Sociedad y Justicia
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A mí nunca me verán de huaraches, solía decir Joaquín Gamboa Pascoe

Pocos obreros y gran lujo en las exequias del líder de la CTM

Será relevado por Carlos Aceves del Olmo, de 75 años, su principal operador

La cúpula cetemista cumplió en menos de dos horas con los honores en la sede de la confederación

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El comité ejecutivo cetemista monta una guardia de honor en torno al féretro de Joaquín Gamboa Pascoe. En silla de ruedas, el dirigente sustituto Carlos Aceves del OlmoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de enero de 2016, p. 30

Joaquín Gamboa Pascoe, líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) por 10 años y cinco meses, será relevado en el cargo por su principal operador: Carlos Aceves del Olmo, de 75 años, quien sólo deberá encabezar una sesión de protocolo estatutario para ser elegido como el nuevo dirigente de esta central, principal del sector obrero del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El periodo de gestión del nuevo secretario general cetemista será de 2016 a 2022, el mismo para el cual Gamboa Pascoe había asegurado (desde octubre) el control absoluto. Pero la muerte, a casi los 94 años a causa de un derrame cerebral, le impidió convertirse en el dirigente más longevo de esta confederación. En ese año, 2022, habría cumplido 100 años.

A sus antecesores igualmente sólo la muerte los quitó de la secretaría general de la CTM: Leonardo Rodríguez Alcaine falleció a los 86 años y Fidel Velázquez, a los 97.

Este Joaquín, uno de los dos que fue noticia ayer, murió el jueves en el Hospital Ángeles del Pedregal, uno de los más exclusivos de México, y evidentemente tampoco podrá encabezar en febrero la celebración por los 80 años de existencia de la CTM, fundada en el cardenismo, ahora con 4 millones de afiliados, de los cuales 90 por ciento tienen un contrato colectivo, solía afirmar el ahora difunto.

A las exequias –tanto en la agencia Eusebio Gayosso como en la explanada de la CTM– acudieron sólo algunos grupos de lo que en antaño se llamó fuerzas vidas de la clase obrera: algunas decenas de empleados de Bimbo y otras tantas de hombres vestidos de negro, llevados por el sindicato de Chrysler.

Los primeros, encabezados por Gerardo Cortés, traían sus uniformes de trabajo y a mediodía repartieron pastelitos fuera de la funeraria, mientras los segundos la hicieron de elementos de seguridad al mando de Hugo Díaz, el mismo que hace un año pagó la estatua de Gamboa, colocada dentro del edificio de la CTM.

A bordo de un Mercedes Benz

Después de los servicios funerarios, el ataúd de caoba fue llevado a la confederación a bordo de un Mercedes Benz, carroza muy acorde con el estilo de vida del dirigente fallecido. Al abogado, ex legislador y dueño de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal le gustaba el lujo; se le atribuyen dos frases clásicas cuando se trataba de hablar de líderes obreros acaudalados: A mí nunca me verán de huaraches y Que los obreros estén jodidos no significa que yo también deba estarlo.

Por décadas fue el inamovible y máximo representante de los trabajadores en instancias de decisión, como el Infonavit, cuando desde ahí se decidía el negocio de la construcción de cientos de miles de viviendas para obreros.

Ayer Aceves del Olmo habló de quien fue su jefe y amigo por 45 años. Sentado a unos metros del féretro durante el breve homenaje que se le rindió en la central sindical, lo definió con pasajes de exactitud: “Esto no debe ser una oración fúnebre, no debe ser una despedida para siempre. Él disfrutó la vida enormemente, sus obras de arte, sus animales en sus cacerías. Disfrutó mucho a sus hijos (Alejandro, Joaquín y Armando), a la señora (su esposa Bertha Henríquez). Cumplió como mexicano en muchas etapas de la vida haciendo el bien a México y a los trabajadores.

“Esto tampoco es un homenaje final. En 2005, cuando falleció Leonardo Rodríguez Alcaine, Gamboa Pascoe dijo: ‘Sí, murió don Leonardo, pero la CTM vive con sus líderes vivos y con sus líderes muertos’... Para nadie es un secreto que (Joaquín) también tenía su genio, pero también comprendía muy bien y a veces sentía que pedía disculpas”.

Los asistentes calificaron al dirigente fallecido de una persona con don de mando, talento, fuerza e inteligencia, mientras otros hablaban en corto de don Joaquín como un hombre muy exigente y explosivo. Un hombre guadalupano – recordó Aceves– quien iba cada tres o cuatro meses a la Basílica, porque le recordaba los paseos con su abuelita.

El nuevo líder de la CTM agradeció también la muestra de afecto del presidente Enrique Peña Nieto, quien acudió a dar el pésame a los deudos, hizo una guardia de honor y pidió a los dirigentes cetemistas conservar la unidad.

El mandatario llegó a la agencia funeraria acompañado por los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; de Educación, Aurelio Nuño, y de Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, entre otros miembros del gabinete. Asimismo, Aceves mostró gratitud por la presencia del presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones.

A las exequias acudieron varios dirigentes del Congreso del Trabajo, incluso dos que en su momento mostraron distanciamiento con Gamboa, no así uno de sus antagónicos, Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero.

La cúpula cetemista cumplió en poco tiempo con las exequias y honores: el féretro estuvo menos de dos horas en la CTM. Fueron honras fúnebras sin lágrimas; el cuerpo fue llevado por la tarde a los servicios de cremación.

Mientras tanto, los cetemistas (inscritos en 32 federaciones estatales, una nacional femenil y otra juvenil, así como en 106 sindicatos nacionales, según el reporte de Pedro Alberto Salazar, secretario de organización) alistaron con rapidez los procedimientos estatutarios, a fin de no parar la central, pese la ausencia del faro que los guiaba, como lo definió Aceves.

Desde las oficinas se escuchaba al hasta ayer primer secretario general sustituto, quien prometió aplicar los consejos y la filosofía de su amigo, especialmente la idea de que la CTM vive con sus líderes vivos e incluso con sus muertos.