Opinión
Ver día anteriorJueves 12 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Inadmisible, que los migrantes sigan en el limbo
P

aul Ryan es el nuevo presidente de la cámara baja y sustituye a John Boehner, quien prefirió renunciar ante la falta de apoyo del ala más conservadora de su bancada pues, entre otras cosas, se le reclamaba la falta de fuerza para enfrentar al presidente Barak Obama. Entre todos los posibles sustitutos, Paul Ryan parecía el más abierto en relación con los temas de migración. De hecho, y según señala la revista Político, trabajó con el representante demócrata Luis Gutiérrez para impulsar la reforma migratoria, y manifestó que así lo hacía porque era lo correcto. De hecho era considerado el político republicano más pro amnistía. Con estos antecedentes llama la atención que una vez alcanzada su posición en la Cámara haya señalado tajantemente que no piensa someter a votación en el Congreso de Estados Unidos la reforma migratoria integral. Pero llama más la atención su posición en relación con Barak Obama, a quien culpa de ser poco fiable, porque los presidentes no escriben leyes, sino el Congreso. Parecería que Paul Ryan quiere evitar que sus correligionarios lo tilden de blandengue. Sin embargo, la cuestión va mucho más allá, lamentablemente, pues queda claro que el tema migratorio, en el contexto electoral, está siendo utilizado por los precandidatos republicanos, por supuesto con Donald Trump a la cabeza, como el instrumento eje y única preocupación que deben tener los electores para decidir su voto, manipulando argumentos que ofrecen una visión apocalíptica, y esto puede explicarse porque el tema migratorio forma parte de la plataforma política de Obama.

En este escenario, no es extraño que la acción ejecutiva presentada por Barak Obama, cuyo objetivo es proteger de la deportación a cerca de 5 millones de personas que son padres de niños nacidos en Estados Unidos, esté enfrentando un nuevo revés, pues la corte del quinto circuito de apelaciones de Nueva Orleáns respalda el mandato del juez de Texas que bloquea la iniciativa migratoria. Hay un claro embate contra el presidente Barak Obama, y no les importa si se afectan los derechos humanos de los migrantes o, peor todavía, si se afecta el propio crecimiento económico del país, pues los migrantes son necesarios ante las dificultades demográficas que enfrenta Estados Unidos.

De acuerdo con el Centro de Investigación Pew, la tasa de natalidad ha caído a su nivel más bajo desde 1920, debido a que la fecundidad de las mujeres nativas está por debajo de la tasa de remplazo. Debido a ello, sin los migrantes declinará la población económicamente activa y la economía se contraerá. Los datos del desempleo son evidentes acerca de la necesidad de fuerza de trabajo migrante, pues en octubre de 2009 llegó a 10 por ciento, pero para octubre de 2015 se había reducido a 5 por ciento, lo que indica una clara recuperación. Por lo tanto, criticar a la economía en estas condiciones resulta poco efectivo y no puede retomarse como crítica que pudiera favorecer la visión republicana. Además, el muy debatido obamacare, como señala Dean Backer, ha sido mucho más exitoso de lo que se esperaba, pues se ha incrementado la cobertura, a pesar de que algunos estados republicanos se han negado a expandirlo. En este sentido, la población sin seguro cayó de 20.3 por ciento en el tercer trimestre de 2013 a 13.2 por ciento en el primer trimestre de 2015. Finalmente, resulta evidente que la economía estadunidense se ha recuperado en forma mucho más acelerada en comparación, por ejemplo, con la Unión Europea, que presenta una tasa de desempleo de 9.3 por ciento a septiembre de 2015. Y esto se debe al tipo de políticas de corte más expansionista implementadas por el país vecino, a pesar de las resistencias republicanas.

En este contexto, la administración Obama no tiene otra opción posible que llevar el litigio sobre los temas migratorios a la Suprema Corte de Justicia, y debe hacerlo tan pronto como sea posible pues, como señalé en una colaboración anterior, se enfrenta a una carrera contra el tiempo, y en medio de este juego político los migrantes, más que nunca, deben salir del limbo jurídico.