Opinión
Ver día anteriorMartes 1º de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
29 FIL de Guadalajara
La sonrisa de Peggy
E

rase una vez un cuento que sucedía en un gran salón. Había en él varias mesas cuyos ocupantes, casi todos ellos jóvenes, eran editores, correctores de pruebas, diseñadores, directores de revistas, fotógrafos, dibujantes, encargados de la publicación de libros o catálogos. Todos, muy concentrados en su trabajo, a veces tensos, pero sin renunciar al humor, intercambiaban, además de ideas, lápices, tipómetros, las añoradas galeras, tijeras y plumas, y se trasladaban veloces de una mesa a otra, con una rapidez que era necesaria para cumplir con las fechas fijadas para los distintos proyectos que tenían en sus manos.

Pero en ese intenso ajetreo de idas y vueltas, había una discreta muchacha, de pelo largo y negro, que al hacer su tarea se dirigía de su mesa a otra caminando muy despacio, lentamente y, además, con una amplia sonrisa.

Yo, que pasaba por el gran salón que en realidad era como una escuela aprendí de ella algo que me fue fundamental: que, para cumplir con un trabajo urgente, lo mejor es hacerlo despacio.

La joven era Peggy, Peggy Espinosa. Me di cuenta también de por qué sonreía. En realidad, era una sonrisa ensimismada, ella sabía, o intuía, que iba a dedicar su vida a los niños, las niñas y los jóvenes, que se iba a dar felicidad a sí misma y, sobre todo, a los lectores, primeros lectores, que desde pequeños comienzan a tener hermosos libros que pueden acariciar con las manos, como edificios en miniatura que, seducidos por letras e imágenes, ellos pueden también habitar. Así, un día de 1990, hace precisamente 25 años, a Peggy se le ocurrió fundar, precisamente aquí en Guadalajara y junto con Azul Morris, la editorial Petra, donde ha podido cumplir con todas sus ilusiones como creadora de libros, como maestra e investigadora, como inventora de un espacio que ella ha definido en estos días como metáfora, símbolo, entrada al inconsciente, a los sueños donde conviven la cultura y las emociones gracias a la mirada del lector. Mirar es un privilegio, ese don que se cultiva en la vida cotidiana y que se fortalece con la lectura.

Una visión, una misión con la que la maestra Espinosa, aparte de repartir felicidad, ha recibido, a través de sus libros, diversos premios internacionales.

Érase una vez y aquí mismo que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara desde sus comienzos creó el Premio al Mérito Editorial.

Entre los mexicanos galardonados, el primero en recibirlo fue el mítico doctor Arnaldo Orfila Reynal; el segundo fue el indispensable Joaquín Díez-Canedo y, después, lo recibieron dos amigos y compañeros de tarea para mí entrañables, Neus Espresate y Marcelo Uribe. Hoy la FIL se engalana otorgándole el premio a Peggy Espinosa, quien seguramente se dirigirá a recogerlo caminando despacio, ahora con el pelo blanco pero con su misma íntima sonrisa.