Opinión
Ver día anteriorLunes 14 de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aguas someras
E

n el peor momento para Pemex (hasta hoy), cuando el precio del barril de petróleo en su caída rompe el piso de los treinta dólares, ante el panorama oscuro para la economía de la empresa, y por ende de México, se responde rápidamente con anuncios de descubrimientos importantes que, como siempre, auguran un futuro promisorio. Un día nos deslumbra la competitiva empresa anunciando con bombo y platillo el descubrimiento de nuevos yacimientos en aguas someras del Golfo de México y dos días después nos recuerda que también hay buenas noticias en aguas profundas. Nada bueno para hoy, todo para mañana o para pasado mañana.

En los medios más importantes del país se presenta a todo color un mapa en el que se señalan con plataformas petroleras en miniatura los lugares en que se supone están los yacimientos, todos en el Golfo de México, frente a las costas de Tabasco y las de la Península de Yucatán; nos dan también a conocer los enigmáticos nombres en maya de esos puntos geográficos, todo seguramente con ánimo de documentar nuestro optimismo, como decía Carlos Monsiváis, y quizás también con la secreta esperanza de no desalentar a presuntos inversionistas interesados.

Según mis amigos que saben algo de la industria y conocen sus fuerzas y debilidades, la respuesta en el terreno de la publicidad no contradice para nada el panorama real de Pemex, que es más que oscuro; como todo mundo sabe; su gigantesca deuda crece y sus directivos tratan en forma errática de salir adelante con declaraciones y actos ante los medios. Me dicen también que la política perversa de bajar los precios del crudo no responde sólo al juego del libre mercado, sino a maniobras de quienes quieren someter y sancionar cualquier intención de liberación nacional, autonomía y ejercicio pleno de la soberanía.

El descenso torturante de los precios le pega a México indirectamente, como reza el dicho popular: por darle al violín le pegaron al violón; los destinatarios a ser castigados eran los países árabes, Venezuela y, en general, quienes producen petróleo y tienen reservas probadas o no, pero conservan la intención de ser los autores de su propia política y de manejar sin injerencias externas sus propias empresas y sus políticas nacionales; es el castigo por tener petróleo y no ponerlo a disposición de los grandes intereses.

El Diccionario para juristas, de Juan Palomar de Miguel, define el adjetivo somero como algo que está casi encima, muy cerca de la superficie, pero también aclara que el término tiene otro significado: se dice somero a algo ligero, hecho con poca profundidad y sin meditación. El caso de nuestro petróleo y el de los descubrimientos que nos anuncian cuando los precios del hidrocarburo están tan bajos, nos hace pensar que ambos significados del adjetivo somero, el propio y el metafórico, vienen muy a cuento en la situación actual de México. Hay yacimientos en aguas someras y se han tomado decisiones someras, esto es, mal calculadas y poco pensadas:

Para justificar la determinación que se tomó hace ya más de dos años, de sacar a los hidrocarburos y a la energía eléctrica de la definición de áreas estratégicas de la economía, se dijo que era un asunto importante para hacer a México y a sus empresas productoras de energía más competitivos, romper los monopolios y que tanto Pemex como la Comisión Federal de Electricidad se fortalecerían participando en el mercado en competencia con otras empresas, de las que hay muchas y muy grandes en todos los países desarrollados del mundo.

La propuesta aceptada por el obsecuente Poder Legislativo se fundó en ese valor supremo del neoliberalismo que es la competencia; por nuestra parte pensamos que la competencia funciona en algunas áreas de la vida social, que es ocasionalmente motor del desarrollo, pero también provoca graves injusticias y acarrea para sectores muy amplios de la sociedad verdaderas tragedias de pobreza y marginación; proponemos como un valor alternativo la cooperación solidaria.

Lo que cuesta más trabajo aceptar es que se hayan tomado medidas verdaderamente contradictorias para lograr que nuestras empresas –en especial Pemex– sean, como dice su publicidad, competitivas. Para ello mutilaron a la petrolera mexicana, jubilaron anticipadamente a sus mejores cuadros, tanto de técnicos y profesionistas como de buenos obreros; dejaron caer las refinerías por falta de mantenimiento, no concluyeron obras de infraestructura necesarias; quitaron recursos al Instituto Mexicano del Petróleo y, en general, en forma inexplicable, para hacer competitiva a la empresa la desarmaron, la desmantelaron y la empobrecieron.

Fue como si para preparar a un boxeador para una pelea importante, en vez de entrenarlo y fortalecerlo le amarran una mano y le inutilizan un pie. ¿Cómo podemos calificar esas decisiones tomadas con tan incompleta y somera información? ¿De qué se trata? ¿De jugosas comisiones? ¿De ineptitud, de traición, o de una mezcla de todo?