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Ver día anteriorSábado 14 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

Maestros poderosos (IV)

C

asi todas las mañanas veo desde mi balcón a los niños camino a la escuela: llevan en la espalda tremendas mochilas llenas de libros, como si tuvieran que aprenderlo todo de una vez. Es injustificable que en secundaria lleven hasta 12 materias en cada grado, porque pretender que los niños aprendan tanto en tan poco tiempo es la forma más segura de que no aprendan nada.

Los maestros son quienes mejor conocen el fracaso escolar; ellos saben mejor que nadie por qué los niños no aprenden fácilmente matemáticas o gramática. Por eso sería muy bueno que el titular de Educación se sentara a conversar con ellos y no con empresarios y gobernadores. Sería digno de encomio que el secretario Nuño dedicara tiempo a escuchar experiencias y propuestas pedagógicas del magisterio disidente –no del obediente– en vez de andar jugando al Tío Gamboín y tomarse deslucidas fotos en escuelas públicas preparadas como set de televisión.

Hasta hoy la SEP no ha explicado pedagógicamente su confusa reforma educativa. Si me la concediera, con gusto le haría una entrevista al secretario Aurelio Nuño para preguntarle: 1)¿Qué es para usted la calidad educativa? 2) ¿Cuáles fueron las investigaciones y diagnósticos que fundamentan la necesidad de una reforma? 3) ¿Cuál es el diseño pedagógico de la reforma?, ¿cuántos maestros y cuántos filósofos participaron en su hechura? 4) ¿Cuál es el perfil del maestro que propone la reforma educativa? 5) ¿Por qué no se pensó en primero dar capacitación y después evaluar a los maestros? 6) ¿No le parece que la detención de maestros disidentes como si fueran verdaderos delincuentes es, por decir lo menos, un desprestigio para la reforma y para la propia SEP? 7) ¿No cree que sería más digno, inteligente y exitoso defender la reforma con argumentos pedagógicos y filosóficos?

El modo en que se trata de reformar la educación equivale a derrumbar con explosiones un edificio, sin inventario ni planos de ingeniería para reconstruirlo.

“Yo no enseño a mis alumnos –aseguraba Einstein–, sólo les doy las condiciones en que pueden aprender.” Se refería, sin duda, a condiciones conceptuales y metodológicas. Pero además son condiciones básicas para el buen aprendizaje estar bien comido, en aulas sin hacinamiento y escuelas equipadas. En México hay recursos todavía para eso. Lo que falta son gobernantes con el mínimo compromiso intelectual, ético y amoroso con la infancia, la educación y el país.

(Nota al margen: el éxito del sistema educativo de Cuba es producto de una revolución: intransferible a un país donde manda el capital y gobiernan delincuentes).