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A la mitad del foro

Zonas económicas especiales

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Legisladores festejan el cierre del periodo de sesionesFoto José Antonio López
E

ntre aplausos y abrazos navideños, diputados y senadores se despidieron del periodo ordinario de sesiones y festejaron el retorno del Zócalo que dio nombre a la Plaza de la Constitución y nunca llegó a servir de base a la estatua ecuestre de Carlos IV, ni a los desvaríos de Antonio López de Santa Anna. La Gran Tenochtitlán, la Ciudad de los Palacios, el Distrito Federal ha vuelto a ser la Ciudad de México. Con símbolos de estrambótica modernidad que la identifican ya como CDMX. Números romanos para la capital meshica del tercer milenio.

Habrá Congreso constituyente y Constitución de la que la izquierda proclamaba estado 32 de la República. Y no lo será.

Será un híbrido propio del pluralismo por la transición en presente continuo: una ciudad-estado que alojará al gobierno de la República, será sede del supremo Poder Ejecutivo de la Unión, junto al de la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, que dejará de serlo, tal como dejó de tener un regente designado por el presidente de la República para que la democracia sin adjetivos eligiera un jefe de gobierno y 16 delegados, así como una Asamblea Legislativa, que también dejará de serlo para que los asambleístas sean diputados de la entidad, del ente añadido a la República Federal.

Constituyentes en vías de ser elegidos unos y designados otros por los poderes que son y los que han de ser del cambio al sistema de la pluralidad que no se decidió a cambiar de régimen. Miguel Ángel Mancera celebra su anticipado ascenso a fundador de la ciudad-estado de los recuerdos del porvenir. Y podrá designar, dicen, a su jefe de policía y otros guardianes del sistema judicial por estrenar, en cuanto concluya la capacitación oral de los escribanos del más injusto, más corroído, más lento y desdeñable sistema de origen romano y francés que llegó a versión lumpen del tribunal kafkiano. Podría Miguel Mancera, ya que aspira a ser candidato independiente a la Presidencia, repasar los nombres y acciones de los constituyentes mexicanos de 1824, de 1857 y de 1917. Aunque para la crónica del híbrido no hace falta un Francisco Zarco.

En todo caso, habrá nueva entidad en la vieja ciudad capital. En la ciudad lacustre que admiró a los hombres que acompañaron a Cortés en la aventura formidable de la Conquista. La que inspiró las palabras de Alfonso Reyes: detente viajero, has llegado a la región más transparente del aire. Ya fueron resecados los lagos de agua dulce y agua salada. La región más transparente es hoy una opaca nube de esmog; los templos apenas han vuelto a asomar en apunte de museo al lado de Catedral, tras el descubrimiento de la Coyolxauhqui; los palacios que admirara Humboldt han cedido a los altos edificios que compiten en alturas y en los costos elevados por el unto de la corrupción.

Sede del gobierno de la República, del Congreso de la Unión, del gobierno de CDMX y de la santa Iglesia apostólica y romana, si deciden incluir un acuerdo, un pacto de San Juan de Letrán para recibir al papa Francisco con un jubileo, aunque sería necesario invocar y evocar la reforma de Carlos Salinas de Gortari. Tal vez por eso la izquierda le ha dado la espalda al poder constituido en esta ciudad que antes de fracturarse en facciones modernas y nostálgicas del nacionalismo revolucionario, confrontadas ambas y declaradas apóstatas ambas por el pastor de Morena, el andariego y tenaz aspirante al mando único en la República entera: Andrés Manuel López Obrador, el redentor de Nacajuca.

Larga digresión. Quizás porque se aproxima el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes. O para no cultivar el pesimismo ante la desmemoria y el desprecio de la clase política y sus patrones émulos de Midas. Porque hace un par de días fue 18 de diciembre y ninguno de los predicadores del economismo, de la reducción de todas las relaciones sociales a la lógica del mercado, recordó ni conmemoró el martirio y muerte de José María Morelos y Pavón, el siervo de la nación, en Ecatepec, en el estado de México. Pudiera ser porque Eruviel Ávila preside la Conago y los gobernadores se reunieron ese día con el presidente Peña Nieto para repasar y evaluar las labores del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Razón de Estado. Sin el Estado se impondría la barbarie, anticipó Hobbes.

Tal vez. Pero da grima que el día del martirio y muerte de Morelos, el de los Sentimientos de la nación, el de la Constitución de Apatzingán, los viajeros que van rumbo al estado que lleva su nombre, topen en los límites con el Distrito Federal con un letrero en el que falta la M del nombre del prócer; y peor todavía que a un costado de la supercarretera estén desde hace años, tirados como deshechos, como despojos de un tiradero de metal, los restos de la enorme estatua de Morelos, caída o tirada, destruida y abandonada por la incuria y la miserable desmemoria de gobernadores del estado y funcionarios federales. La seguridad es tarea de todos y no sólo del gobierno de la República, diría Enrique Peña en la reunión de la Conago. También el respeto a quienes nos dieron libertad y el llamado a la igualdad social.

Es tiempo de hacer efectivo el compromiso presidencial de la creación de zonas económicas especiales. Los adelantados de la globalidad, los del desprecio por los mexicanos del común, los de la marginación y aislamiento de los indígenas del eufemismo criollo y racista, insistían en asegurar que había dos Méxicos: el del norte criollo y rico; el del sur indígena y pobre. Fantasías separatistas aparte, los brotes libertarios de los yaquis en Sonora, los tarahumaras en Chihuahua, los tepehuanes y mexicaneros en Durango, huicholes en San Luis Potosí y los kikapúes en Coahuila, prueban que los indios son y están en todo México, en nuestro mestizaje de tres sangres.

Cierto en el sur del aislamiento hay un enorme rezago y pobreza extrema en la mayoría de la población. Por eso hay que reconocer el acierto del proyecto presidencial y la aprobación en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados que la devolvió al Senado para efectos constitucionales. Ahí también tendrán que atender el llamado hecho por Peña Nieto en la reunión del CNSP: la seguridad es tarea de todos.

En unos cuantos días entraremos de lleno al proceso electoral de 2016. Con el añadido de volver a elegir gobernador en Colima, donde se declaró nulo el proceso por la imprudente o intencionada intervención de un funcionario del gobierno del estado, quien pidió a sus colaboradores que votaran por el candidato del PRI. Va a ganar el priísta Ignacio Peralta. Jorge Luis Preciado, el panista, tropezó otra vez al hacer proselitismo con un discurso en acto del Teletón.

En Tabasco es hora de encender los faroles. López Obrador acusa al gobernador Arturo Núñez de haber hecho un fraude descomunal con intervenciones de funcionarios del estado. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declaró la nulidad de la elección. Pero no hubo cargo alguno de intervenciones ilegales de funcionarios del estado; el tribunal indica las razones contenidas en el considerando noveno: ... por el indebido proceder del Consejo Electoral Municipal durante la sesión permanente de la jornada electoral y de cómputo municipal, con motivo de irregularidades que han quedado acreditadas.

Se convoca a nuevas elecciones. Con los mismos candidatos. Va a volver a ganar el del PRI, y el de Morena corre el riesgo de quedar otra vez en cuarto lugar. Y entonces, como en el palenque: Éste ganó y éste perdió. ¿No hay quien reclame? Abran las puertas.