Opinión
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París: cosecha y siembra de barbarie
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na serie de ataques coordinados ocurridos ayer en varios puntos de París arrojó un saldo preliminar de al menos 150 muertos y 200 heridos. La agresión más mortífera tuvo lugar en el salón de espectáculos conocido como Bataclán, en donde ocurrió el deceso de un centenar de personas. Otros eventos tuvieron lugar en los distritos 10 y 11 de París y en el Estadio de Francia, al norte de esa capital, donde miles de personas presenciaban un partido de futbol, entre ellas el presidente François Hollande.

La coordinación mortífera que se pudo observar en los ataques y el hecho de que al menos uno de ellos haya sido registrado en donde se encontraba el presidente francés hacen pensar que los atentados fueron planeados y ejecutados por una organización con capacidad logística considerable y cuyo fin último era sembrar terror entre los franceses y al propio tiempo tener una proyección internacional.

Los autores materiales e intelectuales de los asesinatos mencionados fueron capaces de vulnerar el estado de alerta antiterrorista en que vive Francia desde, por lo menos, principios de este año, a raíz de las agresiones homicidas cometidas contra la revista satírica Charlie Hebdo y un mercado de comida kosher. El desafío de los agresores al gobierno de París se ve más claro si se toma en cuenta que los ataques de ayer coincidieron con el primer día de la alerta policial especial lanzada con motivo de la Cumbre del Clima, que se celebrará en esa urbe entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre.

Se trata, en suma, del peor acto terrorista de Francia y uno de los más sangrientos de Europa, que recuerda inevitablemente los ataques cometidos en Madrid (11 de marzo de 2004) y en Londres (7 de junio de 2005) por grupos radicales islámicos. Aunque la identidad y filiación de los asesinatos de ayer en la capital francesa aún no se esclarece, sería improcedente soslayar, así sea como una mera hipótesis, la posibilidad de que estos crímenes tengan determinantes similares a los de las referidas masacres en la capital española y la inglesa: el involucramiento de los gobiernos respectivos en cruzadas antiterroristas impulsadas por Washington en contra de grupos extremistas islámicos.

Al respecto, no puede soslayarse que Francia fue el primer país europeo en seguir a Estados Unidos en su campaña en contra del Estado Islámico y que las agresiones de ayer suceden pocos meses después de que el gobierno de François Hollande se involucrara en la guerra de Siria argumentando legítima defensa, una medida que no ha hecho sino atizar el conflicto en Medio Oriente y los enconos antioccidentales en los países europeos.

Por desgracia, los atentados de ayer en París vienen como anillo al dedo a los halcones de Occidente, empeñados en buscar pretextos para intensificar su intervención militar en Medio Oriente, y a los sectores xenófobos e islamófobos de la ultraderecha francesa, siempre ávida de argumentos para criminalizar a los ciudadanos de origen árabe o musulmán y a los migrantes del Norte de África. Lo anterior ocurre, por lo demás, en un contexto de recrudecimiento de las políticas antimigratorias en Europa.

En suma, como suele ocurrir en episodios de este tipo, la barbarie expresada ayer en París amenaza con multiplicar la violencia y el encono en Europa y Medio Oriente.