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Desde su apertura en 2012, la muestra ha sido visitada por un millón 100 mil personas

Se extiende dos años más Las apariencias engañan: los vestidos de Frida, en Casa Azul

Se prevé que la exposición viaje a Londres, adelantó la directora del recinto de Coyoacán

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La manera de vestir de la pintora ha inspirado a diseñadores como Jean Paul Gaultier, de Givenchy. Se calcula que el año pasado visitaron la muestra 300 mil personasFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de enero de 2016, p. 5

La exposición Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo prolongará dos años más su estancia en la Casa Azul Museo Frida Kahlo, donde se exhibe desde el 22 de noviembre de 2012 y ha sido apreciada por alrededor de un millón 100 mil personas, desde entonces.

Existe el proyecto de que una vez concluido ese periodo salga al extranjero; en principio se tiene contemplada la ciudad de Londres, Inglaterra, pero para ello deben resolverse aspectos del reglamento interno del espacio museístico, según adelantó su directora, Hilda Trujillo, a La Jornada.

La muestra propone una inmersión por el fascinante y enigmático universo íntimo de la famosa pintora, una de las mujeres más emblemáticas del arte mexicano, mediante una perspectiva poco abordada en el medio mexicano: la moda.

Está integrada por una selección de los 300 objetos personales de esa artista que durante medio siglo, desde su muerte hasta 2004, permanecieron ocultos en ese mismo recinto, en un baño contiguo a su habitación, en la que fue la casa donde nació y murió la pintora.

Destacan de ese tesoro una serie de vestidos, muchos de origen indígena, así como otras prendas no tradicionales, además de joyas, accesorios, maquillajes, perfumes, medicamentos, aparatos ortopédicos, fotografías, dibujos y diarios.

Tal acervo permaneció bajo llave, primero por petición de Diego Rivera, su esposo, y de manera posterior por decisión de Dolores Olmedo, mecenas y amiga de esos creadores.

La exposición, como ya se apuntó, ofrece una interpretación novedosa y más fresca de Frida Kahlo a partir de su manera de vestir, esa impactante imagen visual que construyó con base en ropa y accesorios de su elección.

De acuerdo con la curadora de la muestra, Circe Henestrosa, mucho se ha hablado del amor como fuerza motriz y de las convicciones políticas de Frida como influencia para usar indumentaria étnica.

“Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo –apunta la especialista— propone la tradición y la discapacidad como dos nuevos componentes que nutrieron la decisión de la pintora para usar la indumentaria tradicional.”

Visitada a lo largo de 2015 por cerca de 300 mil personas, la mayoría estudiantes, seguidas por público de origen extranjero, la muestra ha permitido apreciar por vez primera algunos rebozos, faldas, blusas, mantos de tehuana, medias, pantalones, enaguas, listones, zapatos y tocados de la celebérrima pintora.

De entre lo expuesto sobresalen, por la singularidad estridente de sus diseños y coloridos, los vestidos de origen tehuano, los cuales, en el transcurso de estos tres años, han sido rotados hasta mostrar un total de 22 piezas.

Estos vistosos atuendos, según se explica en la exposición, fueron elegidos por Kahlo como el vestuario que la caracterizaría y que luego definiría su identidad y herencia cultural.

El tradicional vestido de tehuana, según la curadora, no era sólo un objeto que Frida adaptó a su cuerpo para cubrir sus imperfecciones físicas, sino que lo transformó en una declaración ideológica y cultural que fusionó en sí misma hasta convertirlo en una segunda piel.

Tal manera de vestir ha inspirado a diseñadores como Dai Rees, Rei Kawabuko, Riccardo Tisci y Jean Paul Gaultier, quien trabaja para la marca Givenchy, pues Frida no sólo intervenía sus prendas, sino que llegó a marcar un estilo que influyó en el diseño de la moda internacional.

Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo ocupa cinco de las salas de exposiciones temporales de Casa Azul, donde también destacan los corsés de yeso que usaba la pintora, por el ingenio de sus decorados, desde paisajes hasta símbolos como la hoz y el martillo, del comunismo, y una representación de un útero con un bebé.

También es posible apreciar fotografías, un diario y dibujos de la artista, entre ellos el que da nombre a la exposición.