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Editora: Laura Angulo
Número Especial diciembre 2015 No 203

¿Y los gases de efecto invernadero?
…creciendo a sus anchas


Lagartija cornuda gigante habita en América, entre Canadá y Guatemala

Si nos atenemos a las mediciones que realiza periódicamente la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanza cada año que pasa un nuevo récord. La cantidad de partículas de los principales causantes del calentamiento global –dióxido de carbono, metano y óxido nitroso– no disminuyen. El objetivo fijado por Naciones Unidas es que no se superen las 450 partes por millón. Pero si continúa esta tendencia alcista, se sobrepasará en las próximas décadas.

Los niveles de dióxido de carbono, cuyas emisiones las provocan la quema de combustibles fósiles o la deforestación, llegaron hace cuatro años a 390.9 partes por millón, lo que supone dos partes por millón más que en 2010. El nivel actual es 140 por ciento superior al de la era preindustrial (1750). Desde entonces se han emitido a la atmósfera más de 375 mil millones de toneladas de dióxido de carbono. Y la mitad de ellas permanecen en la atmósfera. El resto ha sido absorbido por los océanos y la biosfera.

Esos millones de toneladas de carbono “permanecerán en la atmósfera durante siglos, lo que provocará un mayor calentamiento del planeta e incidirá en todos los aspectos de la vida de los miles de millones de personas que lo habitan”, advirtió el secretario general de la OMM, Michel Jarraud. Por eso, la necesidad de reducir drásticamente las emisiones. “Si cada año éstas aumentan, cada vez será más difícil revertir las consecuencias económicas y sociales y sobre el medio ambiente. En este sentido, el problema no radica solamente en que aumenta la concentración de gases, sino que lo hace a un ritmo cada vez más acelerado y de manera exponencial”.

El que los gases de efecto invernadero permanezcan en la atmósfera durante siglos, provocará un mayor calentamiento de nuestro planeta. No solamente se trata del dióxido de carbono, el más abundante de los gases de efecto invernadero de larga duración, sino también de metano y óxido nitroso, que no han dejado de crecer.

Hasta hoy, ninguna investigación demuestra que el planeta tendrá en el futuro la capacidad de absorber las crecientes cantidades de estos gases, como ha sucedido hasta ahora. Y esto es así porque aumentan las emisiones a la par que disminuyen los sumideros que las absorben. Tal es el caso de los bosques, debido a la deforestación. Y porque los océanos se están volviendo más ácidos como consecuencia de la absorción de dióxido de carbono. Algunos especialistas advierten ya que esto repercutirá en la cadena alimenticia submarina y los arrecifes de coral.

Al respecto, una investigación realizada por Oceana, institución que vela por la conservación de los ecosistemas marinos, advierte que la acidificación de los mares amenaza la seguridad alimentaria. Y esto es así porque el aumento de temperaturas en el agua de los mares, obliga a los peces a migrar hacia aguas más profundas, y en el peor de los casos, les causa la muerte. Todo ello ocasiona la disminución de la pesca, que da trabajo a cientos de millones de personas. A lo que se suma el hecho de que las pesquerías son la principal fuente de proteínas de millones de personas.

Otro factor que incide en la acumulación de gases de efecto invernadero es el aumento de la población con lo que se dispara el consumo de energía y que esa población afecte recursos naturales fundamentales para absorber dichos gases, como son los bosques y las selvas.

En resumen, si no se cumple el objetivo central de que la temperatura global no sobrepase los 2 ºC por encima de las medias de la era preindustrial, todos los problemas se agudizarán: por ejemplo, habrá más calor y un derretimiento más pronunciado de la capa de hielo, con sus inevitables consecuencias en el aumento del nivel del mar.

Sobre esto último, en la Ciudad de la Ciencia de París ahora mismo se muestran los efectos destructores del aumento del nivel del mar: afectará lo mismo ciudades como Boston y Nueva York que enclaves humanos e industriales de todo tipo como los que existen en la franja litoral de Florida y Misisipi, en Estados Unidos o en Inglaterra. Desaparecerán islas en Panamá, México, el sur y el sudeste de Asia, a la par que en el norte de Europa y Canadá. Estudios realizados por investigadores de Gran Bretaña advirtieron hace cinco años cómo el agua marina del Golfo y el Caribe de México avanzaría tierra adentro, cubriendo, por ejemplo, la península de Yucatán.

Está probado que es posible abastecer a una población con energías renovables. Ese es uno de los grandes retos de la comunidad internacional de naciones a fin de evitar lo peor en unas décadas más.

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