Opinión
Ver día anteriorSábado 21 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El arte de plagiar y las mafias académicas
¿E

l funcionamiento de las instituciones de investigación y educación superior estimulan el plagio? Tres casos recientes parecen indicar que sí. El caso Boris Berenzon puso la discusión en el centro, sobre todo porque las autoridades académicas lo defendieron a tal grado de que nació el blog (http://yoquierountrabajocomoeldeboris.
blogspot.mx
) que se ha convertido en referente. Es probable que los dos casos siguientes (Núñez Arancibia y Pascual Gay) hayan sido tan rápidamente resueltos gracias al ruido que hizo el caso Boris.

Esos tres académicos plagiaron textos de académicos. El nuevo caso muestra a profesores que plagian a alumnos. El 26 de agosto una investigación de Gerardo Martínez (http://www.eluniversal.com.mx/articulo
/cultura/letras/2015/08/26/nuevo-caso-de-plagio-cuestiona-integridad-del-sni#.Vd4HwZAWvS4.twitter
) demostró que Cuauhtémoc Calderón Villarreal y Leticia Hernández Bielma plagiaron tres tablas estadísticas y 13 párrafos completos (centrales en su argumentación) de la tesis de maestría de un alumno suyo, que publicaron sin citarlo (ni siquiera en la bibliografía), añadiendo que las tablas eran de elaboración propia.

La comparación hecha por Gerardo Martínez muestra que el plagio es innegable y que El Colegio de la Frontera Norte debió resolver con la misma prontitud con que se resolvieron los casos de Núñez Arancibia y Pascual Gay. Pero no fue así: han transcurrido siete años desde la denuncia del plagio y Calderón y Hernández siguen ocupando sus cátedras. Peor: Calderón ostenta el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores y es miembro de una de sus comisiones evaluadoras. ¿Por qué?

Según sus defensores, porque no plagió. Para mostrarlo, exhiben una carta del alumno, en la que afirma que en su momento, Calderón y Hernández le informaron que no apareció como coautor del artículo por un error editorial de la Universidad Michoacana. No hay plagio, pues el presunto afectado lo niega. Por tanto, Gerardo Martínez es guiado por oscuros intereses contra académicos de intachable trayectoria. El impecable seguimiento que ha hecho Gerardo Martínez, así como una investigación en curso de Javier Yankelevich, muestran fehaciente, incontrovertiblemente un plagio descarado e inexcusable.

Los argumentos de los amigos de Calderón y la carta del alumno (que en entrevista previa no dijo una palabra en defensa los plagiarios), como hace dos años los argumentos de los amigos de Berenzon, muestran que no importa que plagie si –como dice Fernando Escalante– tiene los amigos correctos y forma en los cenáculos correctos: Pertenece, con eso basta (http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=186144). Además, muestran la indefensión de los estudiantes. Conocemos la práctica extendida de plagiar trabajos en curso de estudiantes, y la natural reacción de éstos que, en su mayoría, temen con razón enfrentarse al establishment: como señala Aurora Vázquez, los estudiantes ocupamos el lugar más bajo en la cadena alimentaria de la academia (http://elpresentedelpasado.com/2015/08/31/el-precio-de-la-dignidad/).

Se equivocan los defensores de Calderón al asegurar que no hay caso porque el alumno (al que comprendo) envió una carta (nueve años después y cuando el caso saltó a los medios) exculpando a los profesores que lo plagiaron. Se equivocan al pensar que el plagio sólo debe ser perseguido por denuncia directa: hace dos años nos quedó claro que el plagio es cuestión de todos.

Porque los plagios son sólo la punta del iceberg de la corrupción académica y del funcionamiento de sus mafias. Muchos lo comentamos en los pasillos, pero no nos hemos atrevido a abordar con rigor y seriedad las preguntas que nos permitirían ir desenredando la madeja, tales como las que ahora propongo usando la terminología de la UNAM, pero que sé extensivas a otras instituciones: por supuesto empezamos con ¿quién, cómo elige al rector y a los directores?, ¿qué atribuciones tienen estas autoridades? Estas preguntas, como las relativas a la productividad (entendida como corresponsabilidad social) son más presentes que otras, sobre las formas de reproducción de las mafias y sus mecanismos: ¿cuántos profesores de asignatura interinos fueron designados a discreción por el director de facultad o el coordinador de carrera?, ¿cuántos profesores de asignatura definitivos habían sido antes interinos en esas condiciones?, ¿cuántos profesores o investigadores de tiempo completo fueron designados a discreción del director mediante el artículo 51 del Estatuto del Personal Académico?, ¿qué porcentaje de ellos ganó su posterior concurso de oposición?, ¿cuántos entraron por concurso de oposición para ser profesores de tiempo completo sin haber sido previamente designados por su director? Por otro lado, ¿por qué los estudiantes de posgrado ya no pueden elegir libremente a su director de tesis?, ¿qué oportunidades reales tiene un estudiante de colocarse si carece del tutor correcto? En fin, ¿puede un alumno acusar a un académico de plagio y sobrevivir?

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Pd: No conozco a los doctores Calderón ni Hernández, ni sabía de ellos antes de agosto. No conozco a nadie de su entorno. No tengo ningún interés personal en este caso.

Twitter: @HistoriaPedro