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Penultimátum

Racismo e impunidad

E

n agosto pasado un joven negro de 18 años resultó muerto por el agente de la policía Darren Wilson. Se llamaba Michael Brown y pasaba sus vacaciones en casa de su abuela, antes de ingresar en la Universidad de Vatterott. La abuela reside en un barrio de Ferguson, en la zona metropolitana de Saint Louis Missouri.

Michael iba caminando por mitad de una calle junto con un amigo. El policía les exigió que se subieran a la banqueta. Le explicaron que precisamente iban hacia ella. Sin embargo, el policía agarró a Michael por el cuello y le disparó en un brazo. El joven pudo zafarse y echó a correr. El policía le disparó otras tres veces, y ya en el suelo lo remató de dos disparos en la cabeza.

Darren Wilson, de raza blanca y 28 años, afirmó que actuó en defensa propia, pues el joven trató de arrebatarle la pistola. No fue detenido, sino suspendido temporalmente de su cargo y sigue cobrando sueldo. Pero el amigo que iba con Michael y varios testigos afirman que se trató de un vil asesinato, otra expresión de odio racial. Que el policía les gritó a los dos jóvenes: Los voy a matar, jodidos.

La noticia de la muerte de Michael se regó por Ferguson, cuyos 22 mil habitantes son en su gran mayoría negros. Miles se lanzaron a la calle y expresaron violentamente el rencor acumulado durante décadas por la discriminación, los abusos y la violencia de los policías, de los cuales 90 por ciento son blancos. El clima de inconformidad y enfrentamiento se agudizó en Facebook, donde se creó una página en apoyo al agente, que vive en un barrio de puros blancos. Por medio de ella han recaudado más de 100 mil dólares para su defensa.

La muerte del joven se convirtió en símbolo de la falta de justicia, de procesos transparentes al juzgar a la policía cuando mata o agrede a un afroamericano, sin motivo válido, algo común en los estados del sur, pese a que hoy en la Casa Blanca despacha un presidente negro, Barak Obama. La violencia desatada en Ferguson se suma a la que hubo en 2012 en Florida, cuando un policía blanco mató sin causa alguna a Trayvon Martin, joven afroamericano. Tratando de calmar los ánimos, Obama dijo entonces que Trayvon podía haber sido mi hijo. El homicida fue absuelto por un jurado de mayoría blanca.

Pero el asesinato de Michael desató en la Universidad de Missouri una huelga de hambre de los alumnos, el paro del profesorado y la amenaza del equipo de futbol de no volver a jugar. Ello obligó a dimitir al presidente de la universidad, Tim Wolfe, acusado de no tomar las medidas necesarias para combatir el racismo en ese centro de estudios. Al anunciar su dimisión, Wolfe dijo: Es real la frustración y el enfado que veo por el racismo existente en nuestra universidad y es inaceptable. No sólo en esa universidad. También en muchas otras.