Opinión
Ver día anteriorLunes 26 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a morir

Nuevos tabús belgas

D

esde Bélgica comenta Cecilia Vandekerckhove, sobre la liberación de las eutanasias en ese país: “No obstante que el derecho infantil a solicitarla fue aprobado en febrero de 2014, con el consiguiente escándalo de casi todos los sectores, la eutanasia, aprobada en 2002, sigue experimentando una gran presión de la Iglesia católica y de otras confesiones, a los médicos, muchos todavía con objeción de conciencia en vez de adoptar una postura sensata y solidaria. Desaparecido un tabú –solicitar libremente la muerte digna– se han creado otros”.

Así, aunque poco a poco se va respetando la petición del paciente, sea terminal o desahuciado, adulto, joven o anciano, ahora, además de curas y médicos, ha surgido otra fuerte oposición a morir con dignidad: la que constituyen los propios hospitales y empresas farmacéuticas, cuyos ingresos en este terreno empiezan a disminuir. Por ello la demasiada burocracia, el excesivo control médico y engorrosos trámites, no obstante cuadros clínicos desesperados y peticiones firmadas, dificultan decisiones y prolongan innecesaria y cruelmente estados de agonía, por lo que pacientes y médicos aún deben cargar con pesadas cadenas, concluye Cecilia.

Guillermo Pérez escribe: hoy falleció un querido amigo de la familia, especialmente para mi hija Alejandra. Fue su instructor en el manejo de caballos para terapia, su amigo y finalmente socio en la impartición de cursos de sicoterapia con ayuda de animales. Me tomo la libertad de compartir con tus lectores el adiós que escribió mi hija a su maestro y amigo:

“¿Quiénes somos después de la muerte? Después de la muerte somos lo que llegamos a trascender. Somos lo que hemos influido en los demás, en sus genes, en sus ideas, en sus metas o en su actuar. Nuestra trascendencia, el seguir siendo y haciendo aun después de que nuestro corazón ha dejado de latir, depende 50 por ciento de nosotros, de lo que hayamos hecho, dicho, dejado de hacer o dejado de decir a lo largo de nuestra vida. El otro 50 por ciento depende de quienes nos sobreviven, de lo que hagan, digan, dejen de hacer o dejen de decir con nuestros genes, ideas, metas o actuar. Decir adiós puede no ser fácil pero consuela saber que sigues cerca cada vez que trasciendes. Con todo mi cariño y respeto para ti Papá Pingüino trataré de hacer valer estos años y de hacerlos trascender, porque la muerte lo único que hace es modificar la relación, no extinguirla.”