Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

De delegados y delegaciones

Casi un mes sin resultados

El show sustituyó a la política

A

ún no han pasado los primeros 30 días de trabajo de los nuevos jefes delegacionales y las cosas no parecen ir bien: las calles siguen inundadas de baches, de hoyos, de banquetas rotas, de obras interminables que dificultan aún más la circulación vehicular; de jardines convertidos en basureros, de camiones recolectores de desperdicios que se estacionan en cualquier lugar, en fin, de una y mil fallas que no requieren mucho más que atención para remediarlas, pero que no alcanzan para montar un show.

Tal vez por ello el titular de la Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, prefiere jalar las luces del espectáculo por otros caminos más redituables. En los primeros 20 días de este primer mes de gobierno, ha encontrado las mejores formas de entretener al respetable, y por allí, según sus cuentas, ganar simpatías para convertirse en jefe de Gobierno en 2018.

Si hacemos cuentas de este breve tiempo de gobierno, podríamos hablar de que Monreal ha denunciado, un día sí y otro también, o casi, todo lo que se le ha puesto enfrente. Primero el supuesto o real –serán las autoridades las que determinarán si hubo tal– saqueo en las oficinas delegacionales; despuecito halló un equipo de espionaje en su despacho –cómo me recuerda a Ramón Sosamontes, que encontró lo mismo y luego se hizo amigo de Carlos Ahumada–; otro día se topó con más de millón y medio de pesos de presunta procedencia anónima, por lo cual armó la denuncia en contra de quien resulte responsable.

Lo malo es que él, que fue gobernador de Zacatecas, diputado y senador, y además es licenciado en leyes, no sabía que si depositaba, como hizo, el dinero que misteriosamente halló en la delegación, en un banco, las posibles pistas para identificar a quien o quienes amablemente le fueron a dejar el paquete en la Cuauhtémoc se perderían y los responsables de un posible ilícito quedarían impunes.

Por eso, porque seguramente no sabía de esas cuestiones legales, fue que Monreal cargó una maleta con ropa y dos libros y se presentó ante las autoridades federales en calidad de culpable, no sabemos si para pagar la pena que correspondía o bien para, como en Hollywood, hacer que el show siguiera adelante.

El resultado fue que no llegó a la cárcel, pero llenó de tinta páginas y páginas y horas y horas de entretenimiento en televisión y radio, pero eso sí, los muchos problemas que enfrenta la delegación Cuauhtémoc allí siguen, en espera de convertirse en un buen show que el delegado quiera subir a su escenario, y si no es así, pues ni modo, seguirán a la espera de ser atendidos.

Ahora que, para ser justos, habría que decir que la situación que vive la Cuauhtémoc no es responsabilidad de Monreal; así le dejaron la demarcación, pero componerla, esa sí que será tarea del zacatecano.

De pasadita

Y ya que hablamos de las delegaciones y sus nuevos delegados, no podemos pasar por alto lo sucedido en Iztapalapa. No se trata, de ninguna manera, de especular sobre un hecho tan grave como el del crimen en un puente de la calzada Ignacio Zaragoza. Esos horrores sólo se cometen entre narcos; es, dicen los especialistas, una forma de venganza, pero, sea como sea, los argumentos del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, que han tratado de señalar que en el DF no hay crimen organizado, día con día se desvanecen, sin que se dé una buena explicación de lo que sucede en realidad, y de los esfuerzos que se hacen para que la capital del país no se convierta, ahora, en otro territorio de narcos. Lo dijimos muchas veces en este espacio: la llegada de la delegada Anguiano a Iztapalapa no sería buena señal para la paz del DF; ahí están los resultados.