Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Director: Iván Restrepo
Editora: Laura Angulo
Número Especial diciembre 2015 No 203

El cambio climático y la salud pública


Martucha o kinkajú, de las selvas de Centroamérica
y América del Sur

Si usted todavía no cree que el calentamiento del planeta tiene efectos negativos sobre su salud y la de su familia, existe ya suficiente información que le ayudará a salir de su error. Por lo menos una centena de estudios elaborados por los especialistas y las instituciones más reconocidas en el tema muestran algunos de los problemas que enfrenta la humanidad por el aumento de la temperatura planetaria.

Destacan, por ejemplo, los problemas de tipo respiratorio. Mencionan un aumento del asma y de las enfermedades alérgicas. A ello suman enfermedades infecciosas, incluyendo aquellas trasmitidas por vectores hoy poco habituales en los países industrializados o emergentes. Citan también desórdenes originados en la falta de seguridad alimentaria y problemas mentales. Los especialistas refieren las patologías que serán más comunes en apenas unos años si no se hace nada para remediarlo.

Es importante destacar que los datos de los que se dispone en la actualidad permiten predecir que, para el año 2050, muchas ciudades del mundo densamente pobladas experimentarán más frecuentemente días de calor extremo. Nueva York, Dehli, Calculta, Beiging, México, Monterrey, Guadalajara, Sao Paulo, París, Barcelona, Madrid, Berlín, Roma, Tokio, por ejemplo, pueden registrar tres veces más días de temperaturas superiores a los 32 ºC que en la actualidad, dando por fruto mayores problemas de salud, incluidos el estrés por calor y las consecuencias económicas de una capacidad laboral reducida.

En los estudios se aboga por la reducción del uso de combustibles fósiles a fin de garantizar una mejor salud. Entre menos se utilice el automóvil como medio de transporte, más se evitan las emisiones de gases y partículas que afectan la salud y el medio ambiente. Se advierte que los médicos deben preocuparse hoy por el cambio climático como lo han estado por los efectos que la pobreza y los conflictos bélicos causan en la salud de la gente. El calentamiento global, agregan, supone las mismas amenazas para la salud pública que la falta de agua potable y la contaminación del aire a principios del siglo pasado. Por todo ello, la tarea que deben cumplir los profesionales de la salud en sus distintos niveles es crucial si se quiere que la población mundial tenga menos enfermedades durante la última mitad del siglo XXI.

Ahora que tantos altos funcionarios se encuentran en París, bien valdría hacerles un estudio como el que hace diez años realizó la WWF/Adena. Analizó 103 sustancias tóxicas (principalmente organoclorados) a los ministros de Salud y Medio Ambiente de la Unión Europea. La entonces ministra española Cristina Narbona tuvo un resultado de 52 positivos de sustancias y componentes tóxicos. En la rueda de prensa donde se presentaron estos datos se le preguntó a la funcionaria: ¿52 valores bajos no forman un valor alto?

Nicolás Olea, de la WWF/Adena, fue el autor de la pregunta y más tarde en la conferencia que dio apuntó que toda la información toxicológica que existe sobre estas sustancias tóxicas y cancerígenas que están presentes en nuestra vida cotidiana es a nivel individual. No existe información sobre la mezcla de estos compuestos y cómo afectan a nuestro cuerpo de manera combinada. Además, el sistema REACH de protección de sustancias que ha propuesto la Unión Europea (y que es el más avanzado del mundo) ha obviado cualquier referencia a los efectos combinados.

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