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DocsDF, vigor del documental
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Fotograma de Llévate mis amores, de Arturo González Villaseñor, sobre los indocumentados que viajan en La bestia y la emotiva solidaridad indígena de Las Patronas
I

n Docs we Trust. El Festival Internacional de Cine Documental de la ciudad de México (DocsDF) celebra este año su décima edición. Desde 2006, este encuentro, así como Ambulante, gira de documentales (también con un década de existencia), se ha dado a la tarea de difundir las películas de no ficción, nacionales y extranjeras, que no tienen cabida, o muy poca, en las salas de exhibición comerciales. Gracias a esta defensa e ilustración del quehacer documental, muchos espectadores se han familiarizado con las posibilidades artísticas de un género al que hasta hace poco sólo se le atribuían funciones pedagógicas o propagandísticas.

Los cinéfilos no desconocían, por supuesto, la labor de los grandes maestros del documental, desde Flaherty hasta Gibney, Wiseman y Oppenheimer, pasando por Rouch, Lanzmann o Depardon, pero las ocasiones de apreciar sus trabajos eran escasas y su promoción casi nula. El trabajo de los documentalistas iberoamericanos y nacionales era, a su vez, prácticamente ignorado, haciendo de la faena de los directores interesados en ese género todo un cometido heroico.

DocsDF y Ambulante han roto aquel viejo cerco de silencio y facilitado la migración de los documentales desde los festivales de cine internacionales y nacionales hasta múltiples salas de cine y foros públicos. No sólo cumplen así con una estupenda labor de promoción cultural, también toma notan de algo que los teóricos Gilles Lipovetsky y Jean Serroy consignan en La pantalla global, cultura mediática y cine en la era hipermoderna (Anagrama, 2009). En las sociedades actuales, huérfanas de ideologías heroicas, con democracias de desorientación, inseguridad y decepción, señalan los autores, “los hechos que presenta el documental sustituyen los ya debilitados sistemas de interpretación global por ‘realidades’ inmediatas, pero fuertes, con una innegable dimensión de evidencia. Aportan islotes de tierra firme y sólida que faltan cruelmente a nuestros contemporáneos”.

También los documentales, en su vertiente política, pueden y suelen ser formidables herramientas para contrarrestar el poder del discurso dominante y desmontar las falacias presentadas como verdad histórica, o para hacer escuchar las voces de minorías étnicas o sexuales sin otras oportunidades mediáticas. Una dimensión complementaria es el rescate y difusión de las memorias colectivas. Considérese el punto de arranque de DocsDF en su primera edición, en 2006, en unas cuantas salas: XV en Zaachila, de Rigoberto Perezcano; Muxes…, de Alejandra Islas; La canción del pulque, de Everardo González, o Trópico de cáncer, de Eugenio Polgovsky. A esa difusión de documentales novedosos y originales, la acompañaba una revisión de la obra del cubano Santiago Álvarez y, al otro extremo del espectro político, documentales sobre la guerra civil española vista desde el bando del fascismo triunfante: Caudillo, de Basilio Martín Patiño; Raza, el espíritu de Franco, de Gonzalo Herralde, o la compilación de noticiarios NO-DO, de esa época, que realizó Rafael R. Tranche.

En cada edición, el festival ha conservado ese mismo espíritu de pluralidad y apertura. También la voluntad de estar al día con las propuestas más valiosas en la producción mundial del documental. Se han revalorado así los trabajos de Patricio Guzmán, Robert Gardner, Kim Longinotto, Albert Maysles, Lech Kowalsky, entre otros maestros del género, y la presente edición no desmerece ante aquellas que le precedieron. El país invitado es Gran Bretaña con un énfasis en el llamado rockumental, como lo practica Julien Temple, invitado especial. Hay interesantes trabajos de índole política como The ukranians, de Leonid Kanter, o Warriors from the north, de Soren Steen Jespersen y Nasb Farah, sobre jóvenes somalíes que viven en Dinamarca y eligen salir y combatir en favor del fundamentalismo islámico. O el notable trabajo Llévate mis amores, de Arturo González Villaseñor, sobre los indocumentados a bordo de La bestia y la emotiva solidaridad indígena de Las Patronas, por destacar un título en la variada sección Hecho en México.

Son 10 días de proyección, del 15 al 24 de octubre, 13 sedes capitalinas y 257 películas, entre cortos y largometrajes. Lo ideal será, por supuesto, la redifusión, entre una edición y otra, de una parte de este material abundante en foros de exhibición alternativa que naturalmente incluyen la Filmoteca de la UNAM y la Cineteca Nacional. Mayores detalles: www.docsdf.org

Twitter: @CarlosBonfil1