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El autor habla de su libro más reciente, No manden flores, publicado por Random House

Martín Solares sugiere romper el espejo de la realidad y luego contar

Muchos narradores creen que la novela policiaca debe ser diseñada como una hamburguesa, con el mismo queso amarillo, la misma carne y un montón de papas; esto la ha empobrecido, afirma

 
Periódico La Jornada
Jueves 31 de diciembre de 2015, p. 2

El narrador tiene un compromiso: Ofrecer al lector un mundo distinto al que pueda encontrar en los periódicos, porque la función del novelista no es crear espejos de la realidad, dice el escritor y editor Martín Solares (Tampico, 1970).

En entrevista con La Jornada con motivo de su obra más reciente, No manden flores, el autor señala que en el siglo XIX algunos narradores pensaban que la novela debía ser espejo de la realidad y mostrar cómo era el resto del mundo, pero eso quedó superado o al menos que un escritor lo hiciera de calidad excepcional y dejara plenamente satisfechos a los lectores.

Creo que la obligación de los novelistas es romper con ese espejo y apropiarse de cada una de sus partes para empezar a contar una vez que es propietario de ese espejo de la realidad, opina el también autor de Los minutos negros, obra ganadora del premio Latin Book a la mejor novela de misterio en Estados Unidos.

En la novela No manden flores (Literatura Random House), presentada en la reciente Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, el autor narra la historia del ex policía Carlos Treviño, quien es obligado a investigar la desaparición de una rica heredera y en esa búsqueda debe enfrentarse al tenebroso comandante Margarito, cuyas acciones permiten ver la red de complicidades en la región de La Eternidad.

Avanzar a ciegas

Martín Solares comparte que es malo para escribir novelas policiacas convencionales y lo que hace son historias sobre policías, porque las formas que adoptan sus relatos no son los típicas donde hay momentos de intensidad, pues de repente presentan digresiones que le ayudan a contar cómo es el alma de sus personajes.

“He aprendido unas cuantas cositas sobre el ejercicio que implica hacer una novela. Después de siete años dedicados a Los cinco minutos y ocho a No manden flores, sé que como novelista hay que descubrir la fórmula secreta de tu obra. Es como un ciego que tantea las paredes de un edificio, porque cuando escribes una novela avanzas a ciegas.”

Para Solares la novela negra en el mundo, desde hace 50 años, sufre una crisis enorme, pues la mayoría de los escritores creen que la novela policiaca debe ser diseñada como una hamburguesa con el mismo queso amarillo y el mismo paquete de carne y un montón de papas, y esto ha empobrecido al género.

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En mi historia las urbes son imaginarias y la región, pero hace pensar al lector en esa zona real que es el noroeste de México. Quise mostrar las ciudades fantasmas, donde los habitantes han emigrado a causa de las balaceras y la inseguridad, porque esto es como un anticipo de lo que se puede esperar en el resto del país si seguimos educados bajo las leyes de la corrupción, explica Martín Solares a La JornadaFoto Marco Peláez

Sin embargo, admite que hay excelentes autores que han añadido un ingrediente o cambian por completo la receta de su escritura, como Henning Mankell, escritor sueco fallecido el pasado 5 de octubre, quien es reconocido por su serie que protagoniza el inspector Kurt Wallander.

Solares percibe tres momentos en la novela policiaca; el primero ocurre a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se inventa al detective cerebral e intelectual, que puede tocar el violín mientras resuelve un caso.

El segundo sucedió en Estados Unidos, afirma, cuando Raymond Chandler creó un detective de más acción, que se abre paso a patadas y golpes de quijada. Se trata de personajes que arriesgan la vida, movidos por un ideal quijotesco de hacer justicia en un mundo lleno de corrupción.

Cuando surgen los asesinos y se cuenta el punto de vista del criminal, para Solares es el tercer momento, cuando existe la delgada línea que divide a los criminales de las personas comunes.

Un cuarto momento sería, agrega, cuando aparecen los asesinos en serie e indica que fue Jorge Luis Borges quien se anticipó en esto en su libro La muerte y la brújula, donde aparece el primer asesino calculador, frío y muy elegante.

Dice que varios autores latinoamericanos buscan nuevos personajes en la novela negra que sean convincentes, como Rubem Fonseca, Mario Vargas Llosa, Rafael Bernal y Élmer Mendoza.

En la novela de Solares las palabras justicia y narco jamás se mencionan, porque desde hace tiempo percibió que los funcionarios usaban cada vez menos el vocablo justicia y esto es clave.

Traté de crear mi historia cien por ciento imaginaria, donde incluso las ciudades son imaginarias y la región, pero hace pensar al lector en esa zona real que es el noroeste de México. Quise mostrar las ciudades fantasmas, donde los habitantes han emigrado a causa de las balaceras y la inseguridad, porque esto es como un anticipo de lo que se puede esperar en el resto del país si seguimos educados bajo las leyes de la corrupción.

No manden flores será traducida al inglés y francés y, en 2016, la productora Canana, con apoyo del Imcine, rodará la película sobre su novela Los minutos negros.