Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Nadie frena a inmobiliarias

Desastre en Santa Fe y silencio oficial

El engaño de El Buen Fin

C

ada día se vuelve más complicado para el gobierno de Miguel Ángel Mancera resolver el problema del apetito feroz de los magnates inmobiliarios que construyen sin respeto alguno por las leyes; es decir, consideran que quienes están al frente de la administración no puede meterlos en orden.

El desastre en Santa Fe puede ser el ejemplo que ponga énfasis en la problemática. Pero el asunto es que en cualquier parte de la ciudad, en casi todas las 2 mil 150 colonias que componen el Distrito Federal, hay un nuevo desarrollo que no cumple con lo que las leyes dicen, y más.

Las calles donde se levantan los inmuebles quedan destrozadas, las banquetas dejan de existir, los daños a las construcciones aledañas nunca son reparados, y por fin, con todo y eso, los constructores no cumplen con la gente que les paga por las viviendas.

Frente a todo ello, un oprobioso silencio del gobierno, que parece guardar una complicidad que ahora ya no puede sostenerse, pues el abuso de los magnates de la construcción empieza a pesar sobre los hombros de Miguel Ángel Mancera, aunque no todas las culpas sean de su gobierno.

Ahora, de vuelta a Santa Fe, los remedios que se impongan, como la demolición de los edificios que están en peligro, por tardía, es absolutamente impopular. Por un lado los constructores seguramente perderán alguna parte de las grandiosas ganancias que obtienen, pero que repondrán en una próxima edificación, seguramente. Por el otro está el gobierno, que ha sufrido las críticas, y la condena de la gente que está enterada de que los terrenos en los que se construyeron los condominios no eran seguros; además, la gente que ha perdido su patrimonio y no parece tener otro remedio que el de la crítica al Gobierno del Distrito Federal, sea culpable o no.

La intervención de las autoridades capitalinas es a todas luces tardía. Nunca debieron construirse esos condominios. Sólo la ambición desmedida podía imaginar una obra de esa magnitud en un suelo como el de esa parte de Santa Fe

Hay más de un millar de frentes de construcción en la ciudad de México, pero para dar una idea de lo que sucede, la muy desprestigiada Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda asegura que la construcción de vivienda en la zona de Polanco requiere una inversión de más de 4 mil millones de pesos en los próximos 15 años para dotarla de infraestructura pública. Y uno se pregunta: ¿qué? Las autoridades que sabían que eso se requeriría ¿no podían haber impedido que las construcciones se levantaran, cuando menos mientras se hacían las obras necesarias para dotar de servicios a los nuevos habitantes de esos lugares?

Y luego, ¿por qué las propias constructoras no se encargan de construir las llamadas obras de mitigación? ¿Por qué el gobierno no se las exige? Apenas se vio alguna luz de justicia cuando el mes pasado la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial sentenció a demolición a tres construcciones que burlaron las reglas que impone la norma 26, y por tanto se les debe destruir.

Frente a esos hechos y otros que son obvios, pero con los que no pasa nada, la Comisión de Derechos Humanos del DF pidió que se hiciera una lista negra, y sanciones ejemplares para los constructores que violan las leyes o corrompen autoridades. Eso está muy bien, pero ¿no debería ser la propia CDHDF la que hiciera la lista? Las sanciones que las impongan las autoridades respectivas, pero la lista, claro que la puede hacer la comisión, aunque siempre es más fácil echarle la bolita a cualquier otro.

En fin, el gobierno de la ciudad debe armarse de valor para tomar decisiones que protejan a sus gobernados, pero aguas, esas mismas decisiones también deben servir para proteger al mismo gobierno, porque al final de cuentas la gente también vota.

De pasadita

Debe quedar claro que la medalla Belisario Domínguez que acaba de entregar el Senado de la República (el PRI) fue un premio al mismo hombre que en sus tiendas lanzó, como muchas otras, el engaño de El Buen Fin, donde lo más aproximado a un compra afortunada es la deuda. Bien merecido el premio al segundo mexicano más acaudalado, después de Carlos Slim, según reportes de Forbes en 2013. Ni cómo ayudarlos, priístas.