Opinión
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Ciudad Perdida

Nombres y rutas rumbo a 2018

Nuevos ingredientes políticos

Candidatos sin bandera

E

mpezó 2016. Las condiciones políticas que marcarán el año advierten que éste habrá de señalar rutas y nombres de los protagonistas del 18. No, nada se adelanta, simplemente empieza una nueva partida; simplemente la clase política supone que el cambio de formas impedirá que se dé el cambio de fondo. Esa es la apuesta.

Ya veremos que las candidaturas independientes serán el supuesto nuevo ingrediente que se habrá de ofrecer a una población agobiada por malos gobiernos. Las consecuencias de más de tres décadas de horrores, donde la verdad del mercado limpió de principios ideológicos a los entes políticos, hace que urja un discurso diferente de la construcción de una nueva realidad ficticia que permita a algunos, muy pocos, seguir manejando los destinos del país.

No se trata de impulsar a alguien que pueda convertirse en factor de cambio, sino de hacer creíble esa posibilidad, desde una plataforma en la que no quepan las organizaciones políticas establecidas como partidos, sino una supuesta representación ciudadana en la que se diluyan las filosofías y en la que quepan todas las banderas, para que nadie pierda, para que el botín político sea bien administrado, sin dañar, sin restar un centavo a los capitales detrás del poder aparente.

El nuevo producto del neoliberalismo: los candidatos sin partido, creó su primer monstruo en Nuevo León –en ninguna otra entidad se podía haber construido un mejor ambiente para el experimento–, y con las leyes de ese triunfo la ciudadanía recibirá, seguramente, la propuesta de muchos personajes que tratarán de alcanzar un puesto dentro del aparato del poder, no importa el tamaño, desde la bandera de los sin bandera.

El panorama parece propicio, aún ahora. En la estructura militante de las tres organizaciones políticas más importantes del país no parece haber un candidato indiscutible para la Presidencia de la República, por ejemplo. Los nombres que se han mencionado para tal carrera no parecen tener la fuerza suficiente para derrotar a quien hoy encabeza las encuestas; nos referimos, desde luego, a Andrés Manuel López Obrador.

Son las circunstancias del país las que construirán el discurso del que sin duda será el candidato de Morena, y esas serán su mejor argumento. Será muy difícil para cualquier candidato competir contra la honestidad de López Obrador, cuando el mar de corrupción ha ahogado a muchos, y a otros cuando menos los ha salpicado.

Por eso, porque aparentemente los partidos no podrán hacer de alguno de sus militantes un buen candidato, el pensamiento en las tres trincheras va tomando cauces aliancistas, nunca vistos, para edificar una propuesta ciudadana que aparente libertad y frescura para dar la pelea, que aislados sería casi imposible sostener para ganar.

¿Quién podría creer que un candidato priísta pudiera dar esperanza al país de un cambio que beneficiara a las mayorías?, ¿quién se atrevería, en sano juicio, a repetir el horror de un gobierno azul? O ¿habrá alguien que suponga que el PRD puede ganar una elección ahora?

Aunque hay muchos que se resisten, al final lo que mandará será el reparto equitativo del botín; cuando menos a eso apuestan los que ya empezaron la construcción de una diferente forma de hacer política, que a final de cuentas servirá para lo mismo.

De pasadita

Un tema que habrá de hacernos gastar muchos megas será el de la reforma política del Distrito Federal. Por lo pronto, hay quien asegura que los cambios a las condiciones actuales de la competencia política en esta ciudad habrán de cambiar. Tal vez por eso hay algunos políticos que están listos a tomar en las manos la vara mágica de los acuerdos inconfesables para retorcer la posible constitución política para la ciudad de México.