Opinión
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De nuestras Jornadas

Una forma vil

E

ste año, además de las presidencias municipales y el Congreso de Aguascalientes, lo que está en juego es el arraigo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Ejecutivo estatal o el regreso del Partido Acción Nacional (PAN). El ascenso de la izquierda está descartado; incluso se considera más factible que un candidato independiente rompa el bipartidismo.

La cultura cívica del electorado local, acostumbrado ya a la alternancia, no es correspondida por la conducta de quienes quieren gobernar la entidad. Todos los aspirantes, independientes o militantes, violan la ley: hay espectaculares de promoción personal; en redes sociales se multiplican los videos y en los medios tradicionales es notorio el interés por publicitarse. El código electoral es muy específico sobre los tiempos de inicio y condiciones en que se puede realizar precampaña; sin embargo, deja un resquicio de interpretación que aprovechan quienes quieren ser nominados.

La propaganda es abiertamente mentirosa, peor aún, no hay ideas, proyectos o invitación al diálogo, sólo promoción y promesas, con un discurso que pone por delante la imagen personal. Los aspirantes buscan ser vistos, recordados, colocarse en la carrera hacia la nominación. Será muy difícil comprobar que ese gasto de promoción proviene de recursos públicos, por lo que se permite toda clase de excesos.

Los partidos no designarán candidatos con base en los resultados de esta exposición mediática, sino mediante la negociación entre las familias que tienen el control de los partidos. Así que quienes juegan a venderse como la mejor opción lo hacen más con la intención de mostrar músculo que para ser designados; para el proceso de selección es dinero tirado a la basura. Lo que buscan es adelantarse a las campañas para arrancar con ventaja.

En el caso de los supuestos independientes no sólo resulta lamentable el dispendio. A la violación de la ley se suma el engaño con que intentan embaucar al electorado, el nivel al que se pretende rebajar la inteligencia de quienes eligen, porque al final, cuando no hayan conseguido los votos suficientes, será evidente que la intención de la publicidad era otra: tener presencia, ser considerados. Una forma vil de insertarse en el proceso de toma de decisiones: corrupción, básicamente.