Opinión
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México SA

David Korenfeld revive

El abrazo de Peña Nieto

Delincuencia organizada

N

adie sabe si arribó en helicóptero de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) –algún amigo habrá dejado en esa institución–, pero el hecho es que el supuestamente defenestrado David Korenfeld no sólo reapareció en las giras presidenciales, sino que lo acomodan en la zona de invitados distinguidos (es decir, los que palomea la casa presidencial) y, para que no quede duda de la intención, es abrazado en público por el inquilino de Los Pinos, al tiempo que la presunta primera dama le obsequia un cálido beso en el cachete y el primer círculo del Estado Mayor Presidencial lo saluda con todo afecto.

Cuando menos eso sucedió el pasado viernes en Jocotitlán, estado de México (“Dios lo bendiga, señor Presidente, dijo el sacerdote Eruviel Ávila), donde Enrique Peña Nieto inauguró una fábrica de paneles solares y la primera etapa de una central solar fotovoltaica, propiedad del empresario salinista Carlos Peralta Quintero, quien también mostró su afecto –abrazo de por medio– al señor de los helicópteros, que se mostró rehabilitado (políticamente) de la rodilla y la cadera. Listo para los negocios, pues. Por cierto, otros Davides estaban más que puestos en primera fila: Penchyna, el hidalguense, y López, el sinaloense. Puras joyas.

Como en este país nunca pasa nada, el inquilino de Los Pinos lo abrazó efusivamente, porque no recordó que al frente de la Conagua David Korenfeld mintió descaradamente (cometí el error de usar ocho minutos el helicóptero), utilizó bienes de la nación para fines personales en innumerables ocasiones y que la siempre efectiva Secretaría de la Función Pública sólo le aplicó una simple sanción económica: multa de 638 mil 653 pesos (y con eso el ex funcionario evitó la inhabilitación y la denuncia penal por el delito de abuso de confianza, peculado, corrupción y mucho más). No recordó, pues, que se vio en la penosa necesidad de echarlo de la dirección de la Conagua, aunque no de todo lo demás.

Sin duda el empresario Peralta le tiene estima a Korenfeld, pues como abogado, y junto a Alberto Bazbaz (el de la niña Paulette y ahora al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda), formó parte del despacho jurídico que llevó la defensa de su gran amigo Raúl Salinas de Gortari, quien finalmente quedó libre. Y para celebrarlo, al hermano incómodo lo paseó en un BMW valuado en más de 2 millones 500 mil pesos. El empresario era el piloto y el exonerado operaba de copiloto. Probablemente Korenfeld llenó el tanque y limpió el parabrisas.

Como en este espacio se ha comentado, Peralta Quintero no sólo heredó la fortuna amasada por su padre, Alejo Peralta Díaz Ceballos (amigo de muchos presidentes, represor del Instituto Politécnico Nacional y compadre de Raúl Salinas Lozano), y el control del complejo industrial IUSA, sino la fórmula mágica de hacer grandes negocios en México y, por ende, voluminosas fortunas: la estrecha vinculación con el poder político. El fundador del clan decía que a los amigos siempre se les es fiel, y el hijo aprendió la lección.

Así, con el know-how en el bolsillo y recién destapado el candidato tricolor, en 1987-1988 Carlos Peralta Quintero formó parte de la muy selecta Comisión de Financiamiento y Consolidación Patrimonial del Partido Revolucionario Institucional para la campaña presidencial de Carlos Salinas de Gortari, en la que compartió el pan y la sal (y el flujo de dinero) con una veintena de empresarios, como Carlos Slim (sin Telmex en ese momento), Ángel Borja Navarrete, Antonio Gutiérrez Prieto (el de la Estela de Luz, entre otras gracias), José Carral Escalante, Ricardo González Cornejo, Eduardo Legorreta Chauvet, Antonio Madero Bracho, Enrique Molina Sobrino, Anuar Name Yapur e Isaac Saba Rafoul.

Carlos Peralta Quintero ocupó uno de los 30 selectos asientos que la conformaron y compartió la tarea de recabar dineros en la capital del país junto con 10 políticos profesionales y 19 empresarios de primer nivel –seleccionados todos ellos por el mismísimo candidato del Partido Revolucionario Institucional–, casi todos ellos propietarios o accionistas de casas de bolsa, que fueron generosamente retribuidos con bienes de la nación durante el salinato, y algunos de ellos (incluido Peralta) terminaron en los primeros lugares de los mexicanos marca Forbes.

Ahora, con Peña Nieto en Los Pinos, la citada fórmula mágica se mantiene como la gran promotora de negocios privados con bienes públicos. Y personajes como Korenfeld no pueden quedar fuera de la jugada, así sea como operadores o vendedores de favores, contactos y amistades. Tampoco sus familiares, pues la esposa de este personaje, Sandra Kershenobich Warszawski, se colocó –quién sabe por qué artes, aunque son imaginables– en el consulado general de México en San Diego, California, donde presuntamente se desempeña de agregada administrativa C, puesto que mantuvo (no se sabe si lo ejerció) cuando menos hasta el pasado 17 de diciembre, de acuerdo con la información de la propia Secretaría de Relaciones Exteriores.

Cuando no quedó otra más que su renuncia a la dirección de la Conagua, con lágrimas de cocodrilo David Korenfeld dijo haber cometido un error inexcusable, pero justificó el uso del helicóptero institucional, porque el estado de salud de mi rodilla y cadera se han ido agravando y requiero tratamiento médico, el cual sin duda encontraría, junto con su familia, en el centro turístico de Vail, Estados Unidos.

Entonces, qué más da si Korenfeld violó la ley, aprovechó los bienes de la nación para él y su familia, si sube a la nómina gubernamental a su esposa y a sus cuates y etcétera, etcétera, si en los hechos nunca dejó de contar con la bendición del inquilino de Los Pinos y su círculo de negocios. Buen ejemplo da Peña Nieto.

En este ambiente de delincuencia organizada, no se extrañen si el inquilino de Los Pinos rescata y rehabilita a Humberto Moreira, si es que triunfan sus gestiones diplomáticas ante el gobierno español, con quien también hace negocios. En el viejo truco de dando y dando, Peña Nieto podría obtener la libertad del maestro bailador a cambio de otorgar una jugosa concesión a trasnacional gachupina. El problema es que ya no hay mucho por concesionar al capital ibérico.

Las rebanadas del pastel

Como diría don Beltrone en el caso Moreira: Lo que debe obligarnos es a tener serenidad y, al mismo tiempo, evitar hacer prejuicios que estén lastimando a las personas. ¡Olé!... Y el billete verde, a 18.50 famélicos pesitos.