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Cuelgas

E

ntre los antiguos mexicanos era común adornar imágenes con ramilletes o súchiles, coronas y cadenas o cuelgas de flores en distintas celebraciones. En la fiesta llamada Tlaxochimaco, le ponían a las estatuas de Huitzilopochtli y de otros dioses guirnaldas y sartales y collares de flores. También podían hacerse con diferentes alimentos, como los chiles y las mazorcas de maíz.

Otro tanto ocurría en España; el Diccionario de Autoridades (1726) registra con la palabra colgar: El labrador coge las espigas más altas, y más llenas de sus panes, y las lleva a la Ermita o Imagen devota del lugar, y las cuelga del altar. (p. 413, t. I). Debió haber una costumbre similar para el día del santo o del cumpleaños; de ahí la palabra cuelga como sinónimo de regalo para esas ocasiones.

La antigua costumbre se conserva hasta nuestros días. El día de san Juan Bautista en la población de San Juan Ixtayopan, ubicada en la delegación Tláhuac del Distrito Federal, al santo, además del morral con elotes que le cuelga al hombro, le ponen racimos de fruta en una mano, y en la otra un collar con chiles de árbol y otro con calabazas, como ya hemos descrito alguna vez en este espacio. En Olinalá, Guerrero, a san Francisco se le cuelgan sartas de cempasúchil y chiles, como muestra la historiadora Janet Long. En Chiapas se dan cuelgas de flores en los cumpleaños.

La familia Castelán Zacatenco, de Acaxochitlán, Hidalgo, cuya panadería acaba de cumplir 80 años, tomó la decisión de llamarla cuelguería. El horno se adornó con una sarta de panes. Antes las cuelgas eran collares de panes que se colgaban a las personas que cumplían años; hoy las cuelgas pueden ser piezas de pan únicas. Hace tiempo el jefe de la familia, don Juan, por un favor recibido prometió y cumplió una manda que consistía en entregar un pan grande o cuelga al Cristo de Esquipulas. En la actualidad se han popularizado y se ofrecen por motivos varios de celebración. Su calidad y belleza, producto de la maestría panadera, ha vuelto a estos panes de ofrenda una costumbre difundida.

Aunque Acaxochitlán es una comunidad relativamente pequeña, hoy, tan sólo en un fin de semana, en la cuelguería se pueden llegar a producir unas 5 mil piezas de pan. Pueden ser grandes panes decorados; otros son panes para hacer sartas con ellos y otros más son para el consumo diario. Las comunidades crean y recrean su cultura; por ejemplo nos narra Arturo –uno de los hijos de don Juan– que antes hacían tres hojas del pan llamado taco; en la actualidad llegan a hornear más de 15. Felicidades a don Juan, quien el pasado 24 de noviembre cumplió años lleno de cuelgas.