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En las seis semanas que duraron los trabajos hubo diversos talleres de socialización

Comunidad de Yucatán se une en torno a la restauración de un cristo de madera

Se capacitó a los encargados de las fiestas del pueblo para limpiarlo de forma correcta

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Un gran cristo de madera llegó hace dos siglos a Popolá, pequeña comisaría del municipio de Valladolid, Yucatán, al que llamaron el Santo Cristo del Amor, pero con el tiempo sufrió deterioros, por lo cual solicitaron ayuda del INAHFoto Luis A. Boffil
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de enero de 2016, p. 6

Valladolid, Yuc.

Hace dos siglos, un gran cristo de madera llegó a Popolá, pequeña comisaría de este municipio, y de tanta fe que inspiró entre los pobladores fue bautizado el Santo Cristo del Amor. Pero con el paso del tiempo, la venerada figura comenzó a descarnarse.

Para solucionar esto, los fieles católicos y el párroco del templo solicitaron la ayuda de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Aunque el templo de la comunidad, que data de 1619, está dedicado a San Francisco de Asís, el Cristo del Amor es la escultura que sobresale en el altar y en su honor se realiza una feria cada dos años, a mediados de enero. La celebración en 2016 es especial en esta comunidad maya-hablante, de unos 300 pobladores, ubicada al oriente de Yucatán, ya que la figura tiene ahora una apariencia muy distinta.

El proceso involucró a toda la comunidad, dijo la restauradora Natalia Hernández Tangarife, del Centro INAH-Yucatán. En el taller Puertas abiertas, al menos 60 habitantes de Popolá aprendieron los valores de manufactura, de carácter estético y también de cohesión social que entraña esta obra religiosa.

La escultura policromada data del siglo XVIII. Originalmente estuvo colgada en alguna otra iglesia de Valladolid, pero más de 200 años atrás fue llevada, por razones desconocidas, a Popolá, localidad que la adoptó de inmediato como su imagen de mayor devoción.

Los trabajos de conservación y restauración duraron seis semanas y fueron financiados mediante el Programa de Desarrollo Cultural Municipal, en el cual convergen recursos de los ayuntamientos, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes –ahora Secretaría de Cultura federal– y de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán.

Natalia Hernández coordinó estas labores y comentó que el primer paso consistió en definir el estado de conservación para formular una propuesta de intervención. El Santo Cristo del Amor no presentó problemas estructurales, pero su aspecto estético estaba muy deteriorado.

El estado de conservación de la capa pictórica era delicado; estaba perdida en 30 por ciento de la superficie a causa del uso a lo largo de los siglos. Por costumbre, antes de la fiesta se le daba limpieza empleando tomate, agua bendita y talco; todo ello ocasionó abrasiones, explicó.

La escultura fue bajada de su cruz. A petición de la comunidad y, dadas sus dimensiones de 1.65 metros de alto y 1.60 de ancho con los brazos extendidos, se intervino in situ.

El cristo fue tendido sobre una mesa de la sacristía y un equipo, compuesto por la restauradora Tania Martínez, la auxiliar en restauración María Eugenia Canto y Natalia Hernández, comenzó a reparar los daños, sobre todo en barba, rodillas, muslos y brazos.

Para no afectar la capa pictórica original, la suciedad superficial, que empañaba las llagas y laceraciones del cristo, se retiró empleando solventes adecuados; al mismo tiempo, fueron estabilizadas las zonas de faltantes y se aplicaron resanes en las lagunas.

La parte final se dedicó a la reintegración cromática. En las áreas resanadas se unificó el color con pinturas al barniz mediante el puntillismo, técnica que permite identificar la capa pictórica original de la intervención.

Los resultados dejaron satisfecha a la comunidad de Popolá. Este entusiasmo también se debe a los talleres de socialización que especialistas de la sección de Conservación y Restauración del Centro INAH-Yucatán impartieron durante las seis semanas que duraron los trabajos.

Con el apoyo de 160 niños que realizan catequesis y los propios catequistas se elaboró un mapa, donde se marcan los bienes comunales del pueblo, y se realizó un rally de conocimientos; en tanto, mujeres que habitan en los cinco sectores pastorales de Popolá ubicaron las fiestas religiosas de la comunidad en un plano.

Un taller más estuvo dedicado a capacitar a los priostes (personas que pagan las fiestas del pueblo) del templo en el cuidado de la imagen recién restaurada, que en adelante sólo deberá ser limpiada con una brocha. Para finalizar, la comunidad elaboró un inventario de las piezas sacras de esta iglesia.