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El narrador y editor ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y literatura

Leer y escribir para ser personas completas, sugiere Felipe Garrido

Obligar a los niños para que lean en casa o en la escuela no es tan perjudicial como se piensa, afirma a La Jornada

Hay una liga muy profunda y muy real entre la escritura y la democracia, pues lo primero es la forma de hacer públicos pensamientos, ideas, sentimientos y emociones

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Antes se creía que los mexicanos no leían porque de niños fueron obligados a hacerlo en la escuela pero, ¿acaso no los obligan también a aprenderse las tablas y a multiplicar y de adultos sí saben hacerlo y lo hacen?, señala Felipe Garrido (en su biblioteca-estudio)Foto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de diciembre de 2015, p. 2

Obligar a los niños a que lean en casa o en la escuela no es tan perjudicial como se piensa, afirma el escritor y editor jalisciense Felipe Garrido (Guadalajara, 1942).

El narrador, quien es reconocido como uno de los principales promotores de la lectura en México, creó los dos principales programas que en ese ámbito ha tenido el país.

Antes se creía que los mexicanos no leían porque de niños fueron obligados a hacerlo en la escuela pero, ¿acaso no los obligan también a aprenderse las tablas y a multiplicar y de adultos sí saben hacerlo y lo hacen?, explica.

Hemos abusado mucho de la idea de que en la formación de lectores todo tiene que ser por gusto y no es así. Hay aprendizajes que hace falta que en la familia y en la escuela se impongan, aunque los mejores padres y maestros saben hacer eso sin que haya conflicto.

Han sido días largos y pesados para el también traductor y académico desde que se hizo pública su designación como ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en el campo de Lingüística y literatura, la noche del domingo 13 de diciembre.

Las llamadas para felicitarlo, al teléfono de su domicilio y su celular han sido numerosas. Lo mismo ha ocurrido con los correos electrónicos, pues para dar respuesta ha dedicado dos días.

Lo más feliz de haber obtenido este premio es que uno se da cuenta de la enorme cantidad de amigos que tiene, comenta.

Tres novelas cortas para niños

Felipe Garrido se instala en el escritorio de la imponente biblioteca-estudio de su casa, ubicada en el centro de Coyoacán, para participar de una larga charla con La Jornada, efectuada al día siguiente de la entrega de ese que es el reconocimiento más importante conferido por el Estado mexicano, el pasado miércoles 16.

Para el también integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, el premio nacional representa una responsabilidad que recibe con gusto y lo obliga a ser digno de ella por medio del trabajo. En particular se refiere a dedicar más tiempo a la literatura, a la que ha superpuesto su labor en el fomento a la lectura.

La falta de tiempo es un escollo para escribir más y también para haber optado por el cuento corto como eje de su quehacer creativo, según apunta.

Al respecto, dice que cuando comienza una obra desconoce los caminos que tomará y expresa su admiración por los colegas que tienen un plano o esquema completo antes de empezar a trabajar.

Tengo una idea más vaga, indica. En el caso de los cuentos cortos, lo que tengo muy claro siempre es el final. Lo primero que imagino de una historia es el final, cuando tengo uno que me gusta sé que ya puedo trabajar. Aunque son textos muy cortitos, se llevan tiempos largos.

Adelanta que tiene en proyecto tres novelitas cortas para niños y cinco cuentos largos en los que los personajes son adolescentes, aunque no son libros encaminados al público juvenil. También ronda por su mente una novela larga, sólo espera que le alcance el tiempo para escribirla.

Todos al quehacer escritural

El tema central de la conversación con Felipe Garrido es el fomento y la promoción de la lectura, aunque aclara que son términos que él ya no ocupa y prefiere referirse a esa actividad como formación de lectores capaces de producir y escribir textos.

Hemos hablado demasiado, ahora lo pienso, de la lectura y nos hemos olvidado de la escritura, y ésta es tan importante como la lectura. Una persona, creo, no termina de estar completa si, además de leer, no escribe, afirma.

‘‘La historia de la mayoría de los escritores es ésa: un lector de tanto leer llega el momento de asumir que tiene cosas e ideas que decir. Igual, sería impensable gente que nada más escuche y nunca hable. Hablar y escribir hacen falta.”

El escritor precisa que cuando se refiere a lectores convertidos en escritores no significa que todos deben dedicarse de manera profesional a ser novelistas o cuentistas.

“Es como los deportistas llaneros, gustan de un deporte y lo practican por placer. Como decía Gianni Rodari, un educador italiano muy importante que ya murió, ‘hace falta que todos escriban, no para que todos sean escritores, sino para que nadie sea esclavo’.

Estoy convencido de que hay una liga muy profunda y muy real entre escritura y democracia, pues la primera es la forma de hacer públicos nuestros pensamientos, ideas, sentimientos y emociones.

Son poco más de 40 años los que Felipe Garrido ha dedicado a esa noble tarea y afirma que haber participado en la creación y realización de los programas Rincones de Lectura y Salas de Lectura le han permitido saber que jamás se conseguirá que México sea suficientemente lector mientras se dependa de programas externos que llegan a las escuelas.

Necesitamos que los lectores capaces de escribir se formen en las escuelas. Para eso deberían de ser éstas. Si han surgido estos programas es porque esos centros no han funcionado suficientemente, asegura.

“Hasta este momento, la escuela ha producido básicamente alfabetos, no lectores. Es decir, personas que saben escribir y leer, pero que no lo hacen, salvo cuando les es indispensable.

La población en México se ha alfabetizado, pero en 2010, por ejemplo, había 34 millones de individuos mayores de 15 años alfabetizados, de los cuales sólo 4 millones eran lectores. Y mientras eso sea resultado de nuestra educación, está muy difícil que el país pueda desarrollarse como debe.