Opinión
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México SA

¿Y la seguridad social?

Zozobran las pensiones

¿Sólo las aportaciones?

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Protesta de jubilados y pensionados de diversas dependencia del gobierno. Imagen de archivoFoto Carlos Cisneros
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on cada reforma al sistema de pensiones, la promesa gubernamental –igual de permanente que de incumplida– ha sido mejorar el ingreso de los beneficiarios y aumentar la cobertura (que en los hechos y en ambos casos resulta cada vez menor). Después de 18 años de logros (Consar dixit), cuatro reformas al hilo y otra en ciernes, el resultado concreto es que las pensiones son verdaderamente miserables y reducido al extremo el universo de beneficiarios.

El padre de la modernidad y sus hijitos políticos establecieron bases sólidas para fomentar el ahorro a largo plazo y mejorar la situación económica de los trabajadores al momento de su retiro (Carlos Salinas dixit) y encontraron la gran solución social al México moderno de hoy, con un sistema para el futuro, moderno, ágil, transparente y, sobre todo, justo (Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto dixit). Todo, para que a 18 años de distancia sus operadores salgan con la batea de que el sistema actual no garantiza ingresos suficientes para fondear las pensiones, ergo, se requiere subir la aportación para el retiro entre 13 y 15 por ciento.

Dicha insuficiencia es resultado del enorme déficit de empleo formal que tiene el país, la creciente evasión de cuotas por parte de la patronal, el riguroso avance del outsourcing, el ejército de informales y los miserables salarios que se pagan, más la vista gorda del gobierno que no sólo lo ha permitido, sino que en no pocas ocasiones lo ha estimulado para que la ganancia del capital sea aún mayor (más de 30 mil millones de pesos en ganancias para los dueños de las Afore).

El sistema moderno y, sobre todo, justo revienta estrepitosamente y los genios creadores ven fácil culpar a los trabajadores, quienes de cualquier suerte pagan por un festín al que nunca fueron convidados –salvo para utilizar sus recursos–, y anunciar otra reforma modernizadora y, sobre todo, justa para que el filón de negocio privado continúe inalterado, sin importar las consecuencias sociales.

La nueva reforma sólo pretende aumentar las aportaciones para los trabajadores (más ganancias para las Afore), pero el monto de las pensiones se mantendrá en niveles de sobrevivencia, es decir, lo que sucede desde hace 18 años.

No es descubrir el hilo negro, porque en el México modernizado todo se hace igual. De hecho, hasta el propio Banco Mundial (que mucho tuvo que ver en eso de reformar las pensiones y todo lo demás) reconoce que a 18 años de distancia el nuestro se encuentra entre los países de América Latina con bajos índices de cobertura en su población de adultos mayores, particularmente en pensiones para la jubilación y el retiro. A pesar de que ha reformado sus principales programas de pensión sustituyéndolos por sistemas de capitalización total, contribuciones definidas y cuentas individuales, estas acciones respondieron más a las presiones fiscales que venían generando y a la necesidad de fomentar el ahorro financiero, que a lograr una mayor cobertura.

De igual forma, apunta el organismo supuestamente multilateral, ante un importante sector laboral informal y una alta movilidad entre éste y el formal, aún para aquellos que cuentan con un registro en un programa contributivo, es probable que no alcancen ni siquiera a obtener una pensión mínima garantizada debido a los bajos niveles en la densidad de cotización.

De acuerdo con su información, desde la primera reforma al sistema pensionario, en 1992, la población de 65 años se multiplicó por cuatro, al pasar de 4.3 por ciento en 1990 a 17 por ciento de la población total. Y sólo 22.2 por ciento de ellos tiene ingreso por pensión, así sea raquítico.

¿Qué fue de la amplia cobertura que se prometió con la reforma madre? Pues valió ídem. El Banco Mundial detalla que el 95 por ciento de los adultos mayores de 65 años en el primer quintil (20 por ciento de la población de menores recursos) habita en zonas urbanas y el 87.2 por ciento en zonas rurales reportaron no recibir ingresos. De acuerdo con el Coneval, 45.8 por ciento de la población de 65 y más años de edad se encontraba en situación de pobreza, comparada con el 46.3 por ciento de la población menor a 65 años. Lo mismo ocurre con la población en pobreza extrema que se estimó en 11 por ciento para los adultos mayores y 11.4 para los menores a 65 años.

La forma en la cual se fue conformando el justo sistema de pensiones, detalla el Banco Mundial, condujo a que al final se contara con un sistema altamente fragmentado, enormemente heterogéneo en términos de beneficios y nula portabilidad. Adicionalmente mostraba importantes ineficiencias debido a que la falta de información adecuada sobre los distintos programas y la carencia de una entidad que centralizara dicha información impedía eliminar duplicidades en el pago de beneficios y la prestación de otros servicios. Pero de manera más importante, los niveles de cobertura de la población se mantuvieron bajos.

A la vuelta de las reformas, el sistema pensionario mexicano puede caracterizarse de manera general por su dualidad y fragmentación. Dan cuenta de su dualidad la existencia de un sistema de seguridad social contributivo con un paquete definido de beneficios para los trabajadores del sector formal privado y del sector público, que coexiste con un conjunto de servicios y beneficios fragmentados no contributivos ofrecidos mediante diversos programas de asistencia social a la población en pobreza, de bajos ingresos y en el sector informal de la economía.

A estas alturas se presume la existencia de millones de cuentas en las Afore, pero no todas son activas por la importante movilidad entre el mercado laboral formal y el informal. Cuando un trabajador se mueve del primero al segundo deja de aportar a su cuenta. Este fenómeno entre trabajadores activos e inactivos es producto en gran medida de las características del mercado laboral mexicano, donde el componente informal es grande y ha crecido en los últimos años, mientras la movilidad es alta.

Entonces la solución debe ser integral, y no limitarse al aumento de cuotas y a cargarle el muerto al trabajador. Que es lo que el gobierno y sus asociados han hecho en esos 18 años, con los resultados que todos conocen y padecen.

Las rebanadas del pastel

El titular de Economía, Ildefonso Guajardo, ya decretó que el ATP se firma en febrero de 2016 y entra en vigor en 2017. No hay filtros, no hay análisis, no hay debate, no hay ajustes; va tal cual lo acordaron en lo oscurito. Esa es la ruta crítica y lo demás es lo de menos, mientras el Senado se mantiene calladito.

Twitter: @cafevega