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El repudio al abuso se extiende por varias universidades públicas y privadas de EU

Marchas en Minneápolis y Chicago contra la violencia racial de la policía

Al clima antimigrante los políticos suman la hostilidad hacia comunidades musulmanas

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Combinación de imágenes del video captado por la cámara de un vehículo de la policía que muestra la muerte del afroestadunidense Laquan McDonald, de 17 años, ultimado por un oficial de policía que le disparó 16 veces, en octubre de 2014, en Chicago. Este video no fue difundido hasta que un juez dio la orden, lo que ha encendido las protestas contra el abuso policiaco. El presidente Barack Obama publicó en su cuenta de Facebook estar profundamente conmocionado luego de ver estas escenasFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 26 de noviembre de 2015, p. 33

Nueva York.

En las calles de Chicago y Minneápolis, en varias universidades a lo largo del país, y en un movimiento nacional que lo resume todo con su nombre –Las vidas negras importan–, se sigue comprobando que el racismo enraizado de este país está lejos de ser superado, a pesar de que hay un presidente afroestadunidense en la Casa Blanca.

Las manifestaciones en Minneápolis y Chicago por dos casos más de la violencia mortal de policías contra jóvenes afroestadunidense continuaron hoy, a pesar de un atentado contra activistas por jóvenes blancos armados y ante un llamado hueco a evitar la violencia por las autoridades de Chicago que encubrieron el asesinato de un joven durante los últimos 400 días.

En Minneápolis, mientras continuaban los actos de protesta por la muerte del joven afroestadunidense Jamar Clark a manos de la policía el 15 de noviembre, se tensó aún más el ambiente la noche del lunes cuando tres hombres enmascarados circulaban entre los manifestantes en plantón de manera sospechosa. Cuando algunos de los activistas les pidieron que se fueran y los escoltaron al margen del sitio, los tres voltearon con armas y dispararon; hirieron a cinco y lograron huir.

Los tres agresores blancos –de entre 21 y 26 años de edad– están en custodia de la policía desde el martes. Las protestas continuaron hoy, en desafío a lo que algunos de los activistas acusan que fue un acto de intimidación y nada menos que un atentado terrorista cometido por lo que suponen son supremacistas blancos.

En Chicago, por orden de un juez, las autoridades fueron obligadas a difundir la noche del martes un video oficial que comprueba que un policía baleó injustificadamente 16 veces a Laquan McDonald, afroestadunidense de 17 años, en octubre de 2014. Durante todo ese tiempo, acusan líderes comunitarios y defensores de derechos humanos, las autoridades de Chicago habían encubierto un asesinato y fue sólo pocas horas antes de que se cumplió la orden de difundir el video que los fiscales acusaron al policía de homicidio.

La pregunta inmediata fue si hubiera imperado la impunidad sin la orden de presentar el video al público. Desde la noche del martes cientos de manifestantes –ante la mirada muy preocupada del alcalde Rahm Emanuel (ex jefe de gabinete de Barack Obama) y las fuerzas de seguridad pública– expresaron su ira, y eso continuó hoy, hasta el momento de manera pacífica. Diversas agrupaciones y políticos exigen la renuncia del jefe de policía, la fiscal y el alcalde. Prometen que las protestas –incluso unas en pleno centro comercial de la ciudad– no cesarán durante el puente del Día de Acción de Gracias.

Algunos líderes subrayaron que en lugar de pedir que los manifestantes no violen la ley en sus acciones de protesta, las autoridades deberían enviar ese mensaje a su propia policía. No hay nada inusual en la matanza de un afroestadunidense joven en la ciudad de Chicago a manos del departamento de policía, comentó Charlene Carruthers, directora nacional de una agrupación de juventud afroestadunidense, en entrevista con el programa Democracy Now!

De hecho, no sólo es demasiado usual, sino la impunidad también. El proceso judicial contra el policía será el primero en décadas en esta, la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, con una larga historia de violencia y hasta tortura de afroestadunidenses por fuerzas policiacas.

A lo largo del año, el tema del racismo ha regresado al centro del debate nacional en todas sus dimensiones. En reciente encuesta nacional de CNN/Kaiser Family Foundation, la mitad (49 por ciento) de los estadunidenses opinan que el racismo es un gran problema hoy día –hace cuatro años sólo un poco más de 25 por ciento opinaba eso– y el porcentaje actual es más alto que hace dos décadas.

El tema también ha despertado en un número creciente de universidades, donde estudiantes y profesores se han organizado para denunciar la falta de acción y medidas contra las expresiones de racismo dentro y fuera de estas instituciones. Rectores y otras altas autoridades han sido obligados a renunciar en estas últimas semanas, al ser confrontados por expresiones de protesta debido a su inacción. Esta ola de protesta se ha manifestado tanto en grandes universidades públicas como en las academias más exclusivas, incluidas Harvard y Yale.

La semana pasada en la Universidad de Princeton, estudiantes, en solidaridad con otras escuelas, ocuparon oficinas durante 32 horas para exigir, entre otras cosas, que las autoridades de esa prestigiosa institución reconocieran que su egresado más famoso, el presidente Woodrow Wilson (quien antes fue rector de esa universidad), fue abiertamente, sin pretextos ni apología, un racista. Durante su presidencia buscó depurar de afroestadunidenses la burocracia federal y fue un admirador del Ku Klux Klan. La escuela de asuntos públicos e internacionales de Princeton lleva el nombre de Wilson, así como un dormitorio, y su imagen está dondequiera. Hasta el New York Times, en un editorial hoy, se proclamó a favor de quitar su nombre de esa escuela, acusando que Wilson fue un racista abierto que transformó al gobierno en un instrumento de supremacía blanca.

Pero al intensificarse un nuevo movimiento contra el racismo, también surgen más expresiones y crímenes de odio, multiplicados por el uso de las redes sociales. Esto ha preocupado a escuelas y universidades (una en el estado de Washington suspendió actividades académicas ante mensajes de odio contra estudiantes de color).

A la vez, políticos siguen alimentando un clima antimigrantes y ahora, después de los atentados en París, contra los musulmanes, todo lo cual se traduce en un número creciente de ataques y actos hostiles contra estas comunidades.