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En el Auditorio celebró 47 años, con la Filarmónica de Puebla

Con un minuto de mentadas recordó El Tri a normalistas
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En el recinto de Reforma sonaron Chavo de onda y otras clásicasFoto cortesía del Auditorio Nacional/José Jorge Carreón
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de octubre de 2015, p. a10

El domingo pasado, en el Auditorio Nacional, la bandita fiel, guadalupana y rocanrolera respondió al exhorto de Alejandro Lora, líder de El Tri, para recordar a los normalistas de Ayotzinapa, no con un minuto de silencio, sino con un minuto de desmadre, y al calor de gritos, silbidos, mentadas de madre y los típicos ¡culeros!, el concierto por el 47 aniversario del grupo tuvo un momento intenso, apoyado por la Filarmónica 5 de Mayo, de la ciudad de Puebla, que vistió de clásico el tercer concierto sinfónico de los intérpretes de Abuso de autoridad.

Lora recurrió a todos sus chistoretes, la mayoría conocidos, lo cual no disminuyó en nada lo que busca: que la raza se prenda y desahogue de todo lo que le molesta y no la deja ser feliz. ¡Desahóguense, cabrones! El karma mexicano del me vale madres cundió, y un cuate no paraba de bailar cual especie de azteca-apache: con un tocado de plumas, como si fuera Toro Sentado. Esta es la verdadera raza rocanrolera de México, de la que ahora no sabemos si son los papás los que traen a sus hijos o si son los hijos los que traen a sus papás. Progenitores, ella y él, con sus chavitos, todos bailando y cantando las de El Tri.

Me mientan mi madre que porque uso el nombre de la selección nacional de futbol, pero El Tri no es de nadie. ¡Es de todos!

En el área VIP, Armando Manzanero y otros maestros compositores se unían al reventón. Aplaudían y cantaban Piel morena, con la que el culto a la Virgen del Tepeyac se torna gruecso. Gracias por darnos un día más...

Alex se quejó de que sus seguidores ya no lo quieren, porque ya llevan rato sin mentarle su jefa. Al cliente lo que pida, y las mentadas estuvieron de a peso. El desgañite entre brodis, y ni quien se queje. ¡Gracias, yo también los quiero!, respondió el alburero de barrio. Un consejo: no hagas caso a tus papás. Para los pachecotes: María Sabina, la sacerdotisa de los hongos.

La crónica urbana con Niño sin amor, que al paso de los años se ha convertido en joven sin amor o ruco sin amor. El auditorio es un martinete colectivo. Pobre soñador, y la filarmónica colabora echándole filin. A todos les ha ido como en la letra: me ponchas o me haces batear de jonrón (snif).

Alejandro lleva una camiseta con la imagen de Donald Trump y la frase Chingue su madre, para lo cual le canta una parodia que es coreada con recordatorios familiares. Si llega a presidente... Dice que no trabajamos... ¡pinche viejito traumado! Está el relajo en todo su apogeo y la banda brinque y brinque. Por allá, Manzanero le da al tíbiri-tábara.

Oye cantinero, una rolota para recordar los días en que se pierde la forma humana. Todo me sale mal, que todos saben a qué se refiere. Es la medianía compartida. Pura carrera trunca. A llorar con Pamela, que habla de una experiencia atroz: una vez en que El Tri fue a tocar al reclu Sur y un preso le contó a Lora que su mujer, como no estaba él para que su ruca le diera de trancazos, se los dio a su hija Pamela, de 2 años, y la mató.

Contigo me conformo (aunque más merezco), otra rola. Chela Lora le da sus besotes a su galán. Para los chavos de Ayotzinapa, Cuando tú no estás. De ahí para el real: Triste canción, para cerrar con Metro Balderas.

Para no quedarse atrás, la Filarmónica instó a la banda roquera a que gritara ¡puto, puto, puto!