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¿Izquierda unida u otra vez como en la elección de junio?
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alió otro desplegado, ahora de Puebla, que continúa la discusión sobre la unidad de la izquierda. El miércoles 25, en la página 17 de este periódico, se dirige a los mismos partidos de izquierda que los antes mencionados, PRD, Morena, Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo, actualizando los dirigentes en sus casos.

Los planteamientos van en la misma línea que los desplegados ya mencionados, pero con un análisis mucho más detallado de la situación poblana y muchas firmas de dirigentes sociales, intelectuales y organizaciones.

En relación con esto, el nuevo dirigente del PRD dijo que se buscaba el diálogo con partidos de izquierda. Del trato con el PAN, lo calificó de marginal y aun cuando no se echa atrás el convenio que ya mencioné del PRD con el PAN en Veracruz (se dice que el candidato a gobernador será del PAN), por lo menos intenta que la política nacional no vaya por ese lado, y muestra que le dolieron las críticas a posiciones anteriores pro panistas de miembros y dirigentes del PRD.

En cambio, López Obrador se cierra más, y dice que será candidato único, que no se aliará con ningún otro partido porque los otros se entregan al gobierno, tal vez usando otras palabras.

Ya perdió dos elecciones, con apoyo de un conjunto de partidos y fuerzas. ¿Fraude? No es ninguna novedad, ya se sabe desde el siglo pasado que es así y lo que tiene sentido es ver cómo resolver el problema. Él, solo ahora, menos puede ganar, lo único que logra es una izquierda dividida, como en las pasadas elecciones. Muchos lo apoyan, pero mucha gente de izquierda lo detesta, me consta (¿va a decir que todos ellos son traidores?), y él sigue alimentando ese rechazo.

Quiero recordar algunas experiencias políticas que he vivido.

Desde hace mucho tiempo fui miembro del sindicato de energía nuclear, con diversos nombres. Durante años estuvimos en el apartado B, sin derecho a contrato colectivo ni a huelga, y el primero de mayo de 1974, durante una marcha en el Zócalo, obtuvimos el reconocimiento como secciones del entonces nuevo Suterm, y luego nuestro contrato colectivo. El secretario de Trabajo que estuvo a cargo fue Porfirio Muñoz Ledo, ahora conocido dirigente de la izquierda.

En paralelo, la organización de técnicos profesionistas de Pemex, muy cercana de nosotros, logró su reconocimiento como sección del sindicato petrolero. También con el mismo secretario de Trabajo. Pero el desarrollo fue distinto en ambos casos.

En el caso de la industria eléctrica, nucleares incluidos, hubo una ruptura, el charrismo se impuso y expulsó al sector democrático de la dirección del Suterm, se formó la Tendencia Democrática y se dio una larga lucha.

En el caso petrolero, se mantuvo la sección de los técnicos y profesionistas. La dirección, formalmente o de hecho, era de La Quina, hasta que ya en el siguiente gobierno lo metieron a la cárcel, con el burdo pretexto de haberle ellos mismos llenado la casa de armas viejas e incluso descompuestas, para acusarlo de posesión de armas prohibidas.

El de La Quina es un ejemplo interesante para que veamos que la política no puede ser entendida como de buenos y malos. Es mucho más compleja que eso. Sí, era un líder enriquecido, con un dominio amplio y extendido, pero no sólo eso.

Por ejemplo, en la Cámara de Diputados, teníamos un grupo de izquierda chico, unos 12 diputados con variaciones de un periodo a otro. El PRI, con mayoría absoluta, pero dentro de él, un sector obrero con unos 40. El PAN, con número variables, pero de alrededor de un tercio.

En un periodo por lo menos, la influencia de La Quina en el sector obrero era decisiva. Y se presentó un problema, de uno de tantos casos de una operación de fraude de funcionarios de Pemex, y se planteó la necesidad de una comisión de la Cámara para investigar ese caso. Por supuesto que el PRI estaba en contra. Pero el PAN –lo hablamos y estaban de acuerdo, el entonces líder del grupo del PAN ahora está en Morena– se sumó a la propuesta. Y La Quina, y por lo mismo el sector obrero, también apoyó. Ganamos la votación, con gran sorpresa del PRI, y se formó la comisión. Los 40 votos del sector obrero no sólo se sumaban al voto por el sí, sino que se restaban a los votos del PRI.

No tuvimos que renunciar a nuestros principios ni nada por el estilo. La medida aprobada fue la correcta.

Las fracciones de Morena en las cámaras, hasta donde sé, están aisladas y, en casos, hasta confrontadas, con las otras fracciones.

Veo que es necesario reflexionar sobre todo esto. Tanto el aislacionismo de una entidad política, como seducciones o pláticas amistosas con el PAN, perpetúan la división de la izquierda que tanto daño nos causó en las pasadas elecciones. Bueno, Morena puede autoengañarse porque fue su primera elección, y siente que creció mucho, pero hay que recordar elecciones anteriores y ejemplos como el que ya puse, en la delegación Miguel Hidalgo, en que la izquierda en su conjunto hubiera ganado la elección de calle, pero su división permitió que ganara el PAN con veintitantos por ciento.

¿Acaso cree López Obrador que, por arte de magia, los de toda la izquierda van a votar por él, después de que insulta al partido por el que votaron? ¿En todo el país? Si el PRI sigue cayendo, ¿volverá a ganar el PAN por falta de una izquierda unida? ¿No aprendimos nada?