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Una reflexión políticamente incorrecta sobre la masacre de París
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La policía francesa monta guardia bajo la torre Eiffel. París, informaron ayer autoridades, permanece en alerta máxima tras los atentados del pasado día 13Foto Reuters
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n estos días todos los medios condenan unánimemente la masacre de París, exhortan a la unidad de Occidente y a intensificar la acción militar contra el Isis. Pero, ¿no habría que resolver el problema del terrorismo? ¿No será también tiempo de reflexionar sobre las responsabilidades de Occidente en el aumento del terrorismo?

Por supuesto, la masacre de París sólo puede causar horror y luto. Pero, ¿por qué alguna gente tan joven puede actuar de manera tan atroz? El municipio de Courcouronnes, gueto de donde proviene el identificado kamikaze Ismail Mostafa, es también el lugar de origen de Asata Diakitè, una de las víctimas.

Vamos entonces a hacer tres reflexiones…

La primera es que las relaciones entre el mundo árabe y Occidente tienen un historial pesado. Comienzan cuando en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, Francia, Gran Bretaña, Rusia e Italia hicieron un acuerdo para dividir todo el imperio otomano.

La desaparición del imperio ruso y la lucha de Kemal Ataturk, que fue capaz de mantener una Turquía independiente, dejó a Francia y Reino Unido la repartición del resto. Fueron diseñados países artificiales en la mesa de los negociadores. Así fueron creados Siria e Irak, por citar sólo los dos países más relevantes en el presente desorden. En el proceso, los negociadores, monsieur Picot (Francia) y lord Sykes (Gran Bretaña), olvidaron dar un poco de tierra a los kurdos, lo cual se arrastra como otro grave problema contemporáneo.

En las colonias instalaron nuevos gobernantes de países que no eran legítimos, carentes del apoyo de la gente y que nunca iniciaron un proceso de modernización y democracia. Luego, en un periodo brutalmente comprimido, llegan los tiempos contemporáneos. La educación crece y aparece Internet. Millones de jóvenes educados y desempleados siempre sintieron que Occidente tenía una gran responsabilidad histórica por sus vidas sin futuro.

La primavera árabe trajo más frustraciones. En Egipto, un dictador, Hosni Mubarak, fue reemplazado por otro, Abdelfatah al Sisi, con el consentimiento de Occidente. Mientras tanto, Túnez, único sobreviviente de la democracia, ha recibido poco apoyo sustancial.

Una parte importante de esta reflexión es que Occidente tiende a ignorar que todo lo que está sucediendo hoy día se debe a tres intervenciones: Irak, Siria y Libia. Las tres, destinadas a lograr un cambio de régimen al eliminar a los dictadores indeseables Hussein, Assad y Gadafi, siempre en nombre de la democracia y la libertad. Pero nunca existió un plan de seguimiento después de la intervención y el vacío dejado por los dictadores es lo que se ve.

Entretanto, el Isis no apareció de la nada. En una sorprendente entrevista con Al Jazeera en agosto de este año (totalmente ignorada en otro lugar), Michael Flynn, ex jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, dijo que en 2007 los neo- conservadores convencieron al entonces vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, de respaldar las iniciativas para derrocar el régimen de Assad mediante la creación de un seto entre Siria y el Hezbolá apoyando el establecimiento de un principado salafista en Siria oriental.

Esto también jugaría favorablemente para Israel. El salafismo, rama radical y extrema del sunismo, es la religión oficial de Arabia Saudita, que ha gastado grandes sumas en la exportación del salafismo y el Estado Islámico es un producto del salafismo.

Lo sorprendente es que en 2012, cuando el Isis empezaba a aparecer, Flynn dijo que envió un informe a la Casa Blanca. La falta de respuesta, dijo, no fue sólo que hicieron la vista gorda, sino fue una decisión deliberada para permitir que esto suceda, una repetición de cómo se utilizó a Bin Laden en la guerra contra los rusos en Afganistán. Pero a estas alturas ya se debería saber que es imposible controlar el fanatismo…

En todo caso, el hecho es que Occidente comenzó a actuar muy tarde contra el Isis. Y esta lucha es sólo un pequeño punto en el desorden general de Siria, que es una guerra de poder, en la cual son los enemigos de Occidente –kurdos, Hezbolá y los iraníes– los que están llevando a cabo la lucha real contra el Isis. Los aliados de Occidente –Arabia Saudita, los países del Golfo y Turquía– de hecho no están luchando contra el Isis, sino contra Assad, mientras la intervención rusa era para animar al régimen de Assad, con muy poca acción en contra del Isis.

Quizá París va a cambiar esto, porque Putin no puede aparecer haciendo caso omiso del Isis, especialmente después de que hicieron explotar un avión ruso. Hasta ahora Occidente no ha efectuado realmente una acción militar contra los 50 mil combatientes que, se estima, cuenta el Estado Islámico… a menos que los bombardeos aéreos se consideren una acción seria.

