo, y no, las palabras son sólo palabras. La poesía trabaja con esos aspectos sobre todo, con esa misteriosísima capacidad de reproducir el mundo.

La poesía visual en la que Blanco lleva años trabajando “pone atención al aspecto que tiene que ver con el ojo y la imagen, pero no sólo eso, sino que el lenguaje escrito por sí mismo propone imágenes. Paul Klee decía que escribir y dibujar eran lo mismo. Los tlacuilos del México antiguo describían con imagen y eran la misma cosa, y entre los griegos los verbos escribir y dibujar eran un solo vocablo.

Los poemas visuales que ofrezco al lector-espectador en este libro son fruto de décadas de práctica; es mi testimonio, mi manera de entender, que es dibujar con las palabras.

El investigador Rodolfo Mata, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que la calidad visual del poeta está en la retina de la imaginación y que los poemas no son recreaciones, sino creaciones paralelas de obras de pintores como Picasso, Gironella y El Greco.

Hay versos distribuidos en el papel en bloques de tres líneas o en columnas que se mueven hacia abajo, como cuadrícula de ajedrez; en otros emplea la sombra del texto o manchas textuales como recursos figurativos o rítmicos. También hay poemas que tienen referentes fílmicos; varios títulos tienen que ver con Visconti, Kurosawa, Herzog o cintas como El ciudadano Kane.

Es otra manera de ser visual cultural y mentalmente, pues las películas comienzan a correr en nuestro imaginario. Otros poemas recurren a la figuración, son un cuchillo pétreo o el follaje de un árbol, imágenes mentales que disfrutamos y que en el libro se degustan, añadió Mata.

Blanco explicó que uno de sus poemas está relacionado con el trabajo de la artista danesa Trine, esposa de Francisco Toledo, de quien, por cierto, recalcó: Se anda jugando la vida por unas jacarandas en el cerro del Fortín. El poema es una traducción de un textil de Trini, escrito con los nombres de los materiales que utilizó: fibra de henequén, cola y pelo de caballo, seda, papel, palma de hipihapa y la hierba lengua de vaca.

Mata consideró que hay poemas que son un enigma, como el titulado Número, que se queda en la mente reverberando, y cuando se descifra viene la sonrisa, o el poema Nombre, el más breve que se incluye en el libro, que es una sola palabra, imposible de leer; hay que deletrearlo: a-a-b-b-c-e-l-l-n-o-r-t, son las letras que forman el nombre del autor, siguiendo el orden del abecedario.