Opinión
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La Muestra

Murieron por encima de sus posibilidades

P

anda-pandemonio. Cinco perfectos orates huyen de un manicomio donde han sido internados por haber asesinado, del modo más gratuito y absurdo, a amigos y parientes cercanos. Fuera del asilo siquiátrico se enfrentan a un orden social que juzgan más desquiciado aún que ellos mismos, y pretenden derrocarlo organizándose como una pequeña banda anarquista, una Banda de Osos Panda, vestidos de peluche; una Panda (sic) de Morosos, dispuesta a ajustarle las cuentas al sistema global capitalista.

En Murieron por encima de sus posibilidades (título que resume el alcance del ingenio de la cinta), el realizador de origen catalán Isaki Lacuesta (Los pasos dobles, 2011) incursiona en el campo de la comedia con resultados aparatosamente fallidos. Su intención satírica es evidente. Como cualquiera de sus protagonistas, el director arremete de modo visceral contra los magnates neoliberales y sus lacayos en el gobierno, ese 0.8 por ciento que acapara 80 por ciento de las riquezas del mundo. Y en la embestida iconoclasta arrasa, de paso y sin miramientos, con los movimientos populares de indignación espontánea que han cuestionado a esa misma plutocracia. Se trata de revueltas meteorológicamente fallidas, pues eligieron la primavera en lugar del invierno para conseguir sus propósitos (así de fino hila su sátira el cineasta), y es que protesta y buen clima no van muy bien de la mano. Y si los gobiernos no tienen remedio y la corrupción se ha vuelto endémica e incontrolable, parte de la responsabilidad recae sobre los mismos agraviados, pues, según un personaje medianamente cínico, la culpa es nuestra, por ser españoles

El listado de agraviados es considerable: altas tasas de desempleo, recortes en el sector salud, pauperización de la clase media, cancelación de un estado de bienestar, y patéticas escenas como la de una madre, casi anciana, obligada a una doble jornada como empleada y prostituta. Los osos panda le ajustarán las cuentas a esa España cañí, de cascabel y pandereta, y a su clase de políticos y empresarios mediocres. Desafortunadamente, la manera en que el director presenta sus peninsulares relatos salvajes es a través de una larga bufonada carente de ingenio y de la mínima gracia. La idea final es la de un mundo como desastre irremediable, donde sólo logran sobrevivir las cucarachas, por lo que habrá que ser una de ellas para salir adelante. Obviamente, tal no parece ser la convicción del propio director, pero la complacencia con que combina su propósito satírico y todo un repertorio de chistoretes desangelados no le permite ir más lejos en la faena humorística. La cinta de Isaki Lacuesta poco tiene en común con la farsa en ocasiones inspirada y eficazmente vitriólica de un Alex de la Iglesia, y mucho más con una ramplonería cutre sin un fácil acomodo entre las películas notables que la acompañan en esta Muestra.

Se exhibe en la sala tres de la Cineteca Nacional. 12 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1