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Nosotros ya no somos los mismos

El relevo en la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México

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Mañana rendirá protesta como rector de la UNAM el doctor Enrique Luis Graue WiechersFoto María Meléndrez Parada
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ste martes toma posesión el doctor Graue. Para cuando yo pueda dar mi opinión sobre el definitorio mensaje que el ya rector nos dirija a los universitarios, todos los comentaristas habrán agotado tanto vítores como cuchufletas. Veremos que me dejan.

Si hubiera tenido tiempo, me habría tomado la libertad de proponer al señor rector una idea clave para emprender, desde los inicios, su proceso permanente de legitimación y comenzar a construir, desde ese momento, su posicionamiento como líder moral (como lo debe de procurar todo rector), de nuestra comunidad. Que tal, por ejemplo, que en los primeros párrafos, además de la obligada manifestación de gratitud a todos los universitarios que, individual o colectivamente, expresaron aquiescencia a su candidatura y, por supuesto, también a los 14 miembros de la Junta de Gobierno (JG) que atendieron favorablemente esa propuesta y lo designaron rector, nos asombre con su decisión de convocar a las autoridades universitarias que la ley orgánica enumera en su artículo tercero y a las instancias académicas cuya materia de estudio esté vinculada con las ciencias jurídicas para que, exclusivamente dentro del ámbito universitario, puedan encontrar las formas de renovar, perfeccionar y dar a la legislación universitaria (1945) la imprescindible factibilidad que sostenga su vigencia.

Una norma ajena a la realidad que debe acotar, si no ha sido abrogada ni derogada, conserva su obligatoriedad pero, todos lo sabemos, carece de eficacia jurídica y, en muchos casos, representa un obstáculo para los fines que motivaron su promulgación.

Aclaro una vez más, ojalá la última: criticar la conformación actual de la JG y, principalmente, la forma en que interpreta las disposiciones de la ley orgánica, en manera alguna significa que se esté obligadamente en favor de la elección universal, secreta y racionalmente ponderada. Pero el argumento en contra no puede ser el esgrimido por el doctor Graue: ya se probó ese método, y no funcionó. O sea, ¿si el primer trasplante de córnea falló, no debe volver a intentarse jamás, pese a los avances tecnológicos y científicos ocurridos 70 años después? Estuve tentado a sugerir al señor rector que solicitara a la JG que, aunque fuera a toro pasado, nos mostrara las entrevistas que realizó con los 10 candidatos, pero recapacité. Entrando, entrando, el rector no debe (pienso) intervenir ni con una simple sugerencia en las cuestiones que competen a otra autoridad. Segundo, los demás participantes lo hicieron de acuerdo con ciertas reglas que no pueden ser alteradas a posteriori. Sus intervenciones no pueden pasar de privadas a públicas sin su anuencia. Lo que sí estoy seguro le habría acarreado una merecida ovación hubiera sido incorporar al discurso que pronunciará mañana (hoy lunes), algunas de las mejores propuestas de los otros candidatos (con las que estuviera de acuerdo, por supuesto), y también de las que han dado a conocer académicos y estudiantes. Por ejemplo, el doctor Raúl Trejo Delarbre me instruye sobre las disposiciones de la ley de telecomunicaciones que, de acuerdo con las reformas constitucionales de 2013, convierten a los medios permisionados en concesiones de uso público. Para ser reconocidos como tales por el Ifetel, estos medios deberán precisar los mecanismos necesarios para asegurar independencia editorial, autonomía de gestión financiera, garantías de participación ciudadana, reglas claras para la transparencia y rendición de cuentas, defensa de sus contenidos, opciones de financiamiento, pleno acceso a las tecnologías y reglas para la expresión de diversidades ideológicas, étnicas y culturales. La Ley Federal de Telecomunicaciones no precisa las formas de cumplimiento de esta disposición, pero sí señala que cada medio público deberá conformar un consejo ciudadano. El doctor Trejo me comenta su satisfacción de haber encontrado en el plan de trabajo expuesto por el doctor Graue, la idea de que tanto Radio UNAM como TV UNAM constituyan sendos consejos de programación. Y aquí viene la valiosa propuesta de Raúl: que los miembros de esos consejos sean nombrados por el Consejo Universitario y no por el señor rector. La idea puede parecer, en principio, poco trascendente, pero es todo lo contrario. La pluralidad del Consejo Universitario se verá reflejada en los consejos de programación que tiene en mente el rector Graue (quien seguramente a la hora en que la multitud esté leyendo la columneta ya lo será) y quien, al mismo tiempo, se verá beneficiado al no estar expuesto a las inevitables presiones, tanto de los ámbitos gubernamentales como de los grupos de poder e influencia económica, o de las intromisiones políticas, religiosas y partidarias cuando, como es de esperarse, los medios universitarios sigan ejerciendo su innata libertad de expresión y cumpliendo a cabalidad con los objetivos esenciales de nuestra casa. Y algo más: los funcionarios, trabajadores y colaboradores de estos medios estarán más seguros contra cualquier Cremouxaso. Estoy seguro que el recién electo presidente de la Amedi, Jorge Fernando Negrete (el Fernando es imprescindible en obvio de confusiones), respaldaría sin ambages la propuesta del doctor Trejo Delarbre. Es más, le sugiero solicitar una entrevista con el rector Graue para que le deje constancia del ánimo entrañablemente puma que permea a la asociación y las muchas acciones importantes que podemos realizar mancomunadamente en favor de la democratización de la información y de la libertad de expresión en el país. Me escribe un cuate que sólo se firma como Romualdo (seguramente norteño) y me dice: usted le pide a la junta que se transparente (sic), pero ponga el ejemplo: ¿Por qué sus hijas votaron diferente y cuáles fueron sus razones? Y usted, habló y habló pero nunca se definió. ¿Nos va a salir ahora que votó por Grauer? (sic).

