Opinión
Ver día anteriorMiércoles 2 de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Siria: más gasolina al fuego
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ientras continúa y se encona la confrontación entre los gobiernos de Moscú y Ankara tras el derribo de un bombardero ruso por la fuerza aérea turca en una zona fronteriza de Siria, el conflicto en este país árabe sigue creciendo en participantes y, con ello, en dificultades para una solución de paz.

Ayer el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, admitió que fuerzas de su país llevan a cabo operaciones en la nación vecina para evitar que se transforme en un frente contra nosotros; en tanto, las autoridades alemanas aprobaron el envío de mil 200 soldados a territorio sirio para combatir al Estado Islámico (EI). Por su parte, el líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbin, quien en lo personal se ha manifestado contra las intervenciones militares occidentales en Siria, decidió dar libertad de voto a sus correligionarios en el Parlamento para que asuman la postura que deseen ante las presiones del primer ministro conservador, David Cameron, para que el Legislativo apruebe por amplia mayoría la participación de Gran Bretaña en la guerra siria.

El conflicto en esa nación no sólo avanza en complejidad, sino también en grados de barbarie. Así, se dio a conocer ayer que un hospital administrado por Médicos Sin Fronteras (MDS) y situado en la región de Homs, bajo control de los rebeldes que combaten al gobierno de Damasco, fue bombardeado desde el aire, posiblemente por helicópteros de las fuerzas leales al presidente Bashir el Assad, con saldo de siete muertos y 47 heridos.

Este episodio atroz obliga a recordar el ataque aéreo lanzado el pasado 30 de octubre por la aviación estadunidense contra un sanatorio de Kunduz, en Afganistán, que causó la muerte de 22 personas, entre médicos y pacientes; heridas a otras 37, y dejó a cientos de miles de habitantes de la región sin ningún servicio médico. Debe recordarse, asimismo, que en el contexto de la lucha contra el terrorismo, el pasado 26 de octubre aviones de guerra de Arabia Saudita destruyeron un nosocomio de MSF en Haydan, norte de Yemen, acción que dejó un número indeterminado de heridos y que fue calificada por Amnistía Internacional de posible crimen de guerra.

El 29 de noviembre MSF realizó un balance según el cual los bombardeos efectuados en Siria por distintas potencias –Estados Unidos, Francia y Rusia, principalmente– habían alcanzado hasta esa fecha 12 hospitales, en los que mataron a 35 pacientes y médicos e hirieron a otras 72 personas. El dato indica claramente la naturaleza profundamente inmoral de los confusos bandos en pugna en el país, la mayoría de los cuales dicen actuar en contra de los actos terroristas del EI pero perpetran, a su manera, acciones que igualmente merecen ser calificadas de terrorismo y que, lejos de evitar nuevos atentados, alimentarán los resentimientos en los que se incuban acciones tan cruentas y bárbaras como la cometida el 13 de septiembre en París.

A estas alturas debiera resultar claro que la incorporación de más gobiernos y de mayores contingentes militares al escenario bélico sirio no sólo no contribuye a resolver el conflicto interno de ese infortunado país ni a derrotar los extremismos fundamentalistas sino constituye una siembra de rencores que, a su vez, llevarán a más individuos a las filas del EI y de otras formaciones terroristas. Las partes siguen, en suma, empeñadas en apagar el incendio con chorros de gasolina.