También es importante señalar que en las calles árabes la opinión unánime es que el Isis no podría existir sin la tolerancia de Occidente. Si bien esto es sólo un rumor, ayuda a alimentar el resentimiento.

Es necesario recordar que el objetivo del Estado Islámico es deponer a todos los reyes y dictadores y crear un califato salafista que redistribuya toda la riqueza del Golfo hacia todos los países, lo que inicialmente era mucho más que un asunto interno del mundo musulmán entre sunitas y chiítas.

El vicepresidente estadunidense Joe Biden puso las cosas claras en declaraciones públicas en octubre de 2014, cuando dijo: “Nuestros aliados en la región estaban muy decididos a acabar con Assad y esencialmente con una guerra sunita-chiíta. ¿Qué hicieron? Repartieron cientos de millones de dólares y decenas de miles de toneladas de armas a cualquiera que quisiera luchar contra Assad. Sólo que las personas que estaban siendo pertrechadas fueron elementos extremistas del yihadismo de Al Nusra y Al Qaeda que venían de otras partes del mundo.

La segunda reflexión que se debe hacer sobre la situación de los musulmanes en Europa es que están cada vez más ligados al Isis. Francia tiene una situación especial: 6 millones de musulmanes, equivalente a la población de Noruega. Hace 10 años los mismos guetos de París, que ahora son los principales campos de reclutamiento del Isis, fueron sacudidos por una revuelta repentina, que duró 20 días, con más de 10 mil coches quemados.

Todos los informes de los guetos hablan de jóvenes desempleados rechazados por la sociedad francesa. Ellos son la segunda o tercera generación de migrantes que ya se sentían franceses pero que, a diferencia de sus padres, tienen una crisis de identidad y de futuro. Ven en el califato la venganza y la dignidad. Hay unanimidad en que desde las revueltas de hace 10 años la frustración sólo ha aumentado y lo mismo se puede decir de muchos jóvenes musulmanes en toda Europa.

La acción simultánea en París llevada a cabo al menos por tres grupos, con varios kamikazes procedentes de fuera de Francia, muestra lo que podemos esperar en el futuro. El terrorismo del Estado Islámico recurre principalmente a una técnica de reclutamiento. Cada acción aumenta el prestigio del califato y aporta más musulmanes europeos frustrados a su seno. ¿Por qué nadie ha escrito que en la actualidad se estima que al menos 50 por ciento de los combatientes del Isis procede del extranjero, cuando inicialmente eran sólo iraquíes y sirios?

La tercera reflexión es que, trágicamente, Occidente está ahora en un callejón sin salida. Si interviene militarmente, en realidad se profundizará la convicción de que es el enemigo real del mundo árabe, sunitas y chiítas por igual. Militarmente se puede derribar fácil al Isis, pero resolver la frustración y el espíritu de venganza que está detrás del terrorismo es harina de otro costal.

La masacre de París creará una brecha aún mayor entre los musulmanes europeos y la población europea, con una mayor radicalización, lo que también entra en los cálculos del Isis. Occidente interviene porque acontecimientos como los de París son políticamente imposibles de ignorar.

El New York Times acaba de publicar una carta de Michael Goodwin, importante neoconservador, exhortando al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a renunciar. En varios países europeos se han oído llamados similares de la oposición al gobierno a dimitir y los pedidos para formar un ejército europeo integrado provienen de varios lados, entre ellos de la ministra italiana de Defensa, Roberta Pinotti.

Entonces, en conclusión, ¿quién va a beneficiarse de París? En primer lugar, todos los partidos de extrema derecha xenófobos que ahora están en mejores condiciones de pedir el cierre de Europa a los refugiados.

La nueva primera ministra conservadora de Polonia, Beata Szydlo, ya ha declarado que, a la luz de los ataques de París, su país no puede aceptar las cuotas de la Unión Europea para los solicitantes de asilo. La popularidad de varios líderes, como Salvini (Italia), Le Pen (Francia) y los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida, Alemania), está aumentando.

Sin duda la inevitable animosidad contra los musulmanes fortalecerá el atractivo por el Isis. De modo que se incrementará la polarización, en lugar de la tolerancia, el diálogo y la inclusión. La violencia engendra más violencia.

Parece que vamos a ir de una época de codicia a una de miedo… Todo ello se une al creciente impacto del calentamiento global, que se está sintiendo cada vez más detrás de la simple retórica y las declaraciones fáciles.

* Periodista ítalo-argentino. Cofundador y ex director general de Inter Press Service (IPS). En años recientes también fundó Other News, servicio que proporciona información que los mercados eliminan.