Estimable Romualdo: un viejo maestro rural, luego secretario de Gobernación (Enrique Olivares Santana) me enseñó una sabia sentencia popular: si puedes preguntar, pa’ que adivinas. Les presenté la pregunta a las hijas y te transcribo las respuestas. Hija uno, vamos a llamarle Ana: no conozco personalmente a Leonardo Lomelí, pero muchas veces cuentan más las referencias que personas de tu respeto y confianza te dan sobre alguien, que un trato directo pero superficial. Las expresiones platicadas o escritas del entrañable doctor Emilio Caballero y luego de Rolando Cordera, sobre Lomelí, evidentemente contaron mucho para mí. Además, por supuesto, de su preparación multidisciplinaria, su doble formación de economista e historiador ha sido siempre una aspiración personal: ser economista pero también socióloga, politóloga, historiadora. Haber convivido en dos facultades con materias de estudio, actividades, objetivos tan diferentes, obviamente genera una visión más amplia y plural de la universidad. También me importó su edad. Siendo el más joven de todos los aspirantes, sentí que su rectorado haría circular nuevos aires, nuevas y frescas corrientes de pensamiento. Aunque sea como una modestísima profesora de asignatura, he comprobado que en la facultad encontré un ambiente de inclusión y respeto a las ideas y propuestas de profesores provenientes de diversos círculos, instituciones, ideologías. Pensé que un rector con esta actitud le sería muy benéfico a la UNAM.

Dice la hija dos. Y que se me termina el espacio y dejo en el aire la respuesta de la rosaurista Mariana. Con sus razones y la clarificación de mis preferencias personales que reclama el semincógnito Romualdo, comenzaré, la próxima semana, la columneta que estará dedicada a comentar el discurso inicial del señor rector.

PD. Bolivar y Alcocer deben, por bien del país, regresar a sus desempeños anteriores. Son necesarios.

Twitter: @ortiztejeda