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Entre México y una economía del conocimiento: un abismo
E

n los últimos años hemos oído frecuentes alusiones a la importancia que tiene la ciencia y la tecnología, así como el asunto de la innovación. Recientemente Peña Nieto se regodeaba sobre que su administración tenía un enorme interés en el tema y que la inversión en el rubro aumentaría. La pregunta es si un incremento presupuestal realmente es la única solución a los problemas que enfrenta la ciencia en México. Desde luego que se necesita más y más inversión. Pero eso por sí solo no mejorará las necesidades de este sector. Lo que a mi juicio se requiere es un cambio de estrategias, porque el día de hoy los aumentos presupuestales sólo contienden con enfrentar los requerimientos presupuestales de los programas que tiene el Conacyt (i.e. más becas, más miembros del SNI y aumentos a los requerimientos diversos de los 27 centros públicos de investigación). Pero para los proyectos de ciencia básica, cada rato se le recortan montos disponibles. Sólo para recordar, la ciencia básica es la actividad que genera nuevos conocimientos, que al ser aprovechados pueden generar las tecnologías del futuro. En 2009 escribí un artículo donde señalé que según la OCDE (organismo al cual pertenecemos) México tenía entonces el más bajo nivel en productividad científica, formación de recursos humanos en ciencia, inversión en ciencia y tecnología, educación de la ciencia y solicitudes de patentes. Esto no ha cambiado: en 2013 –y cito unos datos que me envió una empresa de innovación– México obtuvo 17 patentes, Canadá 471 (casi 30 veces más), el Reino Unido mil 770 (100 veces más), Alemania 5 mil 465 (casi 300 veces más), Estados Unidos 14 mil 606 (casi 880 veces más), Japón 15 mil 970 (940 veces más). México cuenta con 0.5 por ciento de empresas innovadoras. El promedio de Europa es de 49 por ciento, donde Alemania tiene 67 por ciento de empresas innovadoras y España 33 por ciento. México cuenta con 23 mil investigadores, Alemania 360 mil, Japón 660 mil y Estados Unidos un millón 265 mil 11.

Aunque no se sabe a ciencia cierta cuántos mexicanos con diversos talentos y preparación hay en el extranjero, parece ser que son casi un millón. No sé si esta cantidad es correcta o no, pero lo que sí sé, por conocimiento propio, es que hay decenas de mexicanos con excelente formación, deseosos de regresar a su país, pero no están abiertas las posibilidades para que lo hagan. Y es precisamente ahí donde habría que invertir grandes sumas de recursos económicos, con el objeto de incorporarlos. Pero hoy eso no se puede hacer, porque el Estado aun cuando se ufana de apoyar la ciencia, no abre más espacios, más centros de investigación para dar cabida a esos talentos que están fuera y desperdiciados por el país. Peña Nieto dice que invierte más en ciencia: pues eso no es cierto. Lo que señalaría que invierte más es que anunciara que se van a intentar incorporar año con año 100, 200 o 300 jóvenes a las universidades públicas del país, pero no sólo dándoles plazas, sino también invertir en otorgarles espacios físicos, inversión en equiparlos y hacer un análisis de los sitios más adecuados donde puedan trabajar, y así crear nuevas infraestructuras científicas que puedan beneficiar al país. Aparte de esto, habría que crear nuevos centros públicos de investigación.

Dirán que todo esto es muy costoso, y sí lo es, pero es mucho más costoso no hacerlo, pues se hipoteca el futuro del país, ya que año con año se pierde competitividad en actividades basadas en el conocimiento. En 2002 escribí un artículo titulado Para la ciencia, puras promesas. Han pasado casi 14 años de eso y siguen las promesas, todas incumplidas, y seguirán así. Sólo se logrará cambiar cuando llegue a la Presidencia alguien que crea en la ciencia. Para ayudarle a que crea en la ciencia está el magnífico libro La ciencia en la UNAM 2015, donde se hace un recuento de lo que se ha hecho en los últimos 15 años en esta gran institución. Sólo para resaltar algunos datos. En el Subsistema de la Investigación Científica hay mil 662 investigadores y mil 234 técnicos académicos, dando esto un total de 2 mil 896 personas dedicadas a la actividad científica. Durante este lapso, este subsistema público ha publicado 75 mil 345 trabajos de diversa índole y dichos escritos han sido citados por investigadores en diversas partes del mundo 427 mil 23 veces. Durante este periodo le otorgaron a la UNAM 110 patentes nacionales y 58 extranjeras. El personal académico obtuvo 3 mil 999 premios y distinciones, y de esos, 899 fueron internacionales. Si bien en general los números señalan una gran labor académica, lo que sí da pena es lo referente a las patentes, que fueron 168 en 15 años, que da 11.2 patentes aprobadas por año, lo cual me remonta a lo que la OCDE señaló, que México en 2013 obtuvo 17 patentes. Con esos números nunca entrará México a la economía del conocimiento, aunque produzca muchos conocimientos como se atestigua por el alto número de publicaciones que producen la UNAM y otras instituciones académicas. Ahí está el reto y la inversión que se tiene que hacer. A esto hay que añadirle que se requiere invertir y fomentar la innovación: sin eso no habrá nunca una economía del conocimiento.