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Director: Iván Restrepo
Editora: Laura Angulo
Número Especial diciembre 2015 No 203

Negocios bajo el cobijo del cambio climático


Gecko de Tokay que vive en India, el Sudeste asiático y Nueva Guinea

Cada vez son menos los que niegan que el cambio climático es una realidad. El aumento de la temperatura, la proliferación de huracanes y otros fenómenos metereológicos adversos o la intensificación de las sequías son sólo algunas de las evidencias físicas de un mecanismo puesto en marcha. Sin embargo, además de la alarma creada por estos primeros cambios en el modelo climático actual y de las nuevas normativas que están impulsando muchos gobiernos, el cambio climático también tiene implicaciones económicas, en algunos casos muy atractivas para ciertas compañías.

Un informe de Citigroup sobre las consecuencias en el sector de negocios señala que son muchas las empresas que se beneficiarán de las tendencias y oportunidades que está creando esta nueva situación. El informe identifica 74 compañías de 18 países. Algunas más tienen ya presencia en México, como es el caso de las españolas dedicadas a la energía eólica.

A juicio de Citigroup, si bien la nueva situación creada por el cambio climático lleva a que muchas empresas busquen utilidades en sus nuevos campos de acción en pro del medio ambiente, no debe olvidarse el contenido social y lo que ello significa para la ciudadanía pues “todo lo no contaminante conlleva un costo extra para las empresas”, que posteriormente también será trasladado a los ciudadanos.

Mercados de carbono y fondos verdes
 

Corea del Sur es el primer país de Asia en poner en marcha un mercado nacional de carbono, lo que lo convierte en punta de lanza entre los países más industrializados y los grandes países emergentes que son más reticentes a un acuerdo en París. Tal es el caso de la India y también en buena parte de China, que con su desaceleración económica considera problemático poner en marcha medidas urgentes para contribuir al éxito de la Cumbre de París.

Cabe señalar los obstáculos que ha tenido financiar el Fondo Verde para el Clima por parte de los países desarrollados. Se trata de mecanismo financiero de la ONU con sede en Corea del Sur. Su finalidad es canalizar el financiamiento de los países desarrollados hacia proyectos de adaptación al cambio climático en los países en vías de desarrollo. El objetivo fijado es conseguir unos 100 mil millones de dólares anuales para dicho fondo de aquí a 2020.

Todo indica que si no se recortan las emisiones de dióxido de carbono, la situación del planeta será peor en las próximas décadas: sequías, tormentas tropicales (consecuencia del aumento del nivel de los océanos), extinción de especies en la tierra y el mar. Esto sucederá en la naturaleza. Mientras, en la sociedad, aumentará la violencia y los conflictos impulsados por más pobreza y recurrentes crisis económicas.

Ante esta realidad, lo ideal y óptimo es encontrar empresas y personas que hagan negocio bajo estas condiciones. Se trata del mayor reto, junto con la desigualdad, que afrontará el ser humano en las próximas décadas. Y seguramente verá la habilidad de los grandes grupos de interés de las industrias más contaminantes para transformar la catástrofe en un activo financiero.

Ya no es un secreto que algunas empresas trasnacionales y muchas otras en los principales países se preparan para obtener ganancias en base a las energías renovables, tratamiento de aguas, cultivos verdes en tierras alquiladas a sus propietarios. En la industria militar, semillas genéticamente modificadas, aseguradoras, redes eléctricas “inteligentes”. Abandonarán sus actuales patrones de explotación de hidrocarburos y carbón para recorrer los nuevos caminos que trazan los acuerdos globales para frenar los efectos del cambio climático en el mundo.

México por un acuerdo
con metas progresivas

Nuestro país deberá ser sucinto de largo plazo y brindar certeza a todos los países y sectores. El subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la Semarnat, Rodolfo Lacy Tamayo, señaló lo anterior al participar como delegado de México en la reunión del grupo de trabajo de la Plataforma de Durban sobre la Acción Mejorada (ADP 2.11) celebrada en Bonn, Alemania. Fue la última reunión oficial de negociaciones antes de la COP21.

Lacy Tamayo recuerda que México apoya un acuerdo transparente en el que las metas que se establezcan sean progresivas, sujetas a revisión cada cinco años. Asimismo, que el financiamiento también vaya acorde con las revisiones quinquenales, y reconociendo el papel estratégico que el Fondo Verde para el Clima tiene para financiar proyectos de mitigación y adaptación.

Además, es necesario basarse en el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, dando igual importancia a la adaptación que a la mitigación dentro del acuerdo y que éste considere la igualdad de género y los derechos humanos.

Cabe destacar que México fue el primer país en desarrollo que presentó su compromiso nacionalmente determinado (INDC) y que establece metas concretas para reducir en 22 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero, GEI, para 2030 de manera no condicionada.

Entre los compromisos propuestos por México se encuentra observar una baja en las emisiones de carbono, así como en el uso de combustibles fósiles en áreas de producción, consumo y transporte, entre otras.

Si bien nuestro país no es una pieza fundamental para el abatimiento de las emisiones a nivel global pues solo emite 1.4 por ciento, en cambio en emisiones por tonelada por persona sí destaca entre la comunidad de naciones. Y que aunque es muy positivo reducir emisiones, el país requiere crecer económicamente de manera sustentable y crear un mayor bienestar social.

No debe olvidarse la enorme desigualdad económica que impera en México y el mal uso de los recursos naturales. Y que, pese a las estrategias de mitigación establecidas por las instancias gubernamentales, no han dejado de aumentar las emisiones de bióxido de carbono debido a un mayor consumo de energía fósil (en especial hidrobarburos), a lo que se agrega la deforestación, el mal uso de los recursos naturales y el derroche energético, especialmente por parte de la población con mayor capacidad económica.


Hongos en el Salto del Moro, Michoacán Foto: E. Mañón

Un recurso que será muy codiciado en los futuros proyectos empresariales es el agua, que se convertirá en el petróleo del presente siglo. Existen ya 300 mil empresas que buscan obtener utilidades con ella. Los datos que se presentarán en la COP21 muestran precisamente que hay menos agua disponible, empeora su calidad y esto también podría suponer una menor generación de energía. Existen empresas que convierten el agua del mar en potable o que reciclan la ya utilizada. También compañías que son propietarias de bosques madereros o que poseen un acceso privilegiado a ellos.

Que todo puede convertirse en negocio a la sombra de la lucha contra el cambio climático lo muestra la trasnacional alemana Bayer: creó unos nuevos mosquiteros para contrarrestar la proliferación de este insecto como consecuencia del calentamiento global.

Otro campo de inversión es el agroindustrial. Por la alteración del clima, el tiempo se convierte en menos predecible y las sequías y las inundaciones pueden tener efectos devastadores sobre la calidad y la cantidad de las cosechas. La tierra y los alimentos que genera, peligran. “La agricultura comercial fue responsable del 71 por ciento de la deforestación tropical el año pasado. Esto representa 130 millones de hectáreas de bosques. Tal pérdida ha contribuido con el 15 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, más que todo el sector del transporte.

Por eso, los expertos advierten que resulta imposible afrontar el calentamiento del planeta si antes no se cambia la forma en la que se cultiva la tierra. Gustavo Duch, experto en soberanía alimentaria, ofrece un ejemplo de este desafío: “La alimentación capitalista hay que imaginarla como un circuito de Fórmula Uno. La salida son los bosques y selvas que han sido talados para dejar un hueco infinito a los monocultivos. A lomos de maquinaria adicta al petróleo se rocía esta tierra con más crudo en forma de fertilizantes químicos. Las cosechas se empaquetan en envases de petróleo y viajan miles de kilómetros. Y los tubos de escape no descansan. Es un circuito responsable de al menos el 50 por ciento de todas las emisiones que calientan el planeta. ¿Y quién conduce los Ferrari? Unas pocas, pero gigantescas, corporaciones que ahora se presentan como héroes anticambio climático. Lo que hay que cambiar es de circuito; dejarlas sin pistas donde echar humo”.

Por su parte, la célebre periodista Naomi Klein, autora del exitoso libro No logo: el poder de las marcas, escribe en This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate Change: “Cualquier intento de enfrentar el desafío del cambio climático será inútil si no se entiende como parte de una batalla mundial superior. Nuestro sistema económico y la concepción de nuestro planeta están en guerra”.

No debemos olvidar que en la Cumbre de París también están presentes los voceros de los grandes consorcios del mundo, los mismos que han contribuido de manera notable a la situación y al futuro de desequilibrios económicos, sociales y ambientales que ahora se busca remediar.

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