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Número Especial noviembre 2015 No 202

Un cajón de estacionamiento
de 226 mil pesos


Arte: Francisco Toledo

Gustavo Madrid Vázquez
Publicado el 6 de mayo de 2015 en el diario El Imparcial

Hace ya varios meses que arrastramos un debate local que una vez más ha dividido la opinión pública de quienes habitan la Ciudad de Oaxaca. La construcción de un Centro ?Cultural? y de Convenciones en las faldas del cerro de El Fortín, cerca de donde se ubica actualmente el auditorio de la Guelaguetza, se ha convertido en un tema álgido del cual se derivan varias consecuencias. He manifestado antes un desacuerdo, no tanto por el sentido del proyecto como factor de movilidad económica que pudiera ser interesante, sino con el lugar elegido: una de las pocas zonas verdes que van quedando en una ciudad que se aprieta cada vez más, asfixiada en concreto y que carece precisamente de espacios que brinden remanso en la vida urbana contemporánea. Mientras la tendencia que debería seguir cualquier ciudad en la actualidad se orienta a la construcción de manchas urbanas más sostenibles y equilibradas ambientalmente, este tipo de megaproyectos chocan con estos principios básicos.

Para muestra, un dato que se suscribe dentro de la iniciativa del proyecto del Centro de Convenciones: la construcción de un estacionamiento en varias plantas que alojaría cerca de 600 vehículos. Este elemento sería el primero en construirse aledaño a la zona urbanizada de El Fortín, saltando la carretera internacional y requeriría una inversión de aproximadamente 160 millones de pesos. Hasta aquí todo parece anécdota si no fuera por una situación particular: al dividir el monto del presupuesto de este estacionamiento con el número de cajones a alojar, descubrimos que el costo por lugar de estacionamiento es de 266 mil pesos.

Es decir, cada cajón de estacionamiento tiene el valor de un automóvil nuevo. Y eso no es lo más desconcertante. Si calculamos el costo medio por hora de un cajón de estacionamiento en la Ciudad de Oaxaca, nos daremos cuenta que el tiempo para recuperar esta inversión por lugar de estacionamiento es muy largo. Si estuviera ocupado este cajón 24 horas al día los 365 días del año, se requerirían 20 años para recuperar la inversión, o 40, para una ocupación constante, más cercana a la realidad, de 12 horas.

Esto, sin contabilizar costos de mantenimiento y operación del inmueble así como el valor del suelo y las depreciaciones, lo que hace del proyecto un elemento incosteable desde el punto de vista financiero, ya que no existe una tasa de regresión de la inversión rentable. Por consiguiente, la convierte en una infraestructura subsidiada, una inversión pública que debería al menos manifestar un retorno social de lo invertido. Se arguye que este retorno corresponde a la mejora de las condiciones para el sector turismo de la ciudad, que Oaxaca se llenará de visitantes que vendrán a organizar grandes congresos.


Los trabajos en el área del estacionamiento

Pongo en duda estas previsiones, no se han hecho realidad en otras ciudades de nuestro entorno como Tuxtla Gutiérrez o Puebla. Pero, además, se compite con otros lugares que cuentan con atractivos, como playas y mejor infraestructura. Sin embargo, lo absurdo de invertir dinero público en lugares de estacionamiento va más allá del aspecto económico, de acuerdo a la lógica de construir ciudades más sostenibles y eficientes.

La pregunta es si debemos seguir subsidiando al automóvil privado, responsable del colapso de nuestras ciudades y emisor de la mayor parte de los contaminantes que han calentado el planeta en las últimas décadas. 266 mil pesos es el costo de una vivienda social. También representa un aula para una escuela. Con 166 millones de pesos se podrían construir 100 km de carril bici confinado. O reforestar de manera integral el propio cerro de El Fortín, fuertemente deteriorado y víctima de un gran abandono. De nuevo el debate es el lugar. El elevado costo por cajón de estacionamiento se debe a la gran estructura de concreto armado que se requiere construir para poder dar lugar a los 600 vehículos que alojaría.

Si el mismo objetivo se hiciera en un suelo plano y abierto el costo se reduciría a algo parecido a 60 mil pesos. Una quinta parte del precio actualmente asignado. Pero eso no salva el problema de fondo y es que el dinero público debería ir dirigido a proyectos que hagan viable la vida futura de quienes habitamos esta ciudad. El reducir su reserva vegetal o incrementar el parque vehicular mediante subsidios ocultos al automóvil, desde ninguna de estas perspectivas pareciera la fórmula adecuada.

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