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Hay mucho que no se sabe de mí, asegura la actriz y ahora diputada priísta

Carmen Salinas cuenta que era amiga de Monsiváis y escondió a estudiantes en el 68

Dice acudir a San Lázaro, pero si me hablan para una película o telenovela, tengo que ir, gano más

Foto
Cuando un legislador se acerca a Carmen Salinas en la Cámara de Diputados, suele ser para tomarse una foto o pedirle autógrafo. Diputada por el PRI, ella dice tener relaciones con políticos de todos los partidos. En la imagen, durante la sesión por el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la MujerFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Jueves 26 de noviembre de 2015, p. 18

Carmen Salinas Lozano es una rara avis en la Cámara de Diputados. En cada sesión, legisladores de todos los partidos se acercan para pedirle autógrafos y tomarse fotos con ella en el pleno. Vengo a ver la luz en esta oscuridad, le dijo una mañana el panista Gustavo Madero. Otro legislador se le acercó un día a presumir que el tono de su teléfono celular es el de su línea en la película Todo el poder.

Su perfil público es de una actriz mal hablada. “¿Es muy mala la imagen que tengo? Sí, hice La Corcholata, pero ni bebo”.

En entrevista, indica que “hay mucho que no se sabe de mí y esta anécdota sólo la cuento para los lectores de La Jornada: trabajé con (Carlos) Monsiváis en Radio Universidad. Él me escribía unas parodias, echándole al gobierno, y yo las cantaba imitando a María Victoria.

“Cuando se fue a Londres, expulsado por Díaz Ordaz, me encargó a Esthercita, su mamá. Cenábamos todos los días, me acompañaba al Blanquita. Compré todo el primer tiraje de Días de guardar y lo ofrecía, con la promesa de entregarlo autografiado. Quien los firmaba era su mamá; los vendí todos y yo le entregaba el dinero a ella para que se ayudara”.

Su incorporación en la lista de diputados plurinominales del PRI causó polémica. Una fotografía de ella supuestamente dormida y su respuesta provocaron duras críticas en las redes sociales.

En las sesiones me quedo callada, escucho lo que dicen en la tribuna. ¿Y qué pasa? Nadie les pone atención. Acepté ser diputada porque me invitó César Camacho. A los productores les advertí que martes y jueves estoy en la cámara, pero si me hablan para una película o telenovela, tengo que ir. Gano mejor como actriz, afirma.

Carmen Salinas cuenta que durante el movimiento estudiantil de 1968 escondió a dos jóvenes en su camerino en el Blanquita:

“Los metí debajo del vestuario. Llegaron los soldados a tocar a la puerta. Me quité la ropa y me envolví en una toalla para aparentar que estaba desnuda. Abrí y se quedaron con los ojotes abiertos. Preguntaron por dos chavos. ‘No sé de qué me hablan, qué pena que me agarraron desnuda, estoy cambiándome para salir a actuar. Quédense para que me vean’. A otros estudiantes los escondimos en los telares.

Si me llegan a agarrar hasta a mí me llevan, pero me valió. Fui la última en irme y no los agarraron.

Estuvo casada con el doctor Carlos Paulín, quien, refiere, le pidió participar en conciertos en el auditorio del Instituto Politécnico Nacional para obtener fondos y pagar las fianzas de alumnos de esa casa de estudios.

“Empecé con Napoleón, Rosario de Alba, Amalia Mendoza La Tariácuri. Así logramos sacar a varios presos políticos”.

Salinas Lozano es priísta, pero cuenta que tiene relación con políticos de todos los partidos. En la década de los ochenta del siglo pasado le llevó cigarros y fruta a Arturo El Negro Durazo Moreno. Ay, Carmelita, de quien menos me lo esperaba, le dijo el ex jefe de la policía capitalina y amigo de la infancia de José López Portillo.

Conocí a (Rafael) Caro Quintero. Iba a cantar a todos los reclusorios. No necesito ser diputada para llevar alegría a los pobres presos.

A su espectáculo Aventurera han acudido personajes como Enrique Salinas de Gortari.

Ahí les mentaba la madre a todos, a Carlos Salinas. Cuando terminé, Raúl me felicitó. El papá de ellos me decía prima hermana, porque soy Salinas Lozano, pero sin presumir de Gortari.

Al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, le pidió ayudarle a conseguir un departamento a Ernesto Gómez Cruz, hoy en la ruina. En la oficina de Andrés Manuel López Obrador “hablamos de teatro, de cine…”

El ex presidente Vicente Fox la invitó al rancho.

“¿Han ido? Tiene una réplica del despacho presidencial, la silla con el águila, hasta el teléfono rojo. Le dije ‘¿a poco se lo picó todo de Los Pinos? ¿Ya tiene sembrada su mota? Seguro ya se aventó su churrito’. Y me contestó: ‘Méndiga, qué bárbara. Lo mandé a hacer todo igualito. Sólo siembro hortalizas, pero (la mariguana) es muy buena pa’ las reumas